Irán y su elite gobernante están pasando por una gran momento, el ataque a las instalaciones petroleras de Aramco, si bien los medios indican que fue una ofensiva a Arabia Saudita en realidad los mayores accionistas de esta son americanos, por lo que también es un ataque a los Estados Unidos, país que supuestamente tendría que haber respondido pero no lo hizo.
El interés de los Estados Unidos por el Medio Oriente se expresa en muchos aspectos, quizás su manifestación más conocida es la manera en la cual impone su influencia en distintos puntos estratégicos donde logra junto con sus aliados de la zona marcar su territorio de control.
La razón es simple, Estados Unidos como bien sabemos juega el papel del policía bueno y cuidador de las fuentes minerales alrededor del mundo, siendo el petróleo su mineral preferido lo que lo lleva a realizar un gasto de inversión que comienza desde la expedición siguiéndole la perforación, la extracción, el transporte y refinación, ahora teniendo esto en cuenta entendemos que no puede pasar por alto la fuerza militar que tampoco le es gratis para cuidar esos terrenos, en especial en una zona tan conflictiva como lo es Oriente Medio.
Si bien se puede dar diversos ejemplos en como Estados Unidos intervino en conflictos bélicos, los más relevantes serían la guerra del Golfo en 1990-1991, y su segunda parte en el 2003 la cual terminó con la dictadura de Saddam Hussein.
No podemos decir que los resultados fueron positivos, la primera Guerra del Golfo alejó a los iraquíes de los yacimientos de Kuwait donde EE.UU. tenía sus empresas perforadoras, sí, pero no logró destronar a Saddam Hussein quien disfrutaba de un victorioso status como líder del mundo árabe ya que si bien sus tropas retrocedieron frente a la coalición militar liderada por el Presidente de los Estados Unidos George Bush Senior, estas lo hicieron quemando los pozos petroleros, afectando una gran parte del mercado energético en Occidente, y es más, recordemos que Hussein también atacó a Israel con misiles que llegaron hasta Tel Aviv y Haifa y hasta logró poner en alerta roja a Arabia Saudita, justamente esta actitud lo mantuvo como un líder fuerte y capaz de hacer frente al líder más fuerte del mundo, algo sumamente admirado y respetado en la cultura política del Medio Oriente. La segunda batalla ocurrió en el 2003 conocida como «Invasión de Irak» la cual terminó con el tirano pero dejó una política desorientada en Irak y sin control arrastrando al país y sus vecinos al caos que conocimos con el ISIS.
Irán hoy
Irán es la amenaza actual y también su influencia por liderar el mundo árabe dentro de una guerra que está dirigida en todo sentido contra Arabia Saudita, el problema es que la está ganando y parece ser que Donald Trump no muestra una postura fuerte contra este enemigo. Quizás Trump es consciente que una ofensiva militar al igual que sus antecesores podría tener resultados nefastos.
Ahora analicemos la política moderna, la cual intenta ser tolerante y serena en el momento de tomar armas en mano, pero que no se queda atrás cuando hay que imponer sanciones ¿Verdad? Entonces veamos cómo esta afectando actualmente esta política e intentaremos ver las dos caras de la moneda.
Irán en su mejor momento
Irán y su elite gobernante están pasando por una gran momento, el ataque a las instalaciones petroleras de Aramco, si bien los medios indican que fue una ofensiva a Arabia Saudita en realidad los mayores accionistas de esta son americanos, por lo que también es un ataque a los Estados Unidos, país que supuestamente tendría que haber respondido pero no lo hizo.
Esta actitud está afectando a la imagen de Trump en Medio Oriente hasta el punto que Irán se ve su mejor momento y bajo esta realidad ve una oportunidad de actuar quizás bajo el lema de “Ahora o nunca” desde cumbres de altos rangos de su ejército donde amenazan en el sentido de burlar la imagen del mundo occidental. El problema es que esta vez no solo se quedan con palabras como acostumbraron a hacer creer a la prensa, sino que ya en estos meses Irán esta realmente cumpliendo con sus amenazas con ataques a través de organizaciones terroristas que impulso por todo el mundo como Hezbollah en el sur del Líbano o los hutíes en Yemen.
