El Imam y el Califa: figuras políticas del chiismo y sunismo
Oriente Medio News.- Muchas gracias, profesor Matthiesen por platicar con nosotros sobre el tema del Islam, sus corrientes internas y demás dinámicas históricas y actuales. Nos gustaría empezar conociendo un poco sobre su carrera académica y sus intereses de investigación.
Toby Matthiesen.- Soy historiador y politólogo con un enfoque en el Medio Oriente y el Islam Global. Actualmente soy Marie Curie Global Fellow en Stanford University y Ca’ Foscari University de Venecia en donde lidero el proyecto Sunni-Shii Relations in the Middle East. En el otoño de 2023 me uniré a la Universidad de Bristol como profesor titular de Estudios Religiosos Globales / Islam Global. Mi investigación a menudo implica trabajo de archivo y trabajo de campo. Soy autor de varios libros, que han ganado numerosos premios. Mi primer libro, Sectarian Gulf: Bahrain, Saudi Arabia, and the Arab Spring That Wasn’t (Stanford University Press, 2013), analizó el impacto de la Primavera Árabe en los Estados del Golfo y su intento de socavar la Primavera Árabe. Mi segundo libro , The Other Saudis: Shiism, Dissent and Sectarianism (Cambridge University Press, 2015) trató de la relación entre los chiítas saudíes y el Estado desde principios del siglo 20 y se basó en mi trabajo de campo en Arabia Saudita y archivos árabes hasta ahora no utilizados. Mi nuevo libro, The Caliph and the Imam: The Making of Sunnism and Shiism, es una historia global de las relaciones sunna-chiia y publicado por la Oxford University Press. Otros de mis intereses de investigación están relacionados con la historia de las Relaciones Internacionales y la Guerra Fría.
La cuestión de la naturaleza de las relaciones entre el sunismo y el chiísmo me preocupó desde que comencé a relacionarme con el Medio Oriente y el mundo islámico en general después del 9/11 y la guerra de Irak de 2003.
A través de cursos de idiomas como parte de mi licenciatura en Estudios del Medio Oriente en Europa, visité muchos países del Medio Oriente donde sunitas y chiítas y otros grupos religiosos vivían uno al lado del otro. Me fascinó esa diversidad religiosa, pero también me preocupé por las tensiones políticas y la violencia que a veces se expresaba en términos religiosos. Luego escribí mi tesis de doctorado sobre la política de la minoría chií en Arabia Saudita. Pero siempre sentí que se necesitaba un tratamiento más holístico del tema para reunir y comparar diferentes períodos y lugares. Es por eso que escribí The Caliph and the Imam.
OMN.- Al estudiar el Medio Oriente en general y el Islam en particular, surge la cuestión de las divisiones internas del Islam. Se suele hablar de sunitas y chiítas como una división política y religiosa interna del Islam, pero las cosas son un poco más complejas. Explícanos de manera general las divisiones, sectas y corrientes principales del Islam.
TM.- En 632, poco después de la muerte del profeta Mahoma, sus afligidos seguidores lucharon sobre quién lo sucedería y guiaría la nueva fe. La mayoría creía que el líder de los fieles debía ser elegido por la élite musulmana, aquellos que se habían unido a Mahoma y ayudaron a promover la causa, y gobernar como califa. Con el tiempo se convertirían en sunitas.
Otros, que se convertirían en los chiítas, creían que Mahoma había designado a su yerno Ali como su sucesor, y que en adelante la descendencia de Ali debería liderar como imames. Las cosas son obviamente más complejas que eso, así que escribí un libro bastante largo para explicar cómo estas categorías sectarias fueron creadas y fortalecidas desde el siglo 7 hasta nuestros días. El contexto lo es todo, y también hubo muchos lugares y períodos donde la división sunita-chií importó poco.
OMN.- Publicas en marzo de este año el libro que ya has mencionado “The Caliph and the Imam”. Cuéntanos un poco sobre el tema del libro y por qué es importante que los académicos y estudiantes latinoamericanos interesados en el Medio Oriente lo lean y lo usen en sus universidades.
TM.- Moviéndose cronológicamente a lo largo de los siglos y conectando el sur de Asia y Oriente Medio, The Caliph and the Imam revela cómo primero los imperios musulmanes y luego el dominio colonial institucionalizaron la división, y cómo la revolución de 1979 en Irán y la guerra de Irak de 2003 sectarizaron la política regional.
Sin embargo, como muestro en la obra, aunque el sunismo y el chiísmo han tenido una larga y a menudo antagónica historia, la mayoría de los musulmanes han llevado vidas caracterizadas por la coexistencia.
Es cuando la identidad religiosa se vincula a la política y se explota por razones geopolíticas que una antigua división sectaria se vuelve explosiva. Creo que esto es de especial interés para los académicos, estudiantes y lectores en general latinoamericanos, en primer lugar debido a la importancia de los acontecimientos en el Medio Oriente y el mundo islámico para la política global más amplia.
Además, hay una larga historia de inmigración desde el Medio Oriente hacia América Latina, y las comunidades de la diáspora a menudo han desempeñado un papel importante en la política interna de los países del Medio Oriente.
