La crisis de innovación industrial de EEUU como trasfondo de los hechos actuales

por | Jun 14, 2020 | Economía, Política, Portada | 0 Comentarios

El momento más difícil de una época es cuando ésta llega a su fin… al menos, para quienes anhelan quedarse en el pasado

A través de la historia de los Estados Unidos, los periodos de inestabilidad social son expresiones de próximos reajustes internos que modifican la relación institucional y socioeconómica. La última serie de protestas civiles (impulsadas por el tema racial) no son la excepción, y representan la tracción inicial de un nuevo periodo de cambio que tendrá efectos internos y repercusiones geopolíticas durante el resto del siglo XXI.
Las primeras expresiones del inicio de este periodo de cambio ocurrieron durante la campaña presidencial del 2016: Donald Trump – que pretendía llegar a la Casa Blanca a través del Partido Republicano – se presentó como un candidato contra el establishment político de Washington (al que señaló como “traidor”) portando una agenda política en torno a la promesa de “Make America Great Again”. El slogan de campaña simbolizaba las fuerzas impersonales que se encontraban en conflicto resaltando las fallas del sistema que alimentaban la futura crisis:

a) Falla Institucional: el mayor desafío para el gobierno de los Estados Unidos no es el dinero, ni la deuda, tampoco el tamaño o extensión del mismo. Desde finales de la Segunda Guerra Mundial, ha sido dominado por la filosofía de los expertos a través de múltiples órganos de la administración pública que han competido entre sí (por obtener mayor presupuesto), más que cooperado. Además de estas diferencias, el enfoque hacia los determinados problemas ha sido más técnico/aislado que integrado en una política estratégica; el resultado, un aparato gubernamental que perdió contacto con las necesidades sociales y con una capacidad de reacción lenta que termina convertida en múltiples políticas públicas que elevan el costo y reducen su efectividad ante determinado desafío. Abunda el conocimiento, pero escasea la sabiduría.

b) Falla Económica: cuando Trump replicaba el “Make America Great Again”, la frase no hacía mucho sentido a la clase económica basada en la alta tecnología, pero tocaba una fibra sensible en la clase industrial (que anhelaba los días de oro del Rush Belt). La transicióneconómica desde una industria basada en la manufactura a una que lo hace en la alta tecnología comenzó durante la década de 1980 y se consolidó durante los noventa y los primeros años del siglo XXI. La crisis económica del 2008 le hizo entender a la industria manufacturera que la importancia que tenía (en el índice del Producto Interno Bruto) había sido desplazada por la alta tecnología, reduciendo su poder político y derivando en la tercera falla.

c) Falla Social/Cultural: así como existen ganadores en los cambios económicos, también hay perdedores. Inevitablemente, la desigualdad económica evoluciona en inquietud social: la clase económica que pierde relevancia comienza a sentirse acosada culturalmente por las demás. El debate actual entre conservadores y progresistas obedece a esta dinámica, y se integra al mismo el tema racial (siempre presente) y la amenaza cultural de las minorías.

En esta época de cambio, es natural que el debate público sea monopolizado por las voces más radicales de ambas alas de la opinión pública, y se concentre en factores que señalan el núcleo del orden social. El equilibrio también es natural, y se llega a éste cuando ambos grupos radicales se agotan entre ellos para ceder su lugar a voces más moderadas que derivan en el compromiso. El espíritu de la democracia americana, así como su estructura es perfectamente capaz de hacer eso, y así ha logrado sobrevivir a múltiples y tensas crisis a través del tiempo. Irónicamente, lo que más lástima es la pérdida de esperanza en el “sueño americano”, y ese es el punto que tienen en común la mayoría de estadunidenses, sin importar su etnia, raza, religión o preferencias.

Silicon Valley Silicon Valley

La falla institucional será corregida por medio de un cambio en la filosofía gubernamental: se necesitará una nueva estructura gubernamental que se adapte a los desafíos de un mundo complejo,y dé respuesta en tiempo real a las situaciones clave con el potencial de crear problemas más amplios. En esta carrera de ideas, la burocracia más grande – y con mayores recursos del gobierno estadunidense – lleva la delantera: el Pentágono. Durante más de quince años, las fuerzas armadas de Estados Unidos han flexibilizado sus procesos de toma de decisión enfatizando las circunstancias locales para generar soluciones locales que tengan impacto en contextos más amplios, agilizar el aprendizaje ante situaciones adversas y fomentar soluciones creativas desde el nivel táctico/local que se replican horizontal y verticalmente de la estructura de mando.

Dicha adaptación no sería posible sin un proceso de comunicación más ágil, ni una mayor integración entre sus partes que supere la lentitud en el esquema de identificación del problema, debate sobre soluciones y despliegue de recursos. Ante una necesidad, los círculos de poder de Washington optan por adoptar medidas probadas y desplegadas.

La industria de la alta tecnología adquirió mayor importancia económica y política; es una industria madura, pero con poco margen para la rentabilidad económica. Así como la grandeza de la industria automotriz representada por General Motors se alimentó de innovaciones previas, la industria de la alta tecnología necesitará una revolución que le dé nuevo impulso.

La expansión de la red 5G y el amplio espectro de opciones para la Inteligencia Artificial en los múltiples campos del desarrollo humano, la renovada carrera espacial y la competencia por el desarrollo de nuevas fuentes de energías más limpias, se vislumbran como el nuevo centro de gravedad para esa industria; hasta que un nuevo enfoque altere su carácter o ceda su lugar a una nueva industria que con mayor rentabilidad económica. Solucionar la falla socioeconómica requerirá de una un cambio en el modelo que permita a las clases económicas desplazadas por el inevitable cambio tecnológico a la educación que les permita abrir nuevas oportunidades para su desarrollo y crecimiento individual: un enfoque que los haga parte de la riqueza nacional, no que los desplace.

Finalmente, ambos cambios crearían un dinamismo interno que tendría repercusiones en el resto del planeta (en diferentes grados y con distinto alcance), consolidarían los cambios en política exterior que Washington ha señalado los últimos años y modificarían la relación de Estados Unidos con el mundo.

Descubre más desde Oriente Medio

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo