La entrada del Califa Omar en Jerusalén en 581. Óleo del siglo 19

El colonialismo de los colonos palestinos

Por: Dr. Alex Joffe

El concepto de “colonialismo de colonos” se ha aplicado con una vehemencia casi única contra Israel. Pero el hecho de que los judíos son la población indígena del sur de Levante puede probarse con facilidad. En contraste, la evidencia histórica y genealógica muestra que los palestinos descienden principalmente de tres grupos principales: invasores musulmanes, inmigrantes árabes y conversos locales al Islam. La conquista musulmana de la Palestina bizantina en el 7 º siglo CE es un ejemplo clásico de colonialismo, como es la inmigración posterior, en particular durante los siglos 19 y 20 bajo los imperios otomano y británico. La aplicación del concepto a los judíos y al sionismo por parte de los palestinos es tanto irónica como inútil. 

Mosaico bizantino del sur de Israel. Tanto iglesias como sinagogas de la época eran decorados por ellos

Mosaico bizantino del sur de Israel. Tanto iglesias como sinagogas de la época eran decorados por ellos

Uno de los pilares en la enseñanza de la universidad moderna es la idea del colonialismo. Esta sostiene que ciertas sociedades nacen de colonos implantados en un territorio extranjero, ya sea directamente o con el consentimiento de una potencia imperial. Estos colonos luego dominan y erradican a la población indígena. Desarrollan culturas belicosas que eliminan a los nativos de las narrativas históricas, literarias y de otro tipo. Los ejemplos principales que se citan con frecuencia son los Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, Sudáfrica y Rhodesia e incluyen en la serie a Israel.

El argumento del colonialismo contra Israel postula que el sionismo fue una herramienta imperial de Gran Bretaña (o, alternativamente, que el sionismo manipuló el Imperio Británico); que los judíos representan una población extranjera implantada en Palestina para usurpar la tierra y desplazar a la gente; y que Israel ha sometido a los palestinos a un «genocidio» real, figurativo y cultural.

Según este argumento, el «colonialismo de colonos» de Israel es una «estructura, no un evento«, y está acompañada por un «legado de violencia fundamental» que se remonta al Primer Congreso Sionista en 1897 o incluso antes. Con el sionismo así imbuido de dos formas de pecado original imposible de erradicar, se legitima la oposición violenta a Israel y cualquier forma de compromiso, incluso negociación, es «equivocada y falsa porque el ‘diálogo’ no aborda el statu quo asimétrico«.

Pero la historia de Oriente Medio no se adapta a estas formulaciones. Entre los muchos conceptos abusados ​​y pervertidos por los palestinos, las acusaciones de “genocidio” israelí son las más cargadas de calumnia y odio. La idea del colonialismo merece atención por tres razones: su adopción relativamente reciente por parte de los palestinos y sus defensores; su difusión más amplia en la academia; y su obvia e irónica falsedad.

Condición indígena de los judíos

La idea de los judíos como «colonialistas» importados se refuta fácilmente. Una gran cantidad de evidencia demuestra que los judíos son la población indígena del sur de Levante; la documentación histórica y ahora genética ubica a los judíos allí hace más de 2.000 años, y hay evidencia indiscutible de la residencia continua de judíos en la región.

Los datos que muestran la continuidad cultural y genética de las comunidades judías locales y globales son igualmente amplios. La evidencia era tan copiosa y tan incontrovertible, incluso para los historiadores de la antigüedad y los escritores de textos religiosos, algunos de los cuales eran judeófobos, que simplemente no se concibió desconectar a los judíos del Levante meridional. Los judíos son la población indígena.

Medallón de oro judío del siglo VII

Medallón de oro judío del siglo VII

En cuanto al apoyo imperial, el movimiento sionista comenzó durante el Imperio Otomano, que en el mejor de los casos se mostraba tímido hacia los judíos e incómodo con la idea de la soberanía judía. Por su parte, el Imperio Británico ofreció inicialmente su apoyo en la forma de la Declaración Balfour, pero durante su gobierno del Mandato (1920-48) el apoyo al sionismo vaciló. La construcción de infraestructura ayudó enormemente al Yishuv, pero el apoyo político a la inmigración judía y el desarrollo, según lo estipulado por el mandato de la Liga de Naciones, osciló hasta que, como es bien sabido, fue retirado en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Esto difícilmente pueda ser calificado de «colonialismo».

Irónicamente, no se puede decir lo mismo de los árabes palestinos. Un análisis reciente de Pinhas Inbari revisó la historia de Palestina (derivado del término romano Palaestina, aplicado en 135 EC como castigo a una revuelta judía). En particular, examina las tradiciones de origen de las tribus palestinas, que aún hoy continúan viéndose a sí mismas como inmigrantes de otros países. La revisión de Inbari, junto con muchas fuentes adicionales de información que no abordó, demuestra que los palestinos modernos se derivan, de hecho, de dos corrientes principales: conversos de judíos y cristianos indígenas pre modernos que se sometieron al Islam, y tribus árabes originarias de todo el Oriente Medio que emigró al Levante Sur entre la antigüedad tardía y la década de 1940. Los episodios mejor documentados fueron las conquistas islámicas del siglo séptimo, y los períodos de finales del Imperio Otomano y del Mandato Británico.

Judíos y árabes en la Jerusalén otomana (1900)

Judíos y árabes en la Jerusalén otomana (1900)

Incluso ejemplos notables como el negociador palestino Saeb Erekat, quien afirmó ridículamente que «soy el orgulloso hijo de los cananeos que estaban allí 5.500 años antes de que Yoshúa bin Nun incendiara la ciudad de Jericó», remonta su verdadero linaje familiar a la tribu Huwaitat, que emigró de Arabia a Jordania. La rara admisión del ministro de Hamas, Fathi Ḥammad, de que “la mitad de los palestinos son egipcios y la otra mitad son saudíes” es más honesta.

