Georgia*: la resistencia ignorada

por | Ene 14, 2025 | Blog, Ensayos | 0 Comentarios

Por 40 días consecutivos amplios sectores de la sociedad georgiana se han volcado al espacio público no sólo de la capital, Tbilisi, sino a lo largo y ancho del país. Bajo el grito “არჩევნები” (archevnebi: elecciones) los georgianos desafían los designios autoritarios, corrupción y alejamiento de Europa del gobierno encabezado por el partido Georgia Dream y su oligarca fundador, Bidzina Ivanishvili.

Para medir el grado de descontento basta decir que sólo en las últimas dos semanas se han llevado a cabo 178 protestas tanto en Georgia como por parte de la diáspora georgiana presente en Europa, Estados Unidos y Canadá. En las protestas han participado desde activistas políticos, estudiantes, profesores, periodistas, hasta funcionarios públicos, pensionados, trabajadores del sector público y privado, más de 2,400 empresas georgianas han emitido comunicados públicos respaldando las manifestaciones y apoyando el futuro del país en la Unión Europea y varios embajadores han presentado su renuncia al ilegítimo e ilegal gobierno.

Si bien las protestas tuvieron como catalizador el fraude electoral cometido por el gobierno en las elecciones del 26 de octubre de 2024 la movilización masiva es contra el régimen. La sociedad georgiana entiende que el fraude electoral fue sólo una estrategia más en un proyecto de desconexión de Europa, de debilitamiento de la democracia y de vuelta a las formas corruptas, autoritarias y violentas que caracterizaron a Georgia durante las primeas décadas de su vuelta a la independencia.

Durante las elecciones de fines de octubre se reportaron todo tipo de irregularidades que llevaron a observadores, tanto locales como internacionales, a declarar que el proceso fue viciado e ilegítimo. La coalición de monitoreo electoral WeVote ha comprobado la manipulación de más de 300 mil votos (el 20% de la votación total) e informó de un complejo esquema de fraude electoral que incluyó votaciones múltiples, relleno de boletas, “voto en carrusel”, falsificación de tarjetas de identidad, manipulación de los sistemas de votación electrónica e intimidación y agresiones físicas de votantes en varios distritos por parte de personas no autorizadas y con vínculos al Georgia Dream.

Protesta "Sí a Europa, no a la ´ley rusa´"
Protesta «Sí a Europa, no a la ´ley rusa´»

Hay que destacar que también algunos observadores y representantes de partidos de oposición sufrieron agresiones físicas, abusos verbales y expulsiones injustificadas de los colegios electorales. En varios casos, la policía facilitó estas acciones, erosionando aún más la integridad del proceso electoral.

Los acontecimientos recientes, incluido el mencionado fraude electoral, demuestran que las fuerzas iliberales están ganando impulso en Georgia, país que había establecido avanzadas reformas democráticas durante la última década, especialmente después del trauma que significó la agresión rusa de 2008 y la posterior ocupación del 20% del territorio internacionalmente reconocido como georgiano que continúa hasta nuestros días.

Uno de los primeros resultados de esta tendencia iliberal en Georgia fueron los actos violentos cometidos contra la comunidad LGBT+ y periodistas durante la Marcha del Orgullo en Tbilisi del 5 de julio de 2021 en donde 53 periodistas resultaron heridos y un camarógrafo murió varios días después de ser hospitalizado. Estos incidentes provocaron contramanifestaciones de los sectores sociales prooccidentales, los medios de comunicación críticos y la oposición y marcaron el inicio de la resistencia social georgiana a un régimen que, poco a poco, cambiaba la retórica hacia Europa y Estados Unidos adoptando una postura amable y cercana a Moscú.

Esta crisis de 2021 fue aprovechada por el Georgia Dream para comenzar a utilizar a los movimientos de extrema derecha como contrapeso a su principal oponente político, el Movimiento Nacional Unido. Otra medida del Georgia Dream fue bajar el umbral electoral al 5% con el único fin de crear las condiciones para que pequeños partidos de extrema derecha lograran así entrar en el Parlamento y sirvieran como sus aliados.

La Iglesia Ortodoxa Apostólica Autocéfala de Georgia es otro factor impulsor de los valores iliberales en el país. Las encuestas de opinión sugieren que la Iglesia es la institución en la que más se confía pues el 79% de los encuestados la considera esencial para la formación de la identidad nacional. Esto ha sido capitalizado por el gobierno al apoyar a la corriente más conservadora, xenófoba y homofóbica de la Iglesia a la que se le permite que abuse regularmente de los privilegios patrocinados por el Estado a cambio de su apoyo electoral.

