Los turcos de Meskhetia. Una nación que se niega a desaparecer
Hatice Nurhayat Bilge en su tesis doctoral titulada “Meskhetian Turks. Exploring Identity Through Connections of Culture” (2012) se sumergió en los procesos de preservación y transmisión de la identidad turco-mesjetia en la ciudad de Phoenix, Estados Unidos, país al cual llegaron en 2004 alrededor de 15 mil personas pertenecientes a esta minoría nativa del Cáucaso en calidad de refugiados.Originarios de la región de Meskhetia (Meskheti) en la actual Georgia los turcos mesjetios, también conocidos como turcos ahiska, componen un subgrupo étnico turco que ha sufrido dos traumáticos procesos de reubicación forzada además de discriminación, marginación y violencia sistemáticas forjadas en la época estalinista y que aún hoy se replica en países como Uzbekistán, Rusia y Georgia. Si bien es difícil establecer un número exacto de turcos mesjéticos algunas fuentes sostienen que hay entre medio millón y 600 mil turcos mesjéticos desperdigados en una diáspora amplia que incluye Kazajistán (280 mil), Rusia (90 mil), Kirguizistán (50 mil), Turquía 70 mil), Ucrania (10 mil), Estados Unidos (los ya mencionados 15 mil), Azerbaiyán (100 mil), Uzbekistán (40 mil) una pequeña comunidad de 200 personas en el norte de Chipre y sólo 1,500 que aún residen en su homeland histórico en la actual Georgia.
Nurhayat Bilge reconoce en su investigación que es problemático hablar de una única definición de la identidad y cultura turco mesjética debido a que esta nación ha estado diseminada por Asia Central, el Cáucaso, Europa e incluso en Estados Unidos y alejada de su homeland tradicional desde 1944 por lo que varias generaciones de turcos mesjéticos se han desarrollado en ambientes culturales diversos con efectos en su identidad como nación.
A pesar de dichas variaciones, para Nurhayat Bilge se puede hablar de tres “características culturales” preservadas por esta nación y que les permiten desarrollar una identidad colectiva compartida más allá de la separación espacial entre las comunidades turco mesjéticas y que son: una fuerte conexión con el idioma turco que se mantiene como el principal idioma materno del grupo; componentes culturales comunes como festivales, música y danzas, comida y vestimentas tradicionales y una religión común, el Islam sunita, en la cual rituales y celebraciones continúan dando al grupo su sentido de pertenencia.
El homeland de los turcos mesjéticos ha sido lugar de disputa por varios imperios y Estados poderosos a lo largo de la historia. Otomanos, rusos y soviéticos han competido por el control de la región de Meskhetia. Esta situación tomó un nuevo giro cuando Georgia obtuvo su independencia política en 1991 y Meskhetia quedó incorporada al nuevo Estado georgiano.
Étnicamente diferentes a los georgianos, los turcos mesjéticos también se diferencian de la mayoría de la población de Georgia por ser musulmanes lo que ha llevado a que algunos los cataloguen como “musulmanes georgianos” lo cual es incorrecto pues hay diferencias étnicas entre los georgianos étnicos que profesan el Islam y los turcos mesjéticos. El caso de los turcos mesjéticos es otro ejemplo de que la categorización y el censo han sido herramientas utilizadas por los Estados para la invisibilización de minorías étnicas y religiosas que hemos ido comprobando al analizar distintas minorías del Cáucaso y Medio Oriente (1)
Además de las características culturales, étnicas y religiosas particulares de los turcos mesjéticos un componente central en su identidad colectiva y nacional es su historia y memoria colectiva, las cuales están dominadas por momentos trágicos y traumáticos entre los que destacan el exilio forzado de 1944, que tuvo como resultado la dispersión total de esta nación de su homeland y los eventos registrados en Fergana, Uzbekistán, en 1989 que afectaron negativamente a los turcos mesjéticos que habían sido reubicados en dicho país décadas antes.
Consecuencias de la represión soviética
De ser una nación pacífica concentrada en Meskhetia y que convivía armoniosamente con la cultura georgiana y cristiana dominante, los eventos de 1944 marcarían a los turcos mesjéticos para siempre y los convertirían en una nación diaspórica prácticamente inexistente en su homeland nativo. En ese año el temible y sanