Tras más de una década de desconexión, el pasado miércoles tuvo lugar en Damasco un raro encuentro entre Bashar al-Assad y una delegación de Hamás encabezada por Khalil al-Hiya, encargado de las relaciones con los países árabes e islámicos, junto al líder de Hamas en Gaza, Yahya Sinwar. Los padrinos del evento son, por supuesto, Irán y el líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, quien recientemente medió entre las partes. Como era de esperar, los medios iraníes se apresuraron a celebrar la reconciliación y la definieron como un «día histórico para el eje de la resistencia».
Por: Carmit Valensi
Recordemos que durante la guerra civil, Assad, con la ayuda de sus partidarios, provocó la muerte de miles de palestinos de los campos de refugiados en Siria, y debido a esto, Hamas condenó las acciones del presidente e incluso apoyó la lucha contra él por parte de los opositores armados, principalmente de aquellos que pertenecen a la corriente de los Hermanos Musulmanes, el movimiento matriz de Hamas (al menos hasta 2017). ¿Cuáles son entonces los intereses detrás del deseo de las partes de renovar las relaciones?
Por parte de Hamas, el panorama es bastante claro: Hamas está bastante aislado en la mayor parte del mundo árabe y, por lo tanto, necesita el apoyo de Assad, que se esfuerza por regresar y obtener legitimidad para su régimen de todos los regímenes árabes.
Además, dado que Siria es un actor importante en el eje de la resistencia, tras la reconciliación, se fortalece la integración de Hamás en el eje. En su opinión, tal movimiento puede impulsar su posición dominante en la lucha palestina.
De hecho, esto puede verse como parte de la diplomacia acelerada que estamos viendo recientemente en la región y como una contrarreacción a los acuerdos de Abraham con Israel: una reunificación del eje tradicional de “resistencia”.
Siria, por su parte, inició un proceso de normalización con los países árabes al renovar relaciones con Emiratos Árabes Unidos (allá por 2018), Bahréin y Jordania (el año pasado). Lo que parecía bastante prometedor en ese momento, resulta ser bastante vacilante ahora y sin la capacidad de aprovecharlo para los logros adicionales que esperaba (principalmente en vista de la presión estadounidense), como un regreso renovado a la Liga Árabe de la cual fue expulsado.
La renovación de las relaciones con Hamás es una especie de premio consuelo en este contexto y le permite renovar su posición e imagen como país árabe que apoya la cuestión palestina. Otra posibilidad es que Assad haya sido presionado por Irán para avanzar en la reconciliación con Hamás. El principal beneficiario de la jugada es Teherán, que amplía y aprieta el eje de resistencia contra Israel que lidera con determinación.
Fuente: INSS
Traducción: Gastón Saidman