Frontera terrestre entre Israel y Líbano

El conflicto en las fronteras marítimas entre Israel, Chipre y el Líbano

En las últimas semanas comenzó una serie de diálogos intermediados por los Estados Unidos para llegar a un acuerdo entre el Líbano y el Estado de Israel, algo que despertó una severa crítica por parte del mundo árabe.

El conflicto que se despertó en el Mediterráneo en las zonas de áreas económicas que comparte Israel con Chipre todavía sigue su diálogo, el problema es que dentro de esta área se encuentran zonas pertenecientes al Líbano y Turquía, dos países que podrían estar estancando futuros proyectos de perforación e inversiones de empresas internacionales por su deseo de encontrar más reservas de gas natural. En las últimas semanas comenzó una serie de diálogos intermediados por los Estados Unidos para llegar a un acuerdo entre el Líbano y el Estado de Israel, algo que despertó una severa crítica por parte del mundo árabe.

Esto fue el resultado de intensos esfuerzos por parte del Subsecretario de Estado de los Estados Unidos, David Sutterfield, lo que llevó a que Israel y el Líbano acepten llevar un diálogo sobre el asunto que tiene como interés el trazado de la frontera económica del mar entre los dos países, con el objetivo de permitir a ambos desarrollar sus reservas de petróleo y gas en sus aguas.

Los libaneses están interesados en comenzar con las perforaciones de petróleo y gas lo antes posible, en especial en un área aproximadamente de 860 kilómetros cuadrados perteneciente al Bloque 9. Pero no solo eso, también que las negociaciones incluyan la frontera terrestre marcada por la ONU en el año 2000 y en el cual el Líbano reclama 13 puntos de perforación en la zona.

Era obvio que por más que el Líbano tome una postura hostil contra Israel exista una gran mayoría que se opone por completo incluso de comenzar un diálogo al respecto, esto se ve en medios de comunicación afiliados a la organización terrorista Hezbollah como por ejemplo el diario libanés Al-Akhbar, que el pasado 13 de junio publicó un artículo en el que se oponía al acuerdo del gobierno libanés de participar en las negociaciones con Israel, y menos mediado por los Estados Unidos catalogándolo como «un mediador no justo», sino un enemigo el cual aportará al enemigo israelí.

Según el diario Al-Akhbar, “desde 1948 hasta la fecha no ha existido mayor cooperación entre la política de los Estados Unidos y la del nuestro enemigo israelí, esta es una relación que se parece más a la tutela de un padre hacia su hijo. Durante el período de Donald Trump, los Estados Unidos adoptaron la perspectiva de Israel sobre sus propios asuntos, por lo que no hay diferencia en la forma en que cada parte expresa su política común”.

Los analistas oponentes al diálogo califican esta iniciativa como un fracaso, el cual no aportará en lo mas mínimo al Líbano, ya que de principio no es justo quien asume el puesto de mediador. Según la prensa árabe durante cinco décadas, Estados Unidos no fue un mediador justo, y menos aún ahora en el período Trump. Por eso, si incluso la Autoridad Palestina y el régimen jordano se oponen a aceptar el llamado «Acuerdo del Siglo» por las mismas sospechas ¿por qué el Líbano tendría que aceptar la mediación? ¿acaso establecerán nuestros derechos?

Funcionarios libaneses que coinciden con esta postura aseguran que Israel no reconocerá los derechos del Líbano, y no creen tampoco que el mediador elegido haga grandes esfuerzos para reconocerlos.

Ahora, de acuerdo con el razonamiento de los libaneses que apoyan las negociaciones, continuar con la situación actual llevará a perpetuar la realidad que le otorga al enemigo los territorios sobre los cuales el Líbano tiene reservas y el territorio marítimo presuntamente robado, y sin un diálogo justo, el Líbano podría perder el derecho a realizar futuras perforaciones en busca de combustibles fósiles.

Sin embargo como respuesta, los oponentes optan por la violencia como acto principal para obligar al enemigo a alejarse de las fronteras de la región, pero con ello también afectan su economía y evitan de esta manera que las compañías extranjeras de perforación se acerquen a aguas libanesas.