La prensa árabe participa de la guerra de propagandas en medio de la pandemia

En la época que estamos viviendo, la modalidad preferida para la guerra se traslada a frentes que no son solo los de la batalla militar: la guerra por la opinión pública, la guerra comercial, y las disputas culturales y políticas. En medio de la pandemia del coronavirus, ésta no se ha detenido, como tal podemos ver en la animosidad entre Estados Unidos y China respecto de cómo opina uno del otro de la forma de gestionar el mundo. La prensa árabe, con su habitual tono conspirativo, ha tomado partido por China apelando a su clásico odio a Estados Unidos e Israel.

El tono conspirativo de la prensa árabe no es una mera anomalía atribuible a algún grupo extremista o fanático, forma parte de su forma de ver el mundo ya que los países islámicos se han cerrado a la influencia de la modernidad occidental, y además de ello estudian cómo combatirla en su territorio.

Tras la propagación del coronavirus, la prensa árabe demonizó la imagen israelí de una manera absurda, queriendo convencer que es una conspiración urdida junto a los Estados Unidos para derrotar definitivamente el mercado chino, culpando a la potencia asiática de transferir la epidemia.

La influencia de la visión del mundo de la prensa árabe, si bien circunscripta especialmente al público de los países del Medio Oriente, también tiene sus ecos en Occidente.

Un informe de la empresa encuestadora húngara Inspira Ltd, realizado a la población europea a un grupo de ciudadanos de 18 a 75 años, nos muestra que el veinticinco por ciento de los entrevistados no ve legítima la postura de Israel y EEUU contra sus enemigos, o sea que sus políticas son el motivo supuesto por el cual muchas personas los odian. El 27% no considera que Israel sea el único país democrático en el Medio Oriente. El veinticuatro por ciento piensa que la política israelí hacia los palestinos justifica un boicot internacional a Israel y el mismo porcentaje piensa que los israelíes se comportan como nazis hacia los palestinos.

En esas condiciones de la opinión pública occidental, no es muy difícil para los países islámicos radicales divulgar información errónea en su guerra asimétrica (en el clásico estilo de propaganda de que Israel mata niños deliberadamente, etc.)

Algunas opiniones recientes destacables

A principios de febrero el columnista sirio Hussein Zakar manifestó que, el virus es solo una creación de los Estados unidos para afectar la economía china, catalogando el conflicto como “una guerra biológica y psicológica”.

Hoy, un tiempo después de esta publicación notamos que incluso los Estados Unidos podrían tener muy buenas excusas para culpar a China, en un momento donde China también esta cambiando su argumento del origen del virus, diciendo que el mismo llegó después de un ejercicio militar americano en la ciudad de Wuhan. Aquí estamos en una guerra informativa en la cual se crea desde ambos lados desinformación que nos pone en duda sobre la responsabilidad de cada uno en el asunto.

El columnista sirio no tuvo en cuenta sin embargo la pregunta que el gobierno estadounidense planteó: ¿Cómo pudo ser que Beijing no pudo identificar, detener o advertir sobre el virus desde el principio teniendo en cuenta que ellos fueron los primeros en ser afectados?

Lo positivo de esta historia pero que deja dudas es ver que China es el primer país que se está recuperando, e incluso, como otras potencias coquetea con la prensa de poder haber encontrado una posible cura que se aplicará a fines de año, lo que también está promoviendo el gobierno americano.

Frente a esta realidad podemos concluir que lo dicho por la prensa árabe solo tuvo como finalidad acrecentar su odio a los oponentes de la política americana, la cual por supuesto siempre la relacionan con Israel, pero la realidad definitivamente parecería ser otra, la de una nueva guerra fría, donde ahora los medios influyen de forma más expresamente política en la opinión publica, y el contexto se enmarca en una disputa por la legitimidad, por la cual cada potencia quiere demostrar que será la primera en sacar la vacuna.

Semanas después de su columna, pudimos ver que la realidad no fue como lo describió Hussein Zakar.

¿Una estrategia israelí para ganancia propia?

En un artículo publicado el pasado 2 de febrero por el diario saudita Al-Watan, el periodista al-Shahari tuvo una profecía diciendo que todo es una farsa para que Israel consiga crear una vacuna y poder ser vendida al mundo.

El ejemplo que da en su artículo se basaba en que “no es casual que Israel no haya tenido ningún afectado”. Teniendo en cuenta la fecha publicada del artículo, hoy, le realidad lamentablemente es distinta ya que Israel cuenta en este momento con mas de 2000 afectados, 8 muertos, 40 en situación grave y 70 curados.

Israel está en la línea del resto de los países avanzados buscando la solución al problema, pero el ejemplo que al-Shahari expone se contradice a sí mismo cuando habla sobre Mark Sharp, propietario de la empresa que descubrió la droga que solucionó la gripe aviaria y presenta como sospechoso al gerente de la empresa misma, el Sr. Donald Rumsfeld, ex secretario de seguridad de los Estados unidos durante un periodo de cinco años, a quien se lo culpa de haber mantenido esta información en secreto. Si lo relacionamos con la guerra fría como lo explicamos más arriba, esto bien podría invertirse y aplicar la misma lógica a la conducta china, que podría haber creado el virus para afectar a Occidente, sintiéndose acorralada por las sanciones de los Estados Unidos que afectaron su economía.

Esto último también responde al artículo del periodista egipcio Ahmed Rafat quien en su publicación asegura que la estrategia americana es dañar la reputación y la economía china. En síntesis, por mas que al-Shahari titule su artículo “No es casualidad que el coronavirus no afecte a Israel” su contexto dirige el dedo acusador hacia EEUU refiriéndose a la guerra de mercado que hace tiempo conocemos.

En estos días pedimos estar más atentos a la prensa, pero en especial a esa que no siempre entendemos, los medios de comunicación de habla árabe saben que Occidente no llega siempre a entender como se mueve y se habla en Medio Oriente. A la inversa, la prensa y la cultura árabe e islámica sí conoce al Occidente y aprenden sus idiomas. De este modo podremos entender también cómo logran influir en la opinión pública occidental.