El amplio impacto de Ucrania en el futuro internacional de Turquía
El acto de equilibrio geopolítico de Turquía cuando se trata de Rusia significa tratar de ser pro-Kiev sin ser abiertamente anti-Moscú. Pero esto pronto deberá ser contrastado con la realidad
Galip Dalay *
La política tradicional de Turquía sobre Ucrania, una mezcla de disuasión con diálogo hacia Rusia, ahora necesita una revisión, dado su fracaso. Pero, aunque la disuasión ha fracasado, Turquía sigue persiguiendo el aspecto del diálogo tratando de mediar entre las dos partes. Como se esperaba, la reunión de los ministros de Relaciones Exteriores de Rusia y Ucrania en Turquía no ha producido un buen resultado, pero fue un impulso para la imagen internacional de Turquía.
Lo que ha seguido desde la invasión no es una nueva política, todavía, sino un nuevo discurso establecido para inducir revisiones a la política existente. Crucial en este nuevo lenguaje es que Turquía ha comenzado a usar la palabra «guerra» para definir la invasión, lo que requiere que Ankara restrinja el paso de los buques de guerra rusos a través de sus estrechos como se describe en la Convención de Montreal de 1936, como lo hizo unos días después de la invasión.
Antes de que ocurriera la invasión, la disuasión para Turquía significaba proporcionar a Kiev equipos de defensa, específicamente drones armados, para reforzar su seguridad, mientras que el diálogo hablaba de la preferencia de Ankara por la diplomacia por sobre la escalada militar como la salida de esta crisis.
El control de Turquía sobre los estrechos del Bósforo y los Dardanelos lo convierte en un actor estratégico en el Mar Negro y, por lo tanto, también en la invasión, ya que Ucrania le pidió específicamente que cerrara los estrechos y la comunidad internacional acogió con satisfacción la decisión de Turquía de restringir el paso.
A corto plazo, estas restricciones no tendrán consecuencias para Rusia, ya que tiene dominio naval en el Mar Negro. Pero si la invasión se prolonga, es probable que la pérdida de la capacidad de mover buques de guerra entre sus flotas del Mar Negro y el Mediterráneo afecte a Moscú. La decisión también afectará el papel de Rusia en las zonas de conflicto en Siria y Libia, pero Moscú pronto podría poner a prueba la resolución occidental en Libia al escalar las tensiones.
Los problemas económicos dificultan las sanciones
Este conflicto actual también se produce durante una recesión económica cada vez más profunda en Turquía y, a solo un año de las elecciones presidenciales, el oscuro futuro político del presidente Recep Tayyip Erdogan depende de un repunte económico cada vez más improbable.
Dado que el país ya está sobreexpuesto a Rusia económicamente, es poco probable que Turquía se sume activamente a las sanciones económicas internacionales: incluso cuando Rusia se anexó Crimea en 2014, Turquía declaró esta medida como ilegal, pero no impuso sanciones a Moscú y Turquía sigue siendo el mayor socio comercial de Moscú en la región MENA.
Los rusos representaron el 19 por ciento de los turistas que visitaron Turquía en 2021 y los ucranianos alrededor del 8,3 por ciento. Rusia es también el segundo mayor proveedor de energía para Turquía después de Azerbaiyán, y Turquía importa la friolera del 80 por ciento de sus granos de Rusia y Ucrania.
Sin embargo, dada la naturaleza sistémica de las sanciones, Ankara podría verse obligada a cumplir con sus obligaciones, por lo que puede tener que implementar pasivamente algunas de ellas, especialmente las relacionadas con el sistema bancario. Pero es poco probable que esto desencadene medidas de represalia por parte de Rusia.
Otros dos factores clave tienen un impacto particular en la determinación de la siguiente fase de la política de Turquía. Si la invasión se convierte en una guerra prolongada de desgaste, con una perspectiva real de que se transforme en un atolladero para Rusia, y si la actual determinación internacional de confrontar a Rusia continúa, entonces es probable que Ankara aumente su propia retórica de invasión antirrusa y continúe proporcionando equipos y activos militares a Kiev.
El dominio completo de Moscú en el Mar Negro es ominoso para Turquía, que también es una potencia del Mar Negro, mientras que Rusia se empantanaría en Ucrania y reduciría su poder en zonas de conflicto donde Turquía y Rusia están involucradas, sobre todo en el Medio Oriente. Por lo tanto, Turquía también está geopolíticamente sobreexpuesta a Rusia.
