Muchos estadounidenses e israelíes creen que la mejora económica reducirá la motivación para atacar. Pero la historia nos demostró que los palestinos en realidad tienen diferentes prioridades.
La manera que tiene el mundo occidental de mirar el Medio Oriente siempre fue a través desde un solo punto de vista, donde solo se busca la solución según los valores de los países líderes del mundo moderno.
Tanto Estados Unidos como Israel siguen teniendo una crítica que no siempre camina en la misma línea. La expectativa de que los enormes beneficios económicos sean aceptados por los palestinos si adoptan el nuevo plan de paz de los EE. UU que aún no se ha publicado, puede lograr gran título en la prensa pero no sirve para trabajar frente a una organización terrorista.
El problema se quiere arreglar de la misma manera, tanto Israel como los Estados Unidos han acrecentado la suma de dinero que será transferida a Gaza alentando el número de inversiones extranjeras con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los residentes. El problema es que como siempre nace la misma pregunta ¿en qué manos caerá el dinero?
La idea es poder frenar el terrorismo y evitar una futura maniobra militar de alto grado en la zona, quizás puede que esta estrategia sea para evitar el uso de la fuerza militar por el solo hecho de que costará más de lo que se les propone a los terroristas, pero bien sabemos que esto es solo una cuestión de tiempo para que se reacomoden y vuelvan a atacar sin importarles su propia población en un futuro próximo.
Hasta el momento, Israel está permitiendo el flujo de mercancías hacia Gaza, también abrió las fronteras para los trabajadores, y todavía se esta planificando la posibilidad de construir un puerto en Gaza.
La intención de llegar a un acuerdo en el conflicto Israel – Palestina tiene muchos proyectos que se basan en convenios económicos, pero ninguno es suficiente para lograr la paz soñada. Primero, el problema comienza cuando movimientos de representación para la lucha de la Autoridad Palestina logran boicotear contra la normalización de las relaciones económicas entre israelíes y palestinos en lugar de promover a estos dos pueblos el trabajo en conjunto.
Segundo como ya dije, se encuentra el terrorismo de por medio, en este caso el de Hamas. Podemos ver que la realidad ante la idea de la conexión entre lo económico y el terrorismo es mucho más compleja. Aquí no hay dinero que valga, los palestinos llevan a cabo el terrorismo por razones ideológicas, la mayoría lo ve como una forma justificada y útil de avanzar en sus objetivos frente al conflicto con Israel. Los terroristas y sus familias reciben importantes beneficios económicos en forma de salarios pagados por parte de la misma Autoridad Palestina. El compromiso del liderazgo palestino en la lucha contra el sionismo anula las consideraciones económicas. La crisis económica en Gaza no parece ser la prioridad palestina, como evidencia, la segunda intifada se despertó en un momento de impresionante prosperidad. La brecha entre el compromiso, las consideraciones ideológicas y la importancia de las consideraciones económicas es corta en el sector empresarial palestino, pero no para su liderazgo como Fatah y Hamas, quienes también tienen un compromiso gubernamental y se fortalecen cuando se comportan de manera extremista y no parecen sentirse obligados a enfrentar las dificultades de la población. En fin, las posibilidades de que las perspectivas económicas cambien los objetivos nacionales palestinos son escasas, siempre que el sistema palestino siga liderando una política que no de preferencia al bienestar de sus ciudadanos.
Los valores dictados por Occidente demuestran una vez más que no entienden cómo se trabaja en Medio Oriente, y es que es muy difícil trabajar frente a un enemigo que al que le es más importante el tener derecho a sus ideales antes que buscar la riqueza.