La guerra de Rusia y Ucrania y su influencia en Medio Oriente
Gastón Saidman
La invasión de Rusia a Ucrania captó el centro de la atención con justa razón poniendo en segundo lugar la preocupación internacional sobre la pandemia, que el mundo viene padeciendo desde hace más de dos años.
La tercera guerra mundial es un tema del cual se viene hablando hace rato, incluso ya aparecía en los diálogos de mesas políticas como una fantasía que todos estábamos esperando, eso podría ser por que nos llenaron de historias sobre la última guerra mundial, vimos películas y nos emocionamos más de una vez escuchando heroicas historias de esa época que parecería de alguna manera crear un anhelo en la sociedad de hoy que desea ser parte de algo así. Esto es algo extraño. De la tercera guerra mundial ya se comentó y especuló dónde estallaría, el problema es que ahora realmente podría estar pasando pero el mapa político social es totalmente distinto a lo imaginado, hay nuevos países y nuevas potencias en juego y por sobre todo conflictos que con el tiempo se fueron desarrollando y hoy están influenciados por la naciente guerra en Europa.
Hace más de 40 años que el Medio Oriente vive una guerra la cual podríamos llamar «tibia», por una parte porque si la comparamos con la guerra fría aquí también existe la lucha por el control ideológico en este caso los sunitas y los chiítas, y por otra parte porque también en Medio Oriente no se limitan con influenciar solo en la opinión popular, si es necesario y sin mucha conversación, se llega al conflicto armado.
Estos conflictos regionales, actualmente, están bajo la influencia de las potencias que crean dos campos actuales, los que están con Rusia y los que están con Ucrania. Intentaré explicar qué sucesos están ocurriendo en Oriente Medio en paralelo a lo que está pasando en Europa.
Suceso número uno: amenaza iraní
En medio de todo el caos, crece la amenaza iraní y se fortalece el Hezbollah en el Líbano. Las negociaciones de Viena quedaron ensombrecidas ante la guerra de Rusia contra Ucrania. Esto posiciona a Irán un paso más adelante ante su nefasta ambición de avanzar con su proyecto nuclear y por supuesto materializar la amenaza contra Israel, quien no se quedará atrás si ve que los iraníes empiezan a concretar sus objetivos.
Después que en las nuevas conversaciones en Viena eventualmente levanten parte de las sanciones a Irán, los iraníes renovarán sus ventas de petróleo, obteniendo enormes ganancias, y estas serán invertidas en tecnologías militares que hasta el momento pudieron emplearse parcialmente en las fronteras de Israel, nos referimos a los vehículos aéreos no tripulados de Irán, Hamás y Hezbollah, los cuales ahora podrían llegar a gran escala.
En relación a los conflictos armados, los estadounidenses han perdido su poder, incluso notaremos que han abandonado su postura defensora hacia los países del Golfo y, en el pleno conflicto en Yemen ha retirado de la lista de organizaciones terroristas a los hutíes que operan bajo el ala de Irán contra Arabia Saudita
Hace unos días el portavoz del ejército israelí anunció que hace un año las FDI interceptaron dos vehículos aéreos no tripulados que venían en dirección hacia Israel desde Teherán y lograron penetrar en el cielo israelí, esto fue gracias al apoyo de la cooperación de países vecinos con los cuales Israel mantiene una relación. Se pudo informar que estos vehículos aéreos llevaban armamento, y según funcionarios de seguridad israelíes, Irán también ha ampliado recientemente sus actividades para transferir armas a Siria y Líbano, lo que incluye el contrabando de drones, misiles de precisión y sistemas de defensa aérea.
Esta información es relevante para entender cómo se están comportando los campos políticos en el Medio Oriente. Israel no es justamente un país que esté a favor de la posición rusa, pero no se alinea al campo occidental hasta el final ya que precisa de la influencia rusa en Siria la cual le permite operar militarmente contra el accionar de Irán y el armamento que se traslada a Hezbollah y Hamas. Irán realiza una apuesta y mantiene su postura pro rusa mucho más abierta y lo cual en cierta forma es también una actitud anti occidental.