Podemos añadir que las instituciones religiosas sunitas y chiítas existen en todo el continente y los movimientos y estados islamistas han tratado de difundir su interpretación del Islam. Y, por último, los crecientes lazos económicos, personales y políticos entre Oriente Medio y América Latina significan que es imperativo comprender mejor los acontecimientos en otros lugares.
OMN.- Los países árabes son étnica y religiosamente diversos e incluso en cada uno de ellos podemos encontrar minorías musulmanas. En 2015 publicaste «The Other Saudis: Shiism, Dissent and Sectarianism» (Los otros saudíes: chiísmo, disidencia y sectarismo). Cuéntanos un poco sobre este interesante libro y cómo abordas el tema de la disidencia intra islámica y el sectarismo en el mundo árabe.
TM.- Este libro analiza la política de la minoría chií en Arabia Saudita. Destacó principalmente cómo la formación del Estado saudí excluyó a los chiítas, y cómo los movimientos de oposición en la Provincia Oriental, rica en petróleo, donde vivía la mayoría de los chiítas saudíes, han desafiado al Estado.
Una razón importante para la exclusión chií fue que el estado adoptó el wahabismo como su política e ideología religiosa oficial. Esta relación entre el Estado saudí y la religión ha experimentado profundos cambios en los últimos años, y será interesante ver qué cambios implica esto para las minorías religiosas.
OMN.- Los levantamientos sociales que sacudieron el Medio Oriente hace más de una década (y no me refiero solo a la Primavera Árabe, sino a otros movimientos y revoluciones sociales no árabes de Medio Oriente) fueron objeto de reflexión académica. Para algunos fueron un fracaso, mientras que para otros, como yo, creemos que dejó cosas positivas en las sociedades civiles. Usted habla de una contrarrevolución árabe como explicación del fracaso de los levantamientos. ¿Podrías contarnos un poco al respecto?
TM.- Las élites políticas, económicas de Oriente Medio generalmente han temido los levantamientos árabes pues representaban una fuerza popular difícil de controlar y con ello la amenaza de un cambio político y socioeconómico real y contrario a sus intereses como élites. Además, muchos estados clave, especialmente los países del Golfo, que como sabemos, son ricos en petróleo y otros recursos, trataron de alejar y desconectar los levantamientos árabes y evitar así que desafiaran sus sistemas políticos monárquicos. Hay que decir que también lucharon contra rivalidades entre los mismos estados. Y en muchos sentidos ganaron, aunque a un costo enorme, y en detrimento de millones de personas en los países más pobres de la región.
OMN.- La última pregunta se refiere a la democracia, la justicia y el bienestar social. En Oriente Medio parece que solo las monarquías con petrodólares como Qatar, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, logran la estabilidad social pero sin democracia. Aquellos países que intentan avanzar hacia la democracia y las libertades civiles entran en crisis existenciales, pienso en el Líbano y el actual Israel como ejemplos de esto, mientras que otros países prefieren un modelo híbrido que tiende hacia el autoritarismo (Turquía) si no un modelo teocrático represivo (Irán). La democracia, justicia y el bienestar material parecen imposibles de articular en Oriente Medio. ¿Cuál es tu reflexión al respecto?
TM.- El modelo de monarquías y desarrollo económico impulsado por el petrodólar es, de hecho, el único sistema que está ganando en las luchas regionales. Todos los demás modelos están en crisis graves, crisis que se vieron exacerbadas por la pandemia, por cierto.
El Líbano es un buen ejemplo. Las protestas masivas contra la élite política dividida por líneas étnicas fueron generalizadas en 2019 y tuvieron apoyo en toda la sociedad. Pero el sistema político sectario, institucionalizado bajo el mandato francés, como muestro en The Caliph and the Imam, resultó demasiado arraigado como para ser derrocado o reformado. En cambio, la explosión en el puerto de Beirut puso de relieve el fracaso del Estado, y la economía colapsó.
Políticamente, el país quedó cada vez más bajo la influencia de Irán y se alió con Siria, mientras que los Estados del Golfo simplemente le dieron la espalda al país, exacerbando la crisis.
Cualquier emigrante libanés o sus descendientes, muchos de los cuales viven en América Latina, perdieron mucho dinero en el colapso, pero las remesas siguen siendo una de las únicas fuentes de ingresos para muchos en el país.
Como tal, el Líbano es solo la última víctima de la polarización regional. Todos estos problemas se ven exacerbados por las guerras regionales que conducen a flujos de refugiados, el aumento del costo de la vida y la inseguridad alimentaria y energética, y el impacto del cambio climático.
En este contexto, es principalmente el modelo del Golfo el que está emergiendo como un modelo relativamente estable, y ha vuelto a expandir su influencia debido a los enormes ingresos del petróleo y el gas y la inestabilidad en otros lugares y la consiguiente afluencia de personas y capital (incluso de Rusia y Ucrania).
Los otros dos modelos o ejes, el eje pro-Hermandad Musulmana liderado por Turquía y el «Eje de la Resistencia» liderado por Irán e incluyendo a Siria enfrentan serios desafíos, sobre todo en el ámbito económico. Queda por ver hasta qué punto las protestas en Irán pueden forzar un cambio en las políticas internas y externas de la República Islámica.