En noviembre de 2020 varios portales de noticias en Europa reportaban la decisión del gobierno francés de prohibir al grupo ultra nacionalista turco conocido como los “Lobos Grises”. Francia decidió prohibir a los Lobos Grises bajo los cargos de “amenazas extremadamente violentas”, “incitación al odio contra armenios y autoridades nacionales” y “acciones violentas”
La decisión se enmarca en una nueva serie de desencuentros entre París y Ankara sobre cómo combatir los movimientos extremistas en suelo europeo y en torno a varios conflictos en Medio Oriente y el Cáucaso en los cuales ambos países tienen agendas diametralmente opuestas como lo demuestran las tensiones bilaterales por el apoyo turco a Azerbaiyán durante la segunda guerra de Karabaj mientras que Francia mantuvo una posición favorable a Armenia.
Símbolo de los Lobos Grises
Los Lobos Grises han estado rodeados de mitos, rumores y leyendas, tan es así que el propio Ministro de Relaciones Exteriores turco, afirmó que dicha agrupación “es inexistente y sirve como pretexto para descalificar a Turquía”. Este artículo se centrará en la historia de esta agrupación extremista turca que ejemplifica la cara más xenófoba, racista y violenta de Turquía.
La década de los setenta no fue fácil para los turcos pues a las dificultades económicas derivadas de reformas fallidas se sumaba un descontento social y una inestabilidad política de las cuales grupos radicales como los Lobos Grises sacaban provecho. La década cerraba con violencia política fuera de control como lo ejemplifica el asesinato del periodista Abdi İpekçi el 1 de febrero de 1979.
Gesto manual del símbolo
İpekçi, una figura destacada en la lucha por la democracia y aliado del entonces Primer Ministro Ecevit, fungía como editor en jefe del periódico Milliyet cuando dos miembros de los Lobos Grises, Oral Çelik y Mehmet Ali Ağca (el mismo que el 13 de mayo de 1981 intentaría asesinar al Papa Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro) lo asesinaron a balazos afuera de su residencia en Estambul.
En una serie de eventos dignos de película de acción, Mehmet Ali Ağca, que había sido capturado y sentenciado a cadena perpetua por el asesinato, se fugó de la prisión a los seis meses del crimen. Los rumores indican que militares y simpatizantes de los Lobos Grises infiltrados en la policía ayudarían a Ali Ağca en su escape que lo llevaría a Bulgaria, país en el cual los Lobos Grises (y la mafia turca) operaban libremente.
Mehmet Ali Agca
Ali Ağca era sólo uno de los miles de turcos ligados a los Lobos Grises, término informal para describir al grupo ultra nacionalista turco Ülkü Ocakları (Hogares Idealistas), movimiento político fundado alrededor del año 1968 por las juventudes del Partido Movimiento Nacionalista (MHP por sus siglas en turco) e influido por la ideología pan turianista de Alparslan Türkeş.
Türkeş, nacido en 1917 en Nicosia, Chipre de una familia turcochipriota, fue político fundador y líder del Partido Movimiento Nacionalista. Juzgado en 1945 junto a Nihal Atsiz y Nejdet bajo los cargos de actividades fascistas y racistas pasó diez meses encarcelado. El juicio, catapultó la figura de Türkeş entre los grupos ultranacionalistas turcos que aún hoy, a pesar de la muerte de Türkeş, en 1997, se refieren a él como el Başbuğ (el líder)
La composición ideológica del movimiento
Los Lobos Grises centran su existencia en una ideología racista en la cual se habla de una sola nación turca que se extiende desde Asia Central hasta los Balcanes y han enfocado su violencia en minorías étnicas y religiosas como kurdos y alevíes así como contra políticos y activistas de izquierda. Su bandera, que muestra un lobo gris con un fondo azul, es constantemente vista en mítines políticos del AKP y otros partidos y agrupaciones de derecha extrema e incluso muchos políticos (incluido Erdogan) hacen el saludo de mano distintivo de los Lobos Grises.
Esta organización criminal se ha cebado especialmente contra la comunidad aleví de Turquía sobre la cual hemos ya hablado en este espacio. Durante 1978 los alevíes fueron agredidos en Malatya (abril), Sivas (septiembre) y Bingöl (diciembre) en las cuales la comunidad aleví sufrió asesinatos y destrucción de sus comercios. La gota que derramó el vaso fue la conocida como “Masacre de Kahramanmaraş” del 23 de diciembre de ese mismo año y en la cual los Lobos Grises asesinaron a 185 alevíes, lesionando a más de tres mil y dejando una marca indeleble en la memoria colectiva de esta minoría perseguida y marginada.
Los trágicos eventos de Kahramanmaraş forzaron a un reluctante Bülent Ecevit a declarar Ley Marcial en trece provincias del este del país que llevó a que el ejército turco tomara el control durante 1979 de la zona kurda del país bajo el pretexto de luchar contra el terrorismo de derecha. La situación erosionó al Primer Ministro Ecevit de cara al electorado pero también en relación a las fuerzas armadas lo que llevó a Ecevit a dimitir el 16 de octubre de 1979.
