¡Aliá express! Cómo acceder al Israeli Dream
El tema de esta columna, aunque habla de las conversiones al judaísmo, está lejos de la discusión del proceso que se lleva a cabo ni sus porqués. El núcleo en cuestión es en relación con sus efectos. Su idea es cuestionar el utilitarismo del discurso sionista y religioso con objetivos económicos. La comercialización de la Aliá es una alarma a qué sociedad quiere construir el Estado israelí.
Como judía que hizo Aliá (inmigración) originaria de una familia mixta, no busco hacer juicios de ética o moral ni lanzarme a los campos religioso y legal. La conversión al judaísmo pasa por un protocolo quisquilloso y complejo dentro del cual se deben cumplir con requisitos obligatorios.
Dentro de las políticas exigidas, el Rabinato en Israel ha llegado a proponer medidas excesivas como integrar exámenes de ADN como pruebas de la judeidad de una persona. ¿La nueva sangre azul es tener sangre judía? Estemos o no de acuerdo, el único ente con la autoridad y legitimidad para determinar y otorgar la judeidad es el Beit Din (Casa de Juicio Rabínica) del Rabinato de Israel. No otra entidad ni dentro ni fuera de Israel. Sin embargo, hoy las discusiones y controversias se centran en si se debe o no concentrar la autoridad en el Rabinato.
La cuestión que surge de esta polémica es: ¿cuáles son las realidades que se están desarrollando fuera de Israel? De hecho, hace dos semanas tuve la oportunidad de escuchar una interesante entrevista en Radio Jai en la que el rabino entrevistado enfatiza que hay que fijar la mirada más allá de Israel y ampliar la óptica en lo que está ocurriendo en el desarrollo del judaísmo hoy en día. En efecto, hay más factores determinantes a la hora de formar criterios sobre este delicado tema. La experiencia como Olá Jadashá (nueva inmigrante) me ha permitido identificar dos fenómenos.
El primero, el llamado “despertar espiritual” por el rabino citado. Están las personas que hicieron aliá (basándose en la ley de Retorno establecida en 1950) gracias a una ascendencia judía por padre, madre o abuelos considerados judíos por el Estado mas no necesariamente por la Rabanut en Israel. Este grupo, ya viviendo como israelí, descubre el interés de hacer una conversión porque quiere tener un reconocimiento pleno de su judeidad.
Está también otro grupo de personas que se acercó al judaísmo en comunidades locales con la intención amorosa y genuina de ser parte del pueblo judío. Con el fin de concretizar un proceso de aprendizaje y apropiación de los preceptos de la Torá, vienen a Israel a legalizarlo en el único lugar autorizado y, seguramente, buscan también hacer una peregrinación a Tierra Santa. En resumen, todos ellos comparten la voluntad de cumplir mitzvot (preceptos religiosos) y pertenecer al Am Israel (pueblo judío) con sus gamas, ramas, tendencias, corrientes, visiones, tradiciones y costumbres. Todos defienden la posibilidad de vivir en Israel o de poder practicar la religión en cualquier parte del mundo.
El segundo fenómeno que se manifiesta paralelamente es el político y civil que considero requiere atención de nuestra parte. ¿Cómo tener acceso a la nacionalidad israelí? En la mayoría de los países del mundo tener la ciudadanía es una tarea más que difícil. Suele ser por criterios de suelo, sangre, por residencia legal y prolongada. En Israel es por la ley de Retorno. La aliá es la oportunidad de pertenecer, identificarse, reencontrar raíces, expresarse sin prejuicios, además de todo lo que implica la motivación sionista. Mientras estas personas tienen derecho y legitimidad para recibir la nacionalidad por el hecho de ser judíos (sea por abuelo, por padre, por madre, por familia o por conversión reconocida…), el problema surge con una tercera categoría de conversos.
Aquí están las sorpresas: se venden paternidades, se alteran certificados, hay conversiones express no reconocidas por la autoridad religiosa mas sí por el Estado israelí. En muchas comunidades locales se hacen conversiones a la carta para quienes buscan beneficios materiales. Calidad de vida, seguridad, ascenso social, consumo y un segundo pasaporte: the Israeli Dream.
Ahí está el contra sentido. Quieren hacer una conversión supuestamente espiritual con objetivos económicos gracias a un reconocimiento político y civil. Se les otorgan derechos y rechazan no sólo las obligaciones que conlleva la recién adquirida ciudadanía (servicio militar, impuestos altos, respetar leyes y códigos sociales) sino también las asociadas a la práctica religiosa. Más grave aún, no quieren conocer la historia de este pueblo y, sin ningún escrúpulo, rechazan a las personas, a las instituciones y al culto judíos.
Aquí les dejo la grave realidad. Superficialmente criticamos y juzgamos las políticas extremistas de las autoridades religiosas israelíes sin contemplar lo que significa crear y trascender en el espíritu del único Estado Judío en el mundo.