La rebelión del Hyjab

Si las generaciones de hoy hubiesen tenido la oportunidad de caminar por las calles de Irán a principios de los años 70, nunca creerían lo diferente que se ve el panorama hoy en día. No solamente el gobierno, sino que la cultura y la sociedad que repleta sus calles y las de otros países árabes de medio oriente, han sufrido un cambio abrupto durante las últimas décadas.

Luego de la Revolución Islámica de 1979, se instauró la República Islámica de Irán que rige hasta hoy en día, la cual fue liderada por el Ayatola Khomeini, derrocando al Shah Reza Pahlevi, quien contaba con el apoyo del Reino Unido y Estados Unidos.

Uno de los cambios más fuertes y visibles fueron las estrictas leyes que rigen para las mujeres musulmanas, obligándolas a cubrirse con el tradicional pañuelo para el pelo hyjab. Atrás quedaron las minifaldas y las blusas coloridas que pintaban las calles de Teherán antes de la revolución, ahora hay que guardar el recato con la prohibición de salir a la calle sin compañía del marido, padre o hermano. Ni imaginarse de manejar, ocupar cargos públicos, entrar a los estadios o practicar algún deporte. La Shaaría (código de leyes islámicas) prohíbe que la mujer ocupe el mismo espacio que el hombre en la sociedad.

Las faltas que impone la Shaaría en caso de que la mujer cometa alguna, son castigadas con azotes, lapidaciones y en el peor de los casos, la muerte, donde los ajustes de cuenta por honor aún son practicados a pesar de contar con condenas internacionales.

Estos códigos de vida, son aplicados en otros países musulmanes en mayor o menor rigor, como por ejemplo Palestina. Donde el aislamiento y castigo de mujeres por el supuesto no cumplimiento de la ley, las ha llevado a ser imputadas por “delitos” que en el mundo occidental hoy en día son inimaginables. En Gaza y en la Autoridad Nacional Palestina (ANP) la pena capital sigue rigiendo internamente en el marco legal interno y que los citados ajustes de cuentas por honor, también ocurren sin que haya una verdadera “mano dura” que los prohíba.

Pero algo está cambiando y estamos siendo testigos de eso. Luego de que se descubriera que Irán fue el culpable del derribo del avión ucraniano que despegó de Teherán con destino a Kiev, y que murieron decenas de ciudadanos iraníes, la sociedad está despertando y reclamándole al gobierno que dé respuestas. Los civiles están comenzando a despertar y a entender que todo lo que les han contado durante las últimas décadas no es lo que parece y la shaaría está empezando a tambalear. No solamente la gente se está oponiendo a pisar banderas de Israel y Estados Unidos, eternos enemigos de Irán, sino que las mujeres están comenzando a alzar la voz y hacer notar su descontento. Han salido varios videos aficionados estos días dónde el primer signo de protesta es sacarse el hyjab del pelo frente a los clérigos musulmanes sin importar las consecuencias.

La mujer islámica ya no está dispuesta a ocupar un puesto de segunda clase en la sociedad árabe. Y poco a poco el mundo occidental está siendo testigo cómo las prohibiciones se están dejando de lado y las mujeres, arriesgando sus vidas, están luchando por sus derechos. Por algo tan básico como el poder manejar solas o presenciar un partido de fútbol, los hyjab se están cayendo y sus pelos rebelan el comienzo de una nueva generación, que no está dispuesta a seguir siendo oprimida por una ley que no les cree ni las protege.

Sin ir más lejos, En Israel, las mujeres musulmanas gozan plenitud de derechos como cualquiera. Pueden acceder a una educación universitaria, trabajar en lo que deseen, y llegar a cumplir cualquier meta que se propongan. La libertad de culto es algo bastante fuera de lo común en los países vecinos, y las mujeres de todos los credos tienen en Israel la oportunidad de poder practicar su religión (con la cabeza cubierta o no) pero sin miedo a que las maten. Existe una protección igualitaria nunca antes vista en el resto de Medio Oriente.

Ya no hay vuelta atrás. Está naciendo una nueva generación de mujeres musulmanas que no está dispuesta a que se las siga matando por haber sido violadas o que no puedan salir a la calle sin compañía masculina. Saben que tienen el potencial para hacer que esta revolución siga adelante hasta que se rompan todos los dogmas, todas las leyes. Una rebelión que se puede contagiar el resto delos países musulmanes, dónde las mujeres puedan elegir sus propios caminos, si quieren seguir el camino de la religión y puedan sacar adelante su máximo potencial. Fuera las capas obligatorias que reprimen, arriba la libertad de ser quien quieras ser.