Sin embargo, como manifiesta Inbari, no podemos argumentar aquí que «no existen los palestinos» y que, por lo tanto, no merezcan derechos políticos, incluido el autogobierno y un estado. Hacerlo sería tanto lógica como moralmente incorrecto. Los palestinos tienen derecho a definirse a sí mismos como mejor les parezca, y los israelíes deben negociar con ellos de buena fe. Sin embargo, lo que los palestinos no pueden afirmar es que son la población indígena de Palestina y que los judíos son colonos foráneos.

Corrientes migratorias al sur del Levante

Las genealogías palestinas que muestran que sus propias tribus se originaron fuera del Levante meridional son evidencia prima facie del colonialismo de colonos árabes. Y aunque las narrativas de las conquistas árabes de la Palestina bizantina y el norte de África no pueden tomarse al pie de la letra, son puras expresiones ideológicas coloniales. En el 634-37 EC, los ejércitos musulmanes comandados por el califa Umar conquistaron la totalidad del Levante antes de invadir Armenia y Anatolia en 638 y Chipre en 639.

La posterior islamización y arabización del Levante fue un proceso imperial largo y complejo que implicó reorganizar la región en provincias administrativas, instituir nuevas categorías sociales con fines de fiscalidad y control, implantar colonos y redistribuir las tierras como haciendas y fomentar la conversión al Islam. A través de los siglos, otros colonos emigraron y fueron implantados intencionalmente, incluyendo, en el solo siglo 19, egipcios emigrantes e importados por Muhammad Ali desde finales de los años 1820 a 1840, así como los chechenos, circasianos, y turcomanos reubicados por el Imperio Otomano en la década de 1860 después de sus guerras con Rusia. Tribus de beduinos, argelinos, yemeníes y muchos otros también inmigraron durante ese siglo.

En cuanto a la inmigración moderna, Inbari bien podría haber señalado los aumentos bien documentados en las cifras del censo palestino de 1922 a 1931, producidos por la inmigración ilegal impulsada por el desarrollo de la infraestructura y la economía de la región. Según una estimación, alrededor del 37% del aumento de la población palestina entre 1922 y 1931, más de 60.000 personas, ha sido el resultado de la inmigración ilegal. Otro estudio encontró que de 1932 a 1946, otros 60,000 inmigrantes varones ilegales ingresaron al país, y no se contaron mujeres importadas como novias. Estos se sumaron a la gran afluencia de trabajadores árabes de 1940 a 1945 en relación con el esfuerzo de guerra.

Para reiterar, estos argumentos no consisten en argumentar que había «una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra», o que la Palestina otomana estaba «vacía» cuando comenzó el movimiento sionista. De hecho, estaba poblado, aunque de manera desigual, pero esas poblaciones habían emigrado al lugar durante los siglos anteriores, un proceso que se aceleró precisamente debido al desarrollo impulsado por el movimiento sionista y el Mandato británico. El colonialismo de colonos palestinos tuvo lugar, irónicamente, bajo la égida de un imperio tanto musulmán como cristiano.

Finalmente, está la cuestión de una conciencia etnonacional palestina separada y su relación con el colonialismo. Los reclamos para encontrar una identidad étnica palestina separada ya en el siglo 17 son poco convincentes. En cambio, la idea se desarrolló como un concepto de élite en los años inmediatamente anteriores y especialmente después de la Primera Guerra Mundial, compitiendo con identidades tribales y religiosas mucho más profundas y resistentes. La nacionalización de las masas se produjo gradualmente durante las próximas décadas, impulsada en parte por tragedias impuestas por sus líderes, en particular la «Revuelta Árabe» de 1936-39, el rechazo de la partición en 1947, la Guerra de Independencia de Israel 1948-49, y la posterior dispersión de refugiados en la década de 1950. El nacionalismo y la identidad palestinos son en gran parte reactivos y secundarios, lo que apunta al hecho de que si había alguna identidad colonial, ésta era principalmente tribal y religiosa, siendo esta última imperialista por definición.

Trabajadores inmigantes árabes

Trabajadores inmigantes árabes

Durante los  siglos 19 y 20, se arraigó la mitología de una identidad palestina “atemporal”. Durante el período anterior, este era un tropo orientalista europeo: los palestinos como «fósiles» vivientes que reflejaban las formas de vida de la Biblia. Posteriormente fue adoptado por razones estratégicas por los propios palestinos como una réplica política y cultural al regreso sionista a la tierra. Ese uso tal vez sea comprensible, aunque irónico; pero llega a una “reductio ad absurdum”  en la afirmación de Erekat de haber tenido antepasados ​​del Paleolítico superior.

Irónicamente, los palestinos parecen ser los colonos «extranjeros», no los judíos y ni siquiera los sionistas. ¿Pero esto cambia algo? ¿Tiene sentido eliminar un término -colonialismo- de la caja de herramientas del rechazo a la negociación y la paz? Esto parece poco probable. Pero a largo plazo, tanto los palestinos como los israelíes deberán afrontar ciertas verdades. Una es que el rechazo de Israel, en su esencia, no es una función del nacionalismo palestino y su identidad local, sino la oposición religiosa islámica a la autonomía y soberanía judías. Otra es que las categorías tendenciosas como el “colonialismo de colonos”, que irónicamente socavan los reclamos palestinos sobre el estatus de indígena, deberían descartarse en favor de evaluaciones honestas de la historia.

Fecha de publicación: 3.09.2017
Fuente: Besa Center
Traduccion: Gastón Saidman