Diversos especialistas en el conflicto han afirmado que Rusia, independientemente del desenlace que ocurra en Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, ya ha perdido la guerra o al menos sus objetivos principales, no logró derrocar al gobierno de Kiyv y reemplazar a su presidente por un títere pro-ruso.
La “operación especial” que estimaba Putin sería corta, se ha alargado a costos innombrables en términos económicos, políticos y humanos, el desgaste del ejército ruso y la pérdida de su prestigio son onerosos.
Rusia perdió la guerra mediática, fortaleció el nacionalismo ucraniano y reforzó los lazos de Ucrania con Occidente, revivió, fortaleció y motivó la ampliación de la OTAN, convirtió la imagen de Volodymyr Zelensky de un cómico a un héroe ante el mundo, y tiene que enfrentar sanciones económicas que cobrarán su precio a mediano y largo plazo.
Aún así, el Kremlin no se atreve más allá del discurso a romper el “tabú nuclear” y usar un artefacto nuclear táctico (cuyas consecuencias merecen otro artículo). Tendrá que aceptar su derrota, como lo ha hecho EE.UU. ante Vietnam o Afganistán.
Putin ha demostrado ser un estadista, sagaz, frío y calculador, pero no es infalible y sin duda cometió el peor error de su trayectoría política.
En el consenso de diversos especialistas en la guerra ruso-ucraniana se considera que Rusia se quedará con parte de este del territorio de Ucrania para darle una salida “honrosa” a Putin.
Esto, sin embargo, no ocurrirá a cambio de una Ucrania neutral y desarmada. Pero tampoco Ucrania será parte de la OTAN. Ningún país estará dispuesto a arriesgar su existencia por Ucrania ante el poderío nuclear de Rusia, ni siquiera EE.UU.
Ucrania tendrá que velar por sí sola, con el apoyo material occidental pero sin su involucramiento directo en caso de conflicto. Es exactamente la situación del caso de Israel.
Este antecedente sirve para entender las declaraciones de Zelensky cuando afirmó que la prioridad de Ucrania es “ser como Israel”, en referencia del modelo de seguridad y autodefensa. No obstante, sus declaraciones son aspiracionales y por el momento no son realistas.
Israel mantiene una inflexible política de no depender de ningún ejército para asegurar su disuasión y autodefensa, lo cual implica estándares de defensa muy altos, que para Ucrania no serán fáciles, rápidos ni baratos.
El modelo de defensa israelí
El modelo de defensa israelí involucra una filosofía de autodefensa sin depender de un bloque de seguridad regional, tampoco precisa de tropas extranjeras. Se sostiene en base a un ejército pequeño, altamente eficaz y cuya fortaleza descansa en las reservas, el mando y las decisiones son horizontales.
La cadena de mando no está altamente subordinada, lo que le permite flexibilidad en el terreno en comparación con otros ejércitos que requieren autorización para diversas operaciones.
El ejército israelí es el ejército menos jerarquizado del mundo, donde se cuestiona y se debate con los altos mandos, un factor cultural inexistente en la cultura militar post soviética ruso-ucraniana. Incluso tampoco hay una cultura similar en la OTAN.
La meritocracia tiene un papel central independiente del status social, el israelí es un ejército cohesionado y la protección de la vida de los soldados es prioritaria en su filosofía militar, el cerebro operacional es un servicio de inteligencia muy avanzado y sofisticado.
Estas características son prácticamente inexistentes en Ucrania, que ha dependido casi en su totalidad de la inteligencia estadounidense.
Israel es un estado joven pero en pocos años ha consolidado un complejo tecnológico puntero a nivel mundial que nutre un vasto abanico de soluciones a la defensa y al desarrollo de armamentos muy sofisticados y en muchos casos focalizados a las necesidades específicas de Israel.
Esto en parte ha sido logrado gracias a la “doctrina Netanyahu”: una economía sólida que financie un sistema de defensa poderoso y a su vez, que este sistema proyecte su disuasión e influencia a nivel internacional en materia militar y política.
Ucrania está a años luz de lograr estos estándares, pero tiene una ventana de oportunidad. Estados Unidos tiene un presupuesto de 750 mil millones de dólares en defensa, y tiene proyectado invertir alrededor de 50 mil millones en ayuda militar a Ucrania. Destinará sólo una fracción de su presupuesto para destruir al ejército ruso convencional, dejar agotada a Rusia y así poder concentrar sus recursos en la contención de China preparando a Ucrania como un estado poderoso en su autodefensa y capaz de disuadir a una Rusia desgastada.
Así entonces, Ucrania tendrá que hacer su labor, realizar profundas reformas políticas, económicas y sociales e invertir vastos recursos en su desarrollo y capacidades para tal vez lograr emular a Israel, pero mientras tanto, las declaraciones de Zelensky sólo son eso, simples declaraciones.