Suceso número dos: crisis nutricional
Ucrania es uno de los países exportadores de trigo más importante con un gran número de clientes en el Medio Oriente, tomaremos como ejemplo el Líbano quien importa hasta un 60% de trigo y cereales tanto de Ucrania como de Rusia, según ha informado a través de su Ministro de Economía Amin Salim que el gobierno libanés se ve obligado a reducir su importación y por ende el consumo de trigo, utilizando el poco recurso que le queda para la elaboración de pan al mismo tiempo que busca otras fuentes para la importación de cereales. El interrogante es qué pasará cuando se termine el suministro de trigo y la importación, probablemente se tengan que enfrentar junto a otros países importadores a una crisis alimenticia sumándole la crisis económica que países de Medio Oriente están pasando. En este rubro, el futuro no está muy claro.
Suceso número 3: decepción y cambio de aliados políticos
En los últimos años notamos un cambio significativo en cuanto a las políticas exteriores de las potencias de Occidente. Este cambio se refleja al ver el líder mundial los Estados Unidos conducido por Biden con actitudes poco convencionales y muy lejos de la conocida postura americana como defensora de sus aliados.
Esta política norteamericana parece reflejar que esa defensa ya no existe y los aliados políticos de los Estados Unidos ante esta nueva realidad se ven obligados también a cambiar sus estrategias. Algunos ejemplos ilustran esta situación. Uno es el desprecio o minimización del gobierno estadounidense a las críticas por su tolerancia hacia las actitudes de países hostiles que amenazan públicamente la seguridad internacional como es el caso de Irán. Lo más probable es que dentro de poco tiempo se le cancelarán las sanciones en su contra y se fortalecerá económicamente. Otro suceso que refleja esa política de EEUU es la inútil retirada de Afganistán dejando el paso a los talibanes para seguir imponiendo su radicalismo. Al dejar a estos últimos como los ganadores, es una peligrosa demostración para la calle árabe radical o simpatizante del islamismo que con perseverancia, paciencia y dedicación se le puede ganar al enemigo y debilitar su imagen.
El punto de vista cambia también para sus aliados como los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita quienes se están replanteando sus estrategias políticas después de sentir una gran decepción por la falta de intervención del gobierno americano, y ante la guerra entre Rusia y Ucrania, al no ver una decidida postura en favor de la defensa de sus países, se abstienen a dar una crítica definida a Rusia para no perder las relaciones con la potencia que sin duda tendrá un protagonismo importante en la escena internacional los años que vienen.
El problema es que esta guerra en Europa está demostrando que los Estados Unidos ya no es la potencia que fue, y que la OTAN tampoco puede proteger a sus amigos, por lo cual tanto los emiratíes como los sauditas también comenzaron a proteger sus intereses.
El pasado 3 de marzo, el Embajador de los Emiratos en Estados Unidos manifestó que debido a la conducta del gobierno americano de dejar de lado y no proteger los intereses mutuos en el Medio Oriente, las relaciones diplomáticas se encuentran en peligro. Esto se reflejó en el momento que el 8 de marzo el Wall Street Journal informara sobre una supuesta comunicación telefónica de Biden tanto al príncipe heredero emiratí como al príncipe de Arabia Saudita para dialogar sobre la extensión de la producción del crudo, pero ninguno de estos dos aceptó atender el llamado. Además, este pedido va en contra del interés de Arabia Saudita que justamente consiste en reducir la producción de petróleo para elevar su precio.
Los medios de comunicación siguieron informando sobre la posibilidad que los sauditas sopesen recibir pagos de China con su moneda yuan por el petróleo vendido, lo que debilitaría el dólar en el mercado internacional del crudo. Las críticas no tardaron en llegar desde Occidente, y como respuesta tanto los Emiratos Árabes como el reino Saudita sostienen: «si Estados Unidos se mueve en la zona según sus intereses sin tenernos en cuenta, nosotros haremos lo mismo».