La nueva plaga conocida como coronavirus mantiene al mundo en alerta. La misma llegó en una etapa donde la burbuja en la que los precios bursátiles en parte cayeron despertando la preocupación social. En relación al mercado energético, si bien su mineral más conocido como el oro negro (petróleo) se mantuvo indeciso todavía desde el 2018, el nuevo virus definitivamente hizo que el precio caiga a 42.17 dólares BPD.
Esto golpeó al mercado del Medio Oriente teniendo en cuenta que esta zona concentra gran parte de los países productores del crudo, sumando las grandes reservas que se descubrieron de gas natural costa afuera en el norte israelí. Medio Oriente es una potencia en recursos energéticos pero el destino junto a los nuevos descubrimientos parece tener un giro que golpea a la economía reteniendo gran parte del traslado del crudo desde Asia a países del Golfo Pérsico, llevando incluso a la misma Arabia Saudita a disminuir su demanda petrolera.
El efecto del coronavirus llegó en un época bastante complicada para el comercio del crudo, hoy este mineral no es el único que proporciona energía y es sabido que muchos países comenzaron una serie de inversiones en nuevas tecnologías y energías renovables.
Esta tendencia llegó al Medio Oriente de la mano de Arabia Saudita quien se dio cuenta que para salir de sus crisis económica ya no puede volver a basarse en el oro negro.
De este modo, podemos ver su interés en nuevas Start-ups y las sorpresivas relaciones con los países de Occidente incluyendo a Israel. Arabia Saudita junto a los Emiratos Árabes Unidos quienes son los principales productores de crudo del Medio Oriente y de la OPEP desean aminorar su dependencia del mismo, muchas empresas dentro del Reino ya comenzaron a invertir en «energías limpias», proporcionando un ahorro importante que de seguro favorecerá también a los gobiernos.
Hasta la fecha, la estrategia más conocida ante toda crisis en este mercado fue reducir la producción de crudo para elevar el precio, el problema que el mismo está estancado y para que los países productores pueden ver ganancias se tendría que llegar a 70 dólares por barril, y eso está lejos de poder concretarse. El coronavirus inmovilizó a las empresas Midstream responsables de su transporte, y la nueva reducción de producción que propone la OPEP creó un nuevo conflicto entre Rusia y Arabia Saudita.
Según Putin, Rusia está satisfecha con el precio, pero el reinado saudita no. Lo único que pide este último ya no es la subida del precio sino impedir una caída rotunda, la cual ni la intervención de los grandes bancos está logrando impedir con sus inversiones.
Recortar la producción implica cancelar unos 400,000 BPD más al millón que ya se decidió, pero Rusia se niega y ahora hay una incertidumbre en como seguirá la alianza Moscu-Riad. El problema es que un acuerdo así no se podrá lograr sin el consentimiento ruso.
El mercado del petróleo se podría estar enfrentando a una trampa en la cual la reducción no jugará a favor teniendo en cuenta la caída de la demanda, la búsqueda de nuevos recursos y el virus que paralizó gran parte del mercado asiático.
Rusia podrá enfrentar la crisis, pero, ¿Arabia Saudita también?