Ankara y Moscú han estado compitiendo y comprometiéndose entre sí durante mucho tiempo a través de diferentes zonas de conflicto como Siria, Libia y Nagorno-Karabaj. Pero hay una gran diferencia entre los compromisos turco-rusos en el Medio Oriente y el norte de África y en el espacio postsoviético.
La retórica de Vladimir Putin que cuestiona los fundamentos de la independencia de Ucrania deja en claro que considera el espacio postsoviético como la zona de dominación de Rusia y, por lo tanto, es probable que sea más sensible y menos tolerante con la política de Ucrania de Turquía si se la considera abiertamente hostil. Mientras que los compromisos turco-rusos en el Medio Oriente han reducido relativamente la influencia occidental en esa región, en el espacio postsoviético Moscú ve a Ankara invadiendo su propia influencia.
Pero como es probable que ambos actores aumenten su interacción en el espacio postsoviético, la naturaleza competitiva, posiblemente hostil, de las relaciones Ankara-Moscú se hará más pronunciada. Y la invasión de Ucrania ha ocurrido justo cuando las propias relaciones internacionales de Turquía están pasando por uno de sus períodos más turbulentos, mientras que Turquía es blanco de los Estados Unidos con su Ley de Lucha contra los Adversarios de Estados Unidos a través de Sanciones (CAATSA) por haber comprado sistemas de misiles rusos S-400.
La naturaleza en crisis de las relaciones turco-occidentales significa que Ankara es más cuidadosa en la búsqueda de políticas que podrían ponerlo en un curso de colisión con Moscú. Pero la política de Ankara no es de equidistancia entre Ucrania y Rusia, sino que proporciona apoyo militar a Kiev y ha cerrado los estrechos, la pregunta es hasta dónde y con qué claridad se aventuraría en el campo antirruso.
Además de Ucrania, hay otras crisis regionales que están sentando las bases para una mayor convergencia entre Turquía y Occidente, como el aumento del nacionalismo serbio y el separatismo en Bosnia y Herzegovina, los acontecimientos en el Cáucaso meridional y Afganistán. Se desconoce si la convergencia puede convertirse en cooperación, pero el nivel de compromisos ha aumentado significativamente.
La política de equilibrio es insostenible
Turquía también ha alcanzado en gran medida los límites de su antigua política de equilibrio geopolítico entre Rusia y Occidente, una estrategia que pertenecía a una era en la que las relaciones ruso-occidentales se discutían en el marco de la rivalidad, no del conflicto. La invasión de Ucrania, particularmente si se prolonga, requiere tomar decisiones, especialmente porque Turquía es miembro de la OTAN.
Las zonas grises han llegado a su fin y la cancelación del gasoducto Nordstream II por parte de Alemania es un ejemplo perfecto de la nueva era. Los intentos de Turquía de equilibrar estratégicamente ahora serían potencialmente muy costosos para Ankara, y esta invasión ilustra la necesidad de una mayor claridad sobre el lugar de Turquía en cualquier nueva arquitectura de seguridad europea.
La invasión de Putin ha acabado con cualquier perspectiva en el futuro previsible de que Rusia sea más un socio que un enemigo en el orden de seguridad europeo. Ahora es casi seguro que la opinión pública presentará a Rusia como un enemigo y una amenaza para tal orden, y es probable que la doctrina de seguridad más amplia opere desde la perspectiva de enfrentar amenazas gemelas de China como un adversario sistémico y a Rusia como un adversario geopolítico.
Esto hace que sea aún más apremiante definir el papel de Turquía, miembro de la OTAN no perteneciente a la UE, y también del Reino Unido, en esta arquitectura, porque no se trata solo del lugar de Turquía en el orden de seguridad europeo, sino también del futuro de sus relaciones internacionales.
Desde la época imperial hasta nuestros días, las relaciones entre Turquía y Occidente fueron moldeadas en gran medida por desarrollos a nivel sistémico y consideraciones geopolíticas globales. El Imperio Otomano se unió al Tratado de París en 1856 después de la guerra de Crimea, mientras que la membresía de Turquía en la OTAN en 1952 fue el resultado de la Guerra Fría y la amenaza soviética. La crisis actual es otro momento decisivo que remodelará profundamente el futuro del lugar de Turquía en el mundo.
* Investigador asociado, Middle East and North Africa Programme Chatham House
Fuente: Chatham House
Traducción: Manuel Férez