Las peligrosas aguas del mediterráneo oriental
Las agendas nacionales de Grecia y Turquía continúan chocando en el Mediterráneo. Incluso si Turquía suspende sus exploraciones al sur de la isla griega de Kastelorizo a mediano plazo, será difícil para los dos mantener un diálogo bilateral productivo
Por: Dr. George N. Tzogopoulos
La idea europea de una cumbre multilateral de todos los países del Mediterráneo Oriental es más prometedora, pero aún no concreta. Israel apoya el derecho de Grecia en delimitar su plataforma continental y favorece la cooperación regional como miembro del East Med Gas Forum (EMGF), pero comprende que, tal como están las cosas, la posibilidad de avanzar es limitada.
En un artículo reciente de Bloomberg, James Stavridis argumentó que «las aguas más peligrosas del mundo están en el Mediterráneo». Si bien esta afirmación es discutible (las tensiones en el Mar de China Meridional parecen más siniestras), pocos estarían en desacuerdo con que existan peligros en el Mediterráneo.
El enfrentamiento actual entre Grecia y Turquía en el Mediterráneo oriental es revelador. Desde principios de agosto, el buque de investigación turco Oruc Reis ha estado realizando exploraciones en aguas reclamadas tanto por Atenas como por Ankara. Como no hay acuerdo entre los dos, Estados Unidos está empleando su enfoque típico de distancias iguales y caracteriza estas aguas como «disputadas». El Oruc Reis regresó al puerto de Antalya el 13 de septiembre, pero no está claro cuánto tiempo permanecerá allí.
Israel, por su parte, apoya a Grecia
El 12 de agosto, Israel expresó su pleno apoyo y solidaridad con Grecia en sus zonas marítimas y su derecho a delimitar su Zona Económica Exclusiva (ZEE). Sin embargo, a diferencia de Israel y Chipre, Grecia sólo ha adoptado recientemente medidas concretas a ese respecto. Tras el acuerdo de noviembre de 2019 sobre zonas marítimas entre Turquía y Libia, Grecia se embarcó en un intento de proteger sus derechos soberanos, aunque fuera de inmediato.
Durante muchos años, los gobiernos griegos pospusieron decisiones difíciles, a pesar de la amenaza turca en la zona. Las ilusiones y la inercia convirtieron los problemas serios en potencialmente graves. Evidentemente, la crisis económica, producto de la mala administración a nivel interno, no podía dejar de afectar las políticas exteriores y de defensa.
El gobierno conservador griego que llegó al poder en julio de 2019 firmó dos acuerdos marítimos en respuesta a las acciones turcas: el primero con Italia en junio de 2020 y el segundo (y más importante) con Egipto en agosto. Las zonas del acuerdo greco-egipcio se cruzan con las del turco-libio. En el momento de escribir este artículo, las exploraciones del barco Oruc Reis no han violado áreas marcadas en el acuerdo greco-egipcio, pero sus exploraciones al sur de Kastelorizo desafían la posición tradicional griega moldeada por el derecho internacional que estipula que las islas tienen derecho a una ZEE y un territorio continental. Turquía no está de acuerdo y aboga por una delimitación basada en la equidad. Al hacerlo, está provocando a Grecia para predisponer a la comunidad internacional a aceptar su argumento.
Las disputas de delimitación en el Mediterráneo oriental no son inusuales. Israel y el Líbano, por ejemplo, tienen una disputa fronteriza marítima sin resolver. Además, el acuerdo marítimo greco-egipcio es parcial y no cubre todas las islas (como Rodas) porque El Cairo decidió navegar entre la posición de Atenas y Ankara. Cuando Ankara anunció que «no permitiría ninguna actividad en el área en cuestión», el Ministerio de Relaciones Exteriores de Egipto tuiteó su sorpresa de que tales declaraciones y acusaciones fueran emitidas por una parte que no conocía los detalles del acuerdo.
La descripción del problema es mucho más fácil que su solución. Mediadores como Estados Unidos y la UE, así como miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, China y Rusia, han sugerido un diálogo entre Grecia y Turquía. Sin embargo, Grecia está dispuesta a discutir sólo la cuestión de las zonas marítimas, mientras que la agenda de Ankara abarca cuestiones que Atenas no puede aceptar, como la desmilitarización de varias islas griegas en el mar Egeo. Para Grecia, todo lo que está amenazado no está desmilitarizado. La invasión turca de Chipre en 1974 describe dramáticamente la amenaza.
La OTAN y la Unión Europea hacen la vista gorda
La situación parece estar estancada. La UE depende de Turquía en varias cuestiones, como la gestió de la crisis de refugiados, y ha retrasado repetidamente las sanciones que debían imponerse desde hace mucho tiempo. Incluso si algunas sanciones finalmente entran en vigor, su impacto será limitado. El barco explorador turco Oruc Reis ha realizado sus investigaciones sin interrupción en el Mediterráneo Onriental sin tener en cuenta las suaves declaraciones emitidas por Europa. Además, el presidente Donald Trump, que ha logrado éxitos en política exterior en el Medio Oriente y los Balcanes, inicialmente no logró reducir las tensiones después de sus conversaciones telefónicas con el primer ministro Mitsotakis y el presidente Erdogan. Rusia, que tiene muy buenas relaciones con Turquía, podría estar dispuesta a ayudar a disipar las tensiones, si se le exige.
En el nivel de la diplomacia pública, Turquía amenaza a Grecia casi a diario, lo que aumenta el riesgo de un incidente militar. (A mediados de agosto, la fragata griega Limnos chocó accidentalmente con el barco turco Kemal Reis, dañando el lado derecho de la popa de este último).
En un escenario óptimo, las actividades del Oruc Reis se congelarán a mediano plazo en respuesta a la presión diplomática de Estados Unidos y Alemania, aunque lo que seguirá en última instancia sigue siendo oscuro. La OTAN ha estado en gran parte ausente de las tensiones en el Mediterráneo, más bien confirmando el comentario de «muerte cerebral» del presidente francés Emmanuel Macron sobre la organización. La OTAN está llevando a cabo conversaciones técnicas para salir del conflicto, pero no da más detalles.
Una opción que parece viable pero necesita una mayor elaboración es un diálogo multilateral con la participación de los países del Mediterráneo Oriental y agentes externos. El presidente del Consejo de la UE, Charles Michel, se ha pronunciado a favor de una conferencia multilateral. La existencia del East Med Gas Forum (EMGF), una iniciativa que incluye a Egipto, Israel, Grecia, Chipre, Jordania, Italia y la Autoridad Palestina, destaca la importancia de la colaboración regional entre socios para cuestiones energéticas en la Cuenca. Sin embargo, es necesario especificar la agenda de la conferencia propuesta por Michel.
Esto también se aplica a los países que podrían asistir. Israel, por ejemplo, ya ha comenzado a exportar gas natural de sus propias reservas y no acoge con entusiasmo la participación de la UE en los asuntos de Oriente Medio (esto es particularmente cierto después de la consecución de los Acuerdos de Abraham). Además, la representación de Líbano, Libia y Siria, así como de Chipre, lo cual satisfaría tanto a Anastasiades como a Erdogan, podría arruinar la idea.
La historia no sugiere motivos para el optimismo. Las aguas del Mediterráneo siguen siendo motivo de discordia y, en ocasiones, de peligro.
Fuente: BESA CENTER
Traducción: Gastón Saidman