El dinero que termina en el ISIS, otra guerra perdida por Occidente

Resumen: En noviembre, 2018 el Príncipe Heredero a la Corona saudita Mohammad bin Salman colocó la primera piedra de 7 proyectos científicos y tecnológicos a realizarse en el reino, incluyendo un reactor para las investigaciones en materia nuclear.

El interés presentado por Arabia Saudita sobre los temas nucleares no es nada nuevo, ni tampoco lo es la preocupación de que, en ciertas condiciones, el reino pueda decidir ir tras la búsqueda del armamento nuclear. Sin lugar a dudas, Arabia Saudita posee serios motivos de alocar energía nuclear civil con el fin de satisfacer sus crecientes necesidades energéticas, reducir su dependencia del petróleo y liberar mucho más petróleo para su exportación, pero es bastante claro que ahora el principal motivo para su desarrollo en materia nuclear son sus intereses en el área de seguridad. Arabia Saudita no desea quedar detrás de Irán y tal como lo ve Riad el acuerdo nuclear con Irán incrementó la agresión de Teherán y no detuvo sus ambiciones nucleares a largo plazo. Israel por ende se enfrenta a un dilema. Por una parte, el aceptar la capacidad de enriquecimiento de uranio en Arabia Saudita dentro del marco de las negociaciones entre Riad y los Estados Unidos puede que cause una avalancha regional si otros países exigen también este “derecho”. Por la otra, Israel tiene un interés en los Estados Unidos, mucho más comprometido que los muchos otros países a los estándares de la no-proliferación de armamento nuclear, obteniendo acceso al mercado nuclear saudita.

En noviembre, 2018 el Príncipe Heredero a la Corona saudita Mohammad bin Salman colocó la primera piedra de 7 proyectos científicos y tecnológicos en el reino, incluyendo el de un reactor para investigaciones en materia nuclear. El interés de Arabia Saudita en los temas nucleares no es nada nuevo, ni tampoco la preocupación que, en ciertas condiciones, el reino pueda ir en búsqueda de armamento nuclear. De hecho, a pesar de que aún no posee la capacidad de demostrarlo, la ansiedad sobre un proyecto nuclear saudita fue validado el mes de marzo pasado cuando por primera vez, bin Salman dijo pública y explícitamente que si Irán adquiere opciones nucleares militares, el reino adquirirá la misma capacidad sin demora alguna.

