Justo días después de que se hiciera oficial que el Estado Islámico (ISIS) sigue en pie, pero en las sombras, un ataque de lo más inesperado ha sacudido a Europa y al Norte de África: Marruecos, el país norteafricano más tranquilo en lo que a ataques terroristas se refiere, ha visto su primera decapitación a manos de simpatizantes de Daesh.
Tal acción es ya conocida por el público como famoso método intimidatorio del Estado Islámico en Siria e Iraq, mas era desconocido en Marruecos, el cual se mantiene generalmente aislado de ataques terroristas notorios debido a las grandes medidas de seguridad implementadas por el rey Mohamed VI.
El incidente se produjo esta semana, encontrándose los cuerpos de Louisa Vesterager Jespersen, danesa de 24 años, y de Maren Ueland, de 28, de Noruega, en un campamento aislado en Imlil, las montañas del Atlas, cerca del famoso monte Toubqal, el más alto de África. No es poco común que montañistas y amantes de la naturaleza de todo el mundo se dirijan a la zona para escalar dicha montaña y disfrutar de un entorno de gran belleza.
Las dos jóvenes, que eran estudiantes en la misma universidad, se encontraban en un viaje de un mes por Marruecos, disponiéndose a pasar unos días en la zona tras haberse hospedado en Marrakech, el punto turístico neurálgico del país. La zona de Imlil y Toubqal se encuentra a distancia accesible de la antigua ciudad imperial del reino, por lo que es un destino más para los turistas interesados en algo más tradicional.
Una vez el incidente llegó a los medios, se distribuyeron vídeos de los presuntos agresores – un mínimo de 4 hombres de entre 25 y 32 años, residentes de los alrededores de Marrakech – leyendo suras del Corán ante la bandera del Estado Islámico, negra con caligrafía árabe en blanco. Aparentemente, el vídeo fue distribuido, así como vídeos explícitos de la decapitación de una de las chicas y el degollamiento de la otra, los cuales fueron mandados por los asesinos a las familias de ambas chicas mediante mensajes de Facebook. Uno de los mensajes justificantes – según los asesinos – para tal acción fue el asedio de Hajin, una base del Estado Islámico siria sitiada esta semana pasada por fuerzas estadounidenses. La muerte de las dos jóvenes fue tomada por su parte como venganza.
Poco después, el gobierno marroquí arrestó a tres de los presuntos agresores en un autobús con intención de huir de la zona – aún vistiendo las mismas ropas, bajo las cuales escondían los cuchillos con los cuales perpetuaron la atrocidad. Dar con los agresores no fue difícil, puesto que uno de ellos dejó su documento de identidad en el lugar del crimen, hecho generalizado en atentados del estado islámico – uno de los perpetradores revela así su afiliación directa, sin ocultar su identidad oficial.
Esta semana, el gobierno marroquí, el cual considera lo ocurrido un acto de terrorismo, ha transferido los restos de las jóvenes al aeropuerto de Marrakech para que sean devueltos a sendas familias.
Tras comunicados de portavoces del gobierno, se está debatiendo si recurrir a la pena de muerte para los asesinos de las dos jóvenes escandinavas: la protesta masiva del pueblo marroquí alude a la aplicación de los artículos 392 y 393 de la ley, que tratan sobre crímenes premeditados. Marruecos, aunque no ha abolido la pena capital, hace más de una década que no aplica dicho castigo oficialmente. Por parte de las autoridades europeas, el crimen ha sido reconocido como un acto de terrorismo contra los valores europeos, como mencionó esta semana el Primer Ministro danés, Lars Loekke Rasmussen.
La zona de Imlil, en las montañas del Atlas, es conocida por ser hogar de las gentes más pacíficas de Marruecos: el crimen cometido contra las dos jóvenes ha trastornado a la población local, que ha juntado esfuerzos para ayudar a la policía a encontrar a los asesinos y a reunir pistas e indicios sobre lo sucedido. No es la primera vez que Marrakech y sus alrededores ven ataques a extranjeros: recordemos que en 2011 explotó una bomba en un restaurante de la ciudad roja, en pleno centro neurálgico de la ciudad, la plaza de Jamaa L’Fnaa.
Si el Estado Islámico dio la orden para esta última atrocidad, significa dos cosas: una, que ISIS no ha desaparecido, sino que ha pasado a lo subterráneo, y segunda, que está cada vez más cerca de su enemigo.
*Licenciada en Estudios de Oriente Medio y licenciada en Árabe e Islam, con estudios en terrorismo, contraterrorrismo, ley criminal internacional y conflictos constitucionales del mundo islámico.