¿Cualquier cosa es el antisemitismo? El escándalo Rowling-Watson

por | Ene 11, 2022 | Ensayos, Portada | 0 Comentarios

Durante la semana pasada la tuitósfera, con su habitual ritmo de posteos extremistas, sesgados, prejuiciosos o ignorantes, agitó de nuevo el debate sobre el antisemitismo.

El primer disparador fue un post del 3 de enero de la actriz de Harry Potter Emma Watson que manifestó su solidaridad con los palestinos, con un gráfico que reza “La solidaridad es un verbo”. Danny Danon, ex embajador de Israel ante Naciones Unidas, contestó: “10 points from Gryffindor for being an antisemite.” (Diez puntos de Gryffindor -uno de los magos, personajes principales de la novela de Harry Potter- por ser antisemita).

Explicación rápida del hecho: no, el post de Watson de solidaridad con los palestinos no es antisemita. Hay quienes dicen que el momento en el que fue subido el post la guerrilla islamista Hamás de Gaza disparó misiles. Puede ser, pero aún así no es antisemita.

Uno puede compartir o no la simpatía por Watson por la causa palestina, pero esta por sí misma, y el post que subió, no expresa ningún tropo antisemita de odio a los judíos o Israel (de los clásicos de conspiración judía de control mundial, o los que califican a Israel de estado apartheid y genocida, entre otros). 

¿Que la causa palestina dirigida por el islamista Hamás y el laico Fatah está plagada de antisemitismo, antiisraelismo y antisionismo? Por supuesto. Aún así, tener empatía por la independencia política o los derechos nacionales del pueblo palestino, no puede en sí misma ser antisemita o antiisraelí. En Israel, los sionistas a favor de la solución de dos estados (o de soluciones que otorguen derechos a los palestinos), tienen empatía por el reclamo palestino de autodeterminación nacional. Otra cosa es el contenido político que acompaña ese reclamo.

En Twitter, como es de costumbre, dominan los falsos binarismos, pero acabamos de explicar por qué el asunto no es binario, ni para los defensores acríticos de Israel, ni para el eco -habitualmente antijudío- que sostiene: “¿Ven? Los judíos llaman a todo antisemitismo para no aceptar críticas”.

Más abajo volveremos sobre la confusión entre solidaridad con los palestinos y el antisemitismo, que forma parte de lo que llamo “la politización del antisemitismo”.

De Harry Potter a Harry Potter: el caso Goblins-Rowling

La saga no terminó y en la misma semana explotó en la tuitósfera otro hecho también relacionado con Harry Potter, por una observación que hizo el comentarista norteamericano Jon Stewart acerca de los Goblins que manejan los bancos en la ficción novelada. Stewart observó, correctamente -aunque después se desdijo diciendo que fue solo una humorada-, que la forma en que graficaron los Goblins representa el antiguo estereotipo antisemita del judío ambicioso de nariz curva y mirada maligna. Ello llevó a un debate sobre si la escritora J.K. Rowling, autora de la ficción de Harry Potter, es antisemita. Respuesta rápida: no.

JK Rowling JK Rowling

J.K. Rowling ha criticado duramente al dirigente laborista Jeremy Corbyn por haber sido negligente y cómplice con el antisemitismo que plagó su partido. También se expresó tajantemente en contra del BDS (movimiento de boicot cultural, político y económico contra Israel).

¿Cómo se explica esta aparente contradicción? La mejor explicación la dio al periódico Daily Mail un portavoz de la Campaña Contra el Antisemitismo en Gran Bretaña: “La representación de los duendes en la serie de Harry Potter es una pieza en la literatura occidental en su conjunto. Es el producto de siglos de asociación de judíos con criaturas grotescas y malévolas en el folclore, así como la asociación con el dinero y las finanzas.

Las asociaciones mitológicas se han arraigado tanto en la mente occidental que su procedencia ya no se registra en los creadores o consumidores.

Jon Stewart Jon Stewart

Aquellos que continúan usando tales representaciones a menudo no piensan en los judíos en absoluto, sino simplemente en cómo los lectores o espectadores imaginarán que lucirán los duendes, lo cual es un testimonio más de los siglos de antisemitismo de la cristiandad que de la malicia de los artistas contemporáneos.

J.K. Rowling ha demostrado en los últimos años ser una defensora incansable de la comunidad judía en su lucha contra el antisemitismo, por lo que le estamos inmensamente agradecidos».

La politización del antisemitismo

El fenómeno antiguo del antisemitismo persiste y vuelve en la historia. Lo padecen los judíos, pero sobre todo la sociedad no judía, porque siempre cuando proliferan los tópicos de dominación o conspiración judía, recrudecen las tiranías y los autoritarismos que se sirven del antijudaísmo para oprimir a los pueblos. 

