En estos momentos Arabia Saudita sufre de una incapacidad: no logra presentar una versión creíble que le permita defenderse por completo de las acusaciones por parte de ciertas instituciones que la culpan de ser el principal sospechoso del asesinato del periodista Jamal Khashoggi, lo que por sobre todas las cosas impide mantener una relación con los Estados Unidos que le facilite la adquisición de diseños para plantas de energía nuclear que tanto desea la cual está valorada por unos 80 millones de dólares.
A esto debemos sumarle la intervención saudita en la Guerra de Yemen, considerada el peor desastre humano desde la segunda Guerra mundial, y teniendo esto en cuenta, comenzamos a entender que no solo es el asesinato del periodista el principal problema que pone en riesgo las relaciones, sino que se trata de la suma de elementos negativos que otorgan una buena razón para los demócratas del Congreso Americano para presentar su protesta que especifica las nefastas razones por las que no se le debe ceder las herramientas necesarias para que Arabia Saudita logre crear su planta nuclear.
El problema está en que por más que Estados Unidos quiera “poner orden” en el mundo, corre el riesgo de que si niegan su aporte a Arabia, este último podría buscar ayuda en países como China, Rusia e incluso Corea de Norte. Simple, si EE.UU. no toma control sobre el asunto, uno de sus enemigos lo hará, por eso Donald Trump y su gobierno deberán manejar esta situación con mucho cuidado.
Frente a esto el reino saudita ofrece como solución que el desarrollo de capacidad nuclear será solo para fines pacíficos como por ejemplo, la medicina, la generación de electricidad y la desalinización del agua de mar. Más aun, el reino exige que las instalaciones incluso sean bajo la supervisión del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Lo dudoso sin embargo es, que con un presupuesto militar de $ 56 mil millones del 2018, Arabia Saudita está acelerando el desarrollo de una industria militar nacional. El reino apunta a obtener el 50% de sus compras militares a nivel nacional para 2030, por encima de su actual 2%. Esto es algo que despierta cierta preocupación.
Como respuesta en una entrevista para CBS a principios de este año, el Príncipe Muhammad bin Salman (MBS) dio a entender que existen condiciones como garantía que le puedan permitir realizar una planta nuclear para el desarrollo de armamento, según el Príncipe un plan de armamento nuclear será en respuesta a modo de defensa si Irán logra crear una bomba nuclear, solo en ese caso Arabia Saudita exige tener derecho a lo mismo.
Según Occidente, existe el peligro al notar el interés de Arabia Saudita en lograr ser una futura potencia militar, se opina que ha invertido este último tiempo en la compra de misiles balísticos y de crucero convencionales que llegaron desde China.
En 2014, Arabia Saudita mostró misiles Dongfeng-3 de fabricación china de un alcance de hasta 5.000 km, y los informes de los medios muestran que los misiles habían sido comprados en el 2007, posiblemente con el consentimiento de Estados Unidos en ese
momento gobierno bajo el mando de George W. Bush.
¿Como seguirán ahora las relaciones entre EEUU y Arabia Saudita?