El Cáucaso: una región poco estudiada en América Latina

por | Jun 17, 2020 | Cultura, Historia | 0 Comentarios

El Cáucaso del sur se sacude profundamente desde el 2018 y el mundo académico y político latinoamericano parece indiferente. Mientras que en Georgia. Armenia, Azerbaiyán e incluso en Nagorno Karabakh se experimentan movimientos sociales sin precedentes en la historia moderna de la zona, nuestros medios de comunicación le conceden una cobertura secundaria y parcial

En esta región, acostumbrada a enfrentamientos militares, masacres, desplazamientos internos, intervenciones ruso/soviéticas, persas, turcas, inglesas, alemanas, violentada por genocidios y masacres, desastres naturales y corrupción hoy sus estudiantes, profesores, desempleados, burócratas, amas de casa, periodistas salen a las calles de Yerevan y Tbilisi (en menor grado en Bakú y Stepanakert) en movilizaciones pacíficas organizadas por la sociedad civil criticando a sus gobiernos corruptos y a sus políticas erróneas. 

En América Latina, ante la falta de estudios académicos serios sobre la región, se debe acudir a expertos como Thomas de Waal quien en su magnífico libro “Caucasus: an Introduction” nos da un recorrido histórico por el Cáucaso terminando con el convulso periodo de la década de los 90s y los cambios paradigmáticos que iniciaron en el siglo XXI y hoy parecen dar sus primeros frutos. 

Diversidad étnica - Foto Charles Roffey Flickr Diversidad étnica – Foto Charles Roffey Flickr

Tbilisi Georgia

El Cáucaso del sur (Transcaucasia para los rusos que así la diferencian del Cáucaso del norte) es la zona con mayor diversidad lingüística y étnica del mundo, ya los árabes la apodaron Djabal al alsun (la montaña de las lenguas) a su llegada en el siglo VII y en ella el cristianismo, judaísmo e islam se asentaron y prosperaron, protegidos (y a veces aislados) por sus montañas. A lo anterior se suman sus recursos naturales y su ubicación geográfica que han sido tentación constante para potencias e imperios que han invadido y sometido a los pueblos caucásicos a lo largo de la historia. 

Los separatismos en el Cáucaso

Tbilisi Georgia

De Waal resalta las tensiones étnico/nacionales que la implosión de la URSS exacerbó a fines de la década de los ochenta del siglo XX, a partir de las cuales se construyeron y definieron los nacionalismos tanto el armenio, georgiano y azerbayano como el abjaso, osetio y adzarí contemporáneos y cómo dinámicas intrasoviéticas se configuraron y mutaron (de manera imprevista para occidente) en conflictos internacionales entre Estados soberanos.

Desde la recuperación de su independencia nacional a inicios de la década de los noventa del siglo XX Georgia, Armenia y Azerbaiyán han tenido que lidiar con la integración de sus minorías étnicas y religiosas (la mayor parte del tiempo lo han hecho de manera violenta y represiva); nivelar sus políticas exteriores en relación a Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea; combatir la rampante corrupción heredada de la época soviética y crear instituciones democráticas estables. 

Los principales conflictos (intrincados y complejos como pocos) del Cáucaso del sur son: El separatismo abjaso y osetio en Georgia, movimientos apoyados por Rusia quien invadió Georgia en 2008; el conflicto de Nagorno Karabakh entre Armenia y Azerbaiyán, países que reclaman la legitimidad de la propiedad de dicha región habitada mayoritariamente por armenios pero que formalmente pertenece a Azerbaiyán; las relaciones turco-armenias condicionadas por el reclamo de reconocimiento formal del genocidio de 1915 que mantiene la frontera entre ambos países cerrada y las dificultades de democratizar y liberalizar sus economías.

A lo anterior se suma que el proyecto europeo y el ruso chocan en el Cáucaso del sur, pues el acercamiento de Georgia, Azerbaiyán y en menor medida Armenia, a la Unión Europea significaba ir reemplazando paradigmas heredados de la Guerra Fría como “equilibrio de poder”, “esferas de influencia” y el uso de la opción militar para lograr objetivos políticos por un modelo en el que primaran la integración regional, la negociación entre Estados y al interior de cada uno de ellos y el imperio de la ley igualitario y justo. 

Una sociedad civil muy activa

La gran olvidada en el análisis del Cáucaso en Occidente ha sido la sociedad civil de los tres países. Mientras la academia y diplomacia se enfocaba en los conflictos anteriormente citados se dejó en el olvido las tensiones, reclamos, y sobre todo, las aspiraciones sociales que los habitantes del Cáucaso iban acumulando dentro de sistemas políticos autoritarios, corruptos y militarizados.

Imágenes de la guerra ruso-georgiana de 2008:

Ya nos habían avisado pues el 22 de noviembre de 2003 miles de georgianos asaltaron las calles de Tbilisi, acusando al entonces presidente, Eduard Shevardnadze, de cometer fraude en las elecciones. Debido a que las protestas coincidían con el día de una fiesta religiosa, muchos salieron a la calle con flores, de ahí que la revuelta recibiera el nombre de la “Revolución de las Rosas”. 

No es coincidencia que un año después se presentara la “Revolución naranja” en Ucrania, que fueron una serie de protestas políticas que tuvieron lugar en dicho país desde finales de noviembre de 2004 hasta enero de 2005 y que fueron gestadas por unas elecciones presidenciales en las cuales hubo fuertes reclamos de corrupción, intimidación de votantes y fraude electoral directo. Kiev, la capital ucraniana, fue el punto foco de la campaña del movimiento civil de resistencia, actos de desobediencia civil y huelgas generalizadas organizadas por el movimiento de oposición.

La guerra ruso-georgiana de 2008 parecería haber puesto fin a estas movilizaciones y presiones sociales en el Cáucaso (por lo menos para nosotros, testigos lejanos, en occidente), sin embargo en abril de 2018 en Armenia se registraron una serie de protestas en las cuales participaron miles de personas destacando las acontecidas en Yereván, capital del país. El líder de dichas movilizaciones era Nikol Pashinyan, principal opositor al régimen de Serzh Sargsyan y quien pretendía lograr un tercer mandato consecutivo. En cuestión de días, sin disparos ni violencia y sobre todo sin intervención de la Rusia de Putin, Sargsyan renunciaba. 

A pesar de todos los pronósticos sería en Armenia, con la llamada “Revolución de terciopelo” que se logró deponer al corrupto, autoritario y totalmente pro ruso gobierno de Sargsyan sustituyéndolo por uno formado por reformistas jóvenes liderado por Pashinyan y que ha levantado esperanzas en este país que ha vivido bajo la sombra protectora y limitadora rusa y de su influyente diáspora, el recuerdo del genocidio y su conflicto territorial con su vecino Azerbaiyán y que, en el camino, fue perdido el rumbo democrático. 

En el Cáucaso el símbolo moviliza más que la dura realidad, en ese tenor destaca que la renuncia de Sargsyan se firmara el 23 de abril, un día antes de la conmemoración del genocidio que, en 1915, perpetrara el Imperio Otomano contra sus súbditos armenios. 

Llama mucho la atención que la llegada al poder de Nikol Pashinyan no fue bloqueada ni objetada por Moscú, quien dejó a la deriva a su aliado Sargsyan y aprobó silenciosamente el proceso social armenio. Seguramente Putin espera la oportunidad para demostrar al nuevo gobierno armenio que todos los caminos pasan por Moscú pues la prioridad del nuevo gobierno será combatir la terrible corrupción que ha impedido que la sociedad armenia (a diferencia de la diáspora armenia) no haya podido desplegar todo su poder creativo, innovador y haya inhibido su espíritu emprendedor. 

Muy pronto las protestas sociales se generalizaron en Tbilisi, Baku y Stepanakert, si bien sin la misma efectividad e intensidad que las que llevaron a la transición en Armenia. Los contextos y objetivos son diversos, pero podríamos concluir que a partir de este 2018 cualquier interesado en el Cáucaso tendrá que dar una mirada a los procesos y dinámicas sociales internos de la región y eso se lo deberemos siempre a los valientes y anónimos armenios que en abril salieron a la calle y lograron un cambio. 

El Cáucaso representa un área de estudio y especialización para historiadores, sociólogos, politólogos, arqueólogos, internacionalistas de América Latina. Es una obligación de los académicos y estudiosos interesados en esta región el abrir espacios de información, estudio y análisis sobre el Cáucaso, sus dinámicas, tensiones y sociedades. 

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