Esto se refleja en cómo Arabia Saudita está criticando la serenidad del presidente americano catalogándolo como un ex aliado de la región, ensuciando la imagen de Muhammad bin Salman, quien es el arquitecto de la guerra contra los rebeldes hutíes en Yemen. El ataque iraní desde Yemen dejaron a los sauditas como unos fracasados políticos que ni siquiera ellos pueden defender las instalaciones petroleras que les otorgan unos 10 millones de barriles por día, con alrededor de 100 campos petroleros activos protegidos por el sistema «Patriot» de defensa aérea americanos los que resultaron ser ineficaces para pilotar aviones no tripulados. El palacio real saudí se encuentra perdido frente a esta amenaza y continúa bombardeando en Yemen a objetivos insurgentes hutíes y hay severas críticas de que los bombardeos también están dañando a civiles inocentes.
Amenaza abierta contra Israel
Ahora Irán se siente segura de amenazar a Israel, donde ya incluso marcó su terreno de alguna manera activando drones en el borde con Siria. La inteligencia y las capacidades operativas de Irán en el ataque a las instalaciones petroleras sauditas deberían ser motivo de gran preocupación para los niveles políticos y militares de Israel, y si bien es verdad que Israel logró hasta el momento hacer fracasar todo ataque directo de Irán, en cualquier caso, es probable que los iraníes aprendan las lecciones del exitoso ataque en contra de Arabia Saudita para implementar el próximo ataque que planea contra Israel. Es por eso que el sistema de defensa aérea de Israel, especialmente cerca zonas estratégicas del el país, hoy debería ser el objetivo prioritario de las FDI después del ataque a las instalaciones petroleras sauditas, y no se debería subestimar esta amenaza, creando un plan de emergencia como respuesta hacia un futuro en sitios estratégicos israelíes.
Trump y la política de Franklin D. Roosevelt
Tanto el ministro de Relaciones Exteriores americano Pompeo como el senador Lindsay Graham describió el ataque iraní contra Arabia Saudita como un «acto de guerra», pero el presidente Trump insiste en que «la moderación es un acto de fuerza”.
Pero ¿qué tal si esto es una estrategia política justo antes de las elecciones en los Estados Unidos? Trump podría no querer involucrarse en otra guerra en el Golfo Pérsico, no justamente durante el período previo a la carrera presidencial que le otorgará otro período.
Los apasionados a la historia, aquellos que van más allá de leer las noticias inmediatas y quieren profundizar más lo ocurrido se acordarán muy bien de Pearl Harbor, donde años antes el candidato a presidente de EEUU prometió en su campaña no llevar a su país a otra guerra, él sabía muy bien que el legado de la Primera guerra mundial le afectaba ya que la sociedad americana no quería vivir otro desastre al mismo tiempo que otra guerra era una oportunidad para los Estados Unidos en marcar territorio en Europa. Ganando las elecciones en 1933 ya sabía muy bien lo que se estaba despertando en el viejo continente, y si bien se mantuvo al margen al principio de la Segunda guerra mundial en 1939, el famoso ataque a Pearl Harbor le abrió la puerta para mandar sus tropas a formar parte del conflicto. Hoy existen historiadores y analistas que lo culpan de este ataque, que en simples palabras pudo haber sido una maniobra de la dirigencia americana para romper su promesa y participar de la guerra, utilizando el ataque contra sus instalaciones militares en el puerto hawaiano como excusa. El resto fue historia.
La pregunta no sería el porqué de la actitud de Trump ahora, la pregunta que justamente los iraníes se deben hacer antes de seguir haciendo ruido y amenazando al mundo es: ¿Cuál será la actitud de Trump después de las elecciones?