Si bien la construcción de un reactor para las investigaciones en materia nuclear no es un requisito previo para la construcción de plantas nucleares a gran escala, tal como lo demostraron los Emiratos Árabes Unidos, desde cierta perspectiva, es un paso inteligente para un país que carece de infraestructura humana y tecnológica. Tal medida puede resultar alarmante, sin embargo, si queda claro que su objetivo no es simplemente capacitar al personal para trabajar en los reactores nucleares, sino también preparar la infraestructura para la posible producción de plutonio partiendo del combustible nuclear irradiado en los reactores de investigación. Esto es ciertamente posible: el reactor iraquí fue presentado originalmente como un reactor de investigaciones en materia nuclear y otros reactores pueden, bajo ciertas condiciones, utilizarse para esta producción de plutonio. Es probable que Estados Unidos exija que el reactor sea operado con combustible enriquecido hasta en un 20%, lo que evitará que el combustible sea utilizado para separar el plutonio y dificultará (aunque no es imposible) el irradiar uranio natural para producir plutonio. Es poco probable que los países P-5+1 le suministren conscientemente a Riad un reactor alimentado por uranio natural desde el cual es más fácil producir plutonio para fines militares. Según una fuente, la potencia del reactor será muy baja, aproximadamente 100 kilovatios, un nivel que permitirá los estudios y las investigaciones, pero no la producción de una cantidad significativa de plutonio.
Las negociaciones entre los Estados Unidos y Arabia Saudita sobre una cooperación nuclear fueron renovadas durante el año pasado. Estas conversaciones alcanzaron un punto muerto bajo la administración Obama, debido a la negativa del reino de renunciar a su “derecho” de enriquecer uranio que pudiera usarse como combustible nuclear dentro de los reactores nucleares. El enriquecimiento de uranio puede ciertamente usarse con el propósito legítimo de proveer combustible para las plantas que utilizan energía nuclear, pero también puede utilizarse como fuente de material fisionable para el armamento nuclear, tal como en Pakistán e Irán. La administración Trump está considerando un nuevo enfoque a ello diferenciándose de la administración Obama: permitir el enriquecimiento limitado de uranio en Arabia Saudita. El Secretario de Energía estadounidense Rick Perry es en gran medida el principal defensor del nuevo enfoque, pero ha encontrado cierta resistencia por parte de los legisladores republicanos y demócratas, quienes han expresado su preocupación por las intenciones en materia nuclear de Arabia Saudita. Además, varios legisladores están buscando ahora suspender las negociaciones secretas con Arabia Saudita luego del asesinato del periodista Jamal Khashoggi y la intervención saudita en Yemen. Se espera que la presión del Congreso sobre la administración se incremente, dado que muchos legisladores instan a una reevaluación de las relaciones con Arabia Saudita, lo que complicará aún más las negociaciones en el ámbito nuclear.
Arabia Saudita no desea ir en la cola tras Irán. Hace ya varios años, anunció un ambicioso programa nuclear, algunos dicen que demasiado ambicioso, que involucra la construcción de 16 reactores nucleares. La fecha de finalización de los reactores ha sido pospuesta constantemente y ahora está pautada para el año 2040. Para la construcción de los dos primeros reactores, Arabia Saudita ha recibido ofertas de compañías en los Estados Unidos, China, Rusia, Francia y Corea del Sur y anunció que pronto seleccionará a las compañías que tendrán la responsabilidad de construir los reactores, programados para estar activos al final de la próxima década. Los reactores probablemente estarán ubicados en la costa del Golfo cercano a la frontera con los Emiratos Árabes Unidos. La Corporación de Energía Eléctrica de Corea del Sur (KEPCO), admirada por Riad por su éxito en la construcción de reactores en los Emiratos Árabes Unidos, probablemente tenga las mejores posibilidades de ganar la licitación para construir los reactores nucleares sauditas.
Los Emiratos Árabes Unidos, que completaron la construcción del primer reactor nuclear civil en su propio territorio en abril, llegaron a un acuerdo con los Estados Unidos en el 2009 para abstenerse de enriquecer uranio a cambio de recibir ayuda internacional esencial en materia nuclear. Esta barrera ha sido catalogada como el “estándar dorado” para futuros acuerdos en materia nuclear, pero Arabia Saudita no está dispuesta a aceptarlo; desde la perspectiva saudita, debería permitírsele hacer lo que le sea permisible para contrarrestar a Irán. Como regla general, Arabia Saudita quiere posicionarse para tener tantas opciones (nucleares) como le sea posible. Más que cualquier otro actor regional, Arabia Saudita posee un motivo estratégico y las capacidades económicas para lograrlo. Un programa nuclear sostenible ayudará a Arabia Saudita a mantener el paso no solo con Irán sino también con los Emiratos Árabes Unidos, Turquía y Egipto, que están solo al comienzo, pero han realizado mucho más progreso en materia nuclear que Arabia Saudita. En cuanto a las inspecciones del programa nuclear saudita, Riad ha firmado el Tratado de no Proliferación Nuclear y desde el 2009, un acuerdo de inspección con la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), pero este es solo un acuerdo mínimo. Arabia Saudita no ha firmado el Protocolo Adicional que amplía en gran medida la autoridad de los inspectores de la AIEA. El acuerdo actual (Protocolo de Pequeñas Cantidades) obliga a Arabia Saudita a muy poco y en cualquier caso requiere de una revisión cuando comience la construcción del reactor para las investigaciones en materia nuclear.
El desarrollo del programa nuclear civil saudita es un objetivo a largo plazo, dada la falta de conocimientos tecnológicos suficientes y de las instalaciones adecuadas en el reino. El Plan Integral de Acción Conjunto (PIDAC), si es que sigue vigente, le da a Arabia Saudita más o menos una década de tiempo para desarrollar esfuerzos en materia nuclear “civil” sin retirarse del Tratado de No-Proliferación de Armas Atómicas (TNPAA). A corto plazo, ante el escenario de que Irán llegara a ser exitoso en su búsqueda por obtener armamento nuclear, Arabia Saudita puede que tenga ya algún tipo de respuesta disponible de Pakistán. A pesar de ciertas tensiones en los últimos años, Pakistán aún crea una distancia entre las fuerzas enemigas y Arabia Saudita y es muy probable le brinde asistencia para desarrollar armamento nuclear.
Israel se enfrenta a un dilema. Por una parte, el aceptar la capacidad de enriquecimiento de uranio en Arabia Saudita en el marco de las negociaciones entre Riad y los Estados Unidos que puedan causar una avalancha regional si países como Jordania, Egipto y Turquía también exigen poseer tal “derecho”. Como ya ha sido sugerido, los Emiratos Árabes Unidos también pueden considerarse como países no-obligados por el acuerdo con este. En cualquier caso, si Arabia Saudita decide buscar obtener capacidades nucleares militares a futuro, el programa nuclear civil planificado puede proveerle un atajo a las capacidades nucleares militares. Por otra parte, Israel tiene interés en los Estados Unidos, el cual se ve más comprometido que muchos otros países con los estándares de no-proliferación, ganándose el acceso al mercado nuclear saudita.
Por lo tanto es muy probable que Estados Unidos ejerza presión sobre Arabia Saudita para que le otorgue a Corea del Sur licencia para construir plantas de energía nuclear fabricadas por la empresa Westinghouse. Por lo tanto, Washington estará más al tanto de lo que ocurre en esta área y obtendrá influencias adicionales sobre Riad. De esta manera, la capacidad y motivación por parte de Arabia Saudita para desarrollar de forma secreta capacidades nucleares también pueden reducirse. Luego surge la pregunta respecto al fabricante del reactor de investigación que será construido en Riad. Existen muchas fuentes posibles para ello, incluyendo los Estados Unidos y muchos otros países tales como Francia, Rusia, China, Argentina y posiblemente también Pakistán. En gran medida, el proveedor del reactor determinará su propósito, ya que se ve bastante claro que el proveedor tendrá gran influencia tanto en el propósito futuro como en el suministro de los reactores nucleares.
Como Riad no podrá completar un proyecto nuclear sostenible sin una inmensa asistencia externa, los Estados Unidos y Arabia Saudita tendrán que alcanzar compromisos. Una posibilidad sería una asociación (financiera, no-técnica) en una instalación estadounidense que enriquecerá uranio de materia prima saudita (el Shah de Irán fue socio en una planta de enriquecimiento de uranio en Francia). Una posibilidad mucho menos probable es que Estados Unidos construirá y operará una instalación de enriquecimiento de uranio en territorio saudita. El Presidente Trump desea preservar sus relaciones con Riad y se le ve preocupado por los intereses de la industria nuclear estadounidense, la cual se encuentra experimentando dificultades en este momento. Aunque tiene importantes intereses comunes con Riad y según informes, se beneficia de la cooperación con este, Israel debería tomar medidas en Washington para evitar que Arabia Saudita logre obtener capacidades de enriquecimiento de uranio ilimitadas y tratar de asegurarse de que la transacción nuclear con este, si es que se materializa, será lo más cercana posible a los “estándares dorados” en materia nuclear.