Los Lobos Grises han estado presentes principalmente en aquellos países europeos con comunidades turcas importantes en las cuales este grupo se ha enquistado y camuflado de la vigilancia policial al operar entre los ciudadanos de origen turco. Los servicios de inteligencia europeos comienzan a entender la profundidad de la relación de este grupo con los servicios de inteligencia turcos y la misma mafia turca operativa en Europa.
Erdogan: la oportunidad para el renacimiento del grupo
Auto con el símbolo, fotografiado en Alemania
Los Lobos Grises interpretaron que la llegada al poder de Erdogan les presentaba una oportunidad para afianzarse nuevamente tanto al interior del país como en la diáspora turca en Europa. Algunos especialistas han advertido del peligro que significa la influencia del régimen de Erdogan en la amplia diáspora turca (casi 6 millones en Europa occidental) como una política peligrosa y que incide en las dinámicas de países como Alemania, Francia, Holanda, Bélgica e Inglaterra. Los Lobos Grises han sido muy activos en celebrar y justificar decisiones gubernamentales como la reconversión de Hagia Sophia en una mezquita y el fracaso en las negociaciones de paz con los kurdos, la postura agresiva hacia países como Grecia, Israel y Chipre así como el decidido apoyo de Turquía a Azerbaiyán en el conflicto de Nagorno Karabaj. No es extraño ver que militares turcos desplegados en países como Siria o Libia aparezcan fotografiados en los periódicos haciendo el saludo distintivo de los Lobos Grises.
Ataques de los Lobos Grises en Europa
En los últimos meses de 2020 se registraron ataques muy significativos por parte de los Lobos Grises. Destacan entre estas acciones el vandalismo generado en un memorial por las víctimas del genocidio armenio en la ciudad de Lyon en noviembre y agresiones a manifestaciones pro turcas en Grenoble el mismo mes que degeneraron en expresiones y violencia anti armenia.
Durante la ya mencionada segunda guerra de Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán en algunas ciudades francesas, incluida París, se registraron agresiones físicas a ciudadanos franceses de origen armenio por parte de integrantes de los Lobos Grises, lo que forzó al gobierno de Macron a tomar medidas contra este grupo racista.
Un ejemplo que levantó polémica en el espacio deportivo fue el que se presentó en un partido por la tercera ronda de la Copa FA inglesa que enfrentó al Everton con el Rotherham y en el cual el delantero turco del Everton, Cenk Tosun, celebró un gol con el gesto manual propio de los Lobos Grises. Si bien Tosun negó cualquier intención en su celebración el hecho no pasó desapercibido pues se recordó que en 2018 Tosun, junto a Mesut Ozil e Ilkay Gundogan, posaron para los medios de comunicación con Erdogan.
La prohibición francesa ha alertado a otros países sobre las actividades de este grupo, en ese sentido en Alemania, el Partido Verde Alemán, el Partido Alternativa para Alemania y otras agrupaciones políticas han llamado a su gobierno a que siga el ejemplo francés. En Bélgica, Holanda e Inglaterra también hay voces que exigen controlar las actividades de los Lobos Grises.
La larga tolerancia occidental a Turquía y su motivo
Líderes europeos. Foto Archivo Wikipedia
Una pregunta que surge es ¿Por qué Europa y Estados Unidos toleraron las actividades de esta organización durante décadas? Quizá parte de la respuesta la tenemos en el primer párrafo de esta reflexión: el realineamiento regional generado por la islamización de la Revolución Iraní así como las actividades soviéticas en la zona reforzaron la dependencia de Occidente de una Turquía que comprendió prontamente la ventaja de esta situación y la ha explotado hasta nuestros días.
La esperanza en el proceso de democratización de que Turquía, dominante en la década de los noventa tanto entre la élite política europea como norteamericana, ha tenido un resultado agridulce pues si bien es cierto que el régimen turco y la nueva élite en el poder de la mano de Erdogan han sido impermeables a democratizarse más allá de lo meramente electoral conservando y refinando las formas imperiales otomanas en relación a sus ciudadanos/súbditos, también es cierto que la democratización, o más correctamente, el deseo de democracia ha impactado profundamente en sectores de la sociedad turca que entiende que vivir en democracia va más allá de emitir un voto o inscribirse en un partido político y por eso se ha volcado a la plaza pública y al espacio académico en donde le presentan batalla a un Erdogan que ejerce el autoritarismo permanente.
En ese despertar democrático en Turquía la existencia de los Lobos Grises y su relación cercana al poder turco se muestra como un residuo de una Turquía autoritaria, racista y agresiva que se niega a desaparecer, que nos demuestra el peligro de las posturas ultra nacionalistas, xenófobas y racistas no sólo al interior de Turquía sino en una confusa Europa que se muestra expuesta a este tipo de agrupaciones y que es incongruente con cualquier estándar democrático al que aspiran muchos turcos.