Otro socio del gobierno lo conforman los grupos de extrema derecha que, en los últimos años, han tomado mucha fuerza y visibilidad. Uno de esos grupos que destaca por su violencia es el llamado Marcha Georgiana, un aliado no parlamentario de la Alianza de Patriotas, fundada en 2017 y que agrupa a miembros neonazis y xenófobos que se enfocan en atacar a inmigrantes, miembros de la comunidad LGBT+, grupos liberales de orientación política prooccidental y periodistas independientes.

Protesta de la oposición contra el fraude electoral
Protesta de la oposición contra el fraude electoral

Lo anterior se suma a la aparición, en los últimos cinco años, de movimientos sociales conservadores dentro de la sociedad civil cuyos líderes tienen a menudo vínculos con el régimen de Vladimir Putin como lo muestran los casos del ya mencionado Bidzina Ivanishvili quien logró su fortuna en la década de los ochentas al vincularse con la oligarquía rusa. Frente a ese bloque conservador, racista y pro-Moscú se levantan amplios sectores sociales georgianos pro-UE, democracia y liberales.

En ese ambiente las cuestiones de género juegan un rol central en las tensiones políticas georgianas. Si bien durante décadas la politización en Georgia se basó en cuestiones de identidad nacional y soberanía territorial, más que en la identidad sexual y de género gradualmente el bloque iliberal ha utilizado los temas LGBT+ para atraer a votantes conservadores. Un ejemplo claro de esto fueron las declaraciones del Primer Ministro Irakli Gharibashvili quien afirmó que el 95% de los georgianos estaban en contra de la Marcha del Orgullo de Tbilisi y a favor de los “valores familiares tradicionales”.

Este caldo de cultivo conservador e iliberal creció y fue tolerado dentro de un sistema político/electoral que, como lo definen los reportes de Freedom House, se caracterizaba por contar con sectores de la sociedad civil y medios de comunicación muy activos, así como elecciones competitivas y periódicas. Oligarcas como Bidzina Ivanishvili comenzaron a incidir negativamente en los asuntos políticos y sociales del país y, con la llegada al poder de Georgia Dream, se retomaron prácticas de corrupción a nivel gubernamental. Ivanishvili y sus cómplices han limitado la libertad e independencia de los medios de comunicación nacionales al tolerar, y a veces motivar, agresiones e intimidaciones a periodistas, académicos y activistas políticos así como comprando medios de comunicación que replican la retórica gubernamental.

El año 2023 ya mostraba todos los signos de polarización y radicalización políticas. Mientras que el partido gobernante, Georgia Dream optaba por ampliar su base electoral iliberal y control en detrimento de sus promesas de reforma necesarias para conseguir el estatus de candidato a la UE, la mayoría de los partidos de la oposición fallaban en trascender sus programas políticos limitados y en convencer a amplios sectores sociales de votar por ellos.

Desde 2023 la mayoría de los georgianos se han rebelado contra un régimen que es antieuropeo en su esencia, que ha manipulado las elecciones y usurpado el poder público, capturando gradualmente todas las instituciones estatales del país y sometiéndolas al gobierno personal de Bidzina Ivanishvili quien sirve como instrumento de la dominación imperial del Kremlin a quien Ivanishvili y sus cómplices le deben su fortuna económica y poder político. El fraude electoral y las protestas que aún continúan en este país del Cáucaso del sur nos recuerdan que la democracia empieza a perder terreno no sólo por la agresión iliberal sino por la indiferencia del mundo aún democrático que abandona a los pequeños países como Georgia en aras de congraciarse con potencias regionales iliberales.

Mientras los medios de comunicación, élites políticas democráticas y la academia ignoran o minimizan la lucha social en Georgia el país enfrenta una peligrosa vuelta a su pasado represor, antidemocrático y a la sombra de la colonialista Moscú. No es menor lo que ocurre en Georgia, país central para la estabilidad y seguridad del Cáucaso del sur y un país que cuenta con una sociedad civil activa, pro europea y democracia.

La crisis en Georgia es profunda y solo nuevas elecciones democráticas y el restablecimiento de la legitimidad constitucional pueden empezar a resolver el problema.

* Si bien internacionalmente el país es conocido como Georgia el endónimo en georgiano es საქართველო (Sakartvelo) que significa «la tierra de la gente de Kartvelia».

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