Dialogamos con el profesor Alberto Spektorowski de la Universidad de Tel Aviv, investigador de larga trayectoria sobre el fenómeno de los nacionalismos – uno de sus libros es el canónico Autoritarios y populistas. Los orígenes del fascismo en la Argentina (Lumière, 2013), y con experiencia como asesor en los conflictos vasco-español y palestino-israelí
Oriente Medio News.- Hola, Alberto. Gracias por dialogar con nosotros. ¿Cómo ha logrado Hamás engañar al establishment de seguridad israelí haciéndole creer que no estaba interesado en una escalada, logrando incluso concesiones importantes de Israel como apertura de fronteras y aumento de permisos de trabajo de gazatíes que viajan a Israel?
Alberto Spectorowsky.- Gracias a ustedes. Bueno, lo lograron porque entendieron la posición de Israel. Tal posición consistía en no negociar con la Autoridad Palestina porque a ella hay que hacerle concesiones territoriales, y aparte porque esta última tiene en vilo a Israel con su terror diplomático (N. de R.: rechazo a cualquier tipo de oferta de solución política y promoción del boicot a Israel por todos los medios).
La alternativa era mantener una relación con el enemigo potable, esto es Hamás, un grupo terrorista criminal pero que es soberano sobre un territorio y sobre una población a la que debe atender. Se pensaba que la entrada de dinero y la dependencia de la población en el bienestar que le puede otorgar Hamás era la clave de tener un «enemigo potable y confiable».
En Israel hasta se pensó en ofrecerles la construcción de un puerto. Hasta la derecha más radical en Israel quería que en Gaza se viva bien. Más bienestar, menos ganas de pelear tendrán – era la lógica. Ese fue el pensamiento que permitió todo esto y es ahí en donde está el error principal. Israel no quiso ver o no apreció correctamente que Hamás se armaba y que el dinero se destina a túneles y misiles y no al bienestar de la población.
Se sabía que el diálogo con Hamás equivalía a un cruce de misiles cada seis meses, con muy pocos o ningún destrozo importante gracias a las tecnologías de defensa como la Cúpula de Hierro. Eso durmió a Israel. Falló la concepción totalmente.
OMN.- ¿Qué consecuencias piensas que tendrá para quienes aspiramos a la paz estos últimos hechos, sobre todo por las esperanzas que generaron los acuerdos de normalización y paz con los países árabes? ¿Sirven las experiencias pasadas de la paz con Egipto, Jordania y ahora con los Emiratos como inspiración para una paz con los palestinos?
AS.- Esto tira por la borda el proceso de normalización con Arabia Saudita o por lo menos lo pausará. Para retomarlo, Israel necesitará de una victoria contundente frente a Hamás y frente a Hezbollah en el norte. Es lo único que cuenta. ¿Cómo se ve una victoria? En términos concretos, sucede cuando Hamás pide a gritos cese de fuego y no se lo conceden.
En ese momento, Estados Unidos, Arabia Saudita e Israel llegaron a una coalición de intereses. Los Emiratos, que ya condenaron a Hamás, también mantendrán una dura oposición al grupo terrorista. Y tristemente, las aspiraciones palestinas en este escenario mueren con la última incursión asesina del Hamás. Esto tiene paralelismos con Pearl Harbor y veremos que tenderán a funcionar de la misma forma. Para desgracia total de los que aspiramos a una paz pactada, opción que estaba media muerta antes de esto, ahora ha muerto totalmente.
OMN.- Es de sentido común cuando uno estudia hechos históricos encontrar el potencial violento de las narrativas y políticas nacionalistas, que aspiran a oprimir, subyugar, o incluso asesinar al otro dentro de ciertos marcos racionales orientados a fines (conquistas territoriales, económicas, colonización). Pero el nazismo, el Estado Islámico rompieron esos marcos racionales por sus aspiraciones al genocidio del otro, ya sin fronteras o límites demarcados por lo que Weber llamaría acción racional con arreglo a fines. La lucha nacionalista palestina, tanto laica como religiosa, ha estado siempre impregnada de fantasías genocidas, y la última incursión barbárica de Hamás lo ha demostrado en la práctica. ¿Ha llegado el momento de aceptar que hay una tipología del Mal y que el Mal absoluto no puede sino ser combatido totalmente o contenido para siempre?
AS – Concuerdo. En líneas generales, la política se ha tornado Schmittiana. No hay política sin enemigo. Creo que en todas las democracias hoy estamos viendo una suerte de Schmittianismo. Pero lo que se ha visto de Hamás sí se puede llamar mal absoluto. Asesinato sin consideracion de chicos, ancianos y mujeres es algo que se puede denominar mal absoluto. Y yendo más al grano sobre la lucha palestina, nunca supieron entender con un poco de pragmatismo cómo podían lograr sus fines. El islamismo de Hamás los llevará a su destrucción. El daño que le causan a Israel es inmenso, el dolor provocado por su barbarie es indescriptible, pero nadie va a echar a Israel, y considero, con cautela lo digo, que Israel saldrá más fuerte moralmente que antes.
OMN.- Varios países han demostrado solidaridad con Israel y han condenado enérgicamente la ofensiva de Hamás, a diferencia de ocasiones anteriores en las que se expresaban con reservas. Se llegó a cuestionar incluso la ayuda económica que llegó durante décadas hacia las entidades políticas palestinas -que se otorgaban curiosamente sin exigencias de erradicar la educación de odio genocida hacia el judío y hacia lo occidental, ateo, cristiano o no-musulmán. ¿Qué variables piensas que motivan estos cambios repentinos y muestras de solidaridad?
AS.- Voy a ser muy concreto aquí. Las imágenes que se vieron y que se siguen difundiendo no dejan lugar a dudas, nadie puede ser ajeno a tal nivel y demostración de barbarie. Dicho lo anterior, creo que la solidaridad con Israel terminará cuando comience a defenderse realmente. La hipocresía es parte de nuestras vidas en el Occidente democrático.