En los últimos años ha crecido en Occidente la cantidad de ataques físicos y verbales contra los judíos de modo alarmante, algo que debería llamar la atención como síntoma de procesos sociales y políticos preocupantes que tienden, sea en su versión de derecha o de izquierda, hacia el autoritarismo.

Definir qué es el antisemitismo suele ser problemático porque muchos de quienes trazan sus propias líneas epistemológicas entre lo que es antisemita y lo que no lo es, caen en el antisemitismo. 

Pero el antisemitismo es un fenómeno social objetivo, que ocurre más allá de los juicios subjetivos que suelen expresarse como si dijeran “antisemitas son los otros, no mi grupo (político)”. Frecuentemente, el propio grupo también es antisemita aún cuando no lo reconozca. 

Este es un excelente ejemplo para rehabilitar las moribundas ciencias sociales. Éstas aspiraban a explicar fenómenos sociales que escapan al entendimiento de los protagonistas de la sociedad. 

Las ciencias sociales se empobrecieron en una división entre la sociología basada en la cruda estadística y la sociología basada en la pura hermenéutica de interpretación de los discursos, y fenómenos como el antisemitismo o las contradicciones del capitalismo, que excedían la comprensión limitada de los actores, han quedado huérfanos de interpretación analítica en la crisis de las ciencias sociales. 

La izquierda, la derecha y los judíos

La politización del antisemitismo es un problema, porque produce una ceguera sobre el mismo hecho del antisemitismo. Pero de algún modo es inevitable ya que el antisemitismo como odio hacia los judíos es por excelencia un odio con características políticas: casi siempre es instrumento de opresión política de los pueblos en general.

Grafitti antisemita de izquierda Grafitti antisemita de izquierda

Por el lado de la izquierda, se suele creer que antisemitas son sólo los de la derecha extrema, ya que la derecha cree que los judíos traen cosmopolitismo y corroen las tradiciones con su “materialismo”. Además, esta derecha suele apoyar a Israel desde una combinación de antisemitismo e islamofobia (desean que todos los judíos se vayan a Israel y qué éstos combatan -en su imaginación- en la línea de fuego del Islam para que no penetre en Occidente).

En la extrema izquierda se suele caer en los mismos tópicos antisemitas tradicionales de dominación judía del mundo, o de demonización de Israel como un estado racista o de apartheid. La derecha cree realmente que Israel “es” un apartheid, proyectando su deseo de instaurar apartheids raciales o económicos en el mundo, y la izquierda también, por su deseo (no siempre honesto) de combatir la desigualdad racial. Pero ambas se equivocan, Israel no es un apartheid. Es un país que en una parte del territorio tiene una democracia integradora, y en otra parte una ocupación beligerante (1) como resultando de un conflicto nacional no resuelto con el pueblo palestino, generando situaciones injustas para ambos pueblos, que reclaman una solución política.

“El antisemita es el otro”: el oportunismo político sólo tiene una víctima: los judíos y la sociedad en general. Los judíos, porque reciben ataques violentos provenientes de la derecha o la izquierda, y la sociedad en general porque no discute de forma madura sus problemas y recurre al chivo expiatorio como modo de exorcizar sus problemas.

Los judíos que son activistas políticos en la izquierda o en la derecha, caen en el mismo vicio de ver el antisemitismo en los demás y no en el propio sector. Es tan grave esta situación que en varios países se han formado grupos o lobbies de “Judíos por (agregue su político extremista favorito)”.

En Israel, como fuera de Israel, se suele ser más de izquierda si se empatiza con la causa palestina, y más de derecha si se suele negar la existencia del pueblo palestino o sus derechos nacionales. Pero el antisemitismo mete la cola aquí. ¿Cómo?

La derecha no-judía comparte con la extrema derecha judía su visión hacia los palestinos -negando su existencia-, por su antisemitismo particularista que abiertamente reconoce derechos nacionales a unos y los niega a otros.

Pero el problema en el supuesto universalismo del otro lado es un poco más complejo y grave: la izquierda extrema no-judía suele olvidar que existe un sector judío e israelí a favor de la solución del conflicto con los palestinos y llega a boicotear también a la izquierda judía, identificando lo judío y lo israelí exclusivamente con la derecha y lo reaccionario. Así también, hay un falso universalismo en la izquierda reconoce los derechos nacionales a los palestinos, pero no a los judíos.

  1. El Abogado del Estado de Israel Avichai Mandelblit, en una carta dirigida a la Corte Internacional de La Haya el año pasado, sostiene que el Estado de Israel reconoce que hay una “ocupación beligerante” como resultado de la guerra defensiva de 1967 ante la invasión de Jordania, Egipto y Siria. En ese documento, distingue ese concepto de “ocupación de territorios nacionales” puesto que el territorio pertenecía a Jordania y ésta no reclama la devolución del territorio hoy conocido como “West Bank” o Cisjordania. La prolongación del conflicto con los palestinos que viven en ese territorio y la falta de una solución política prolongó por ende la situación de “ocupación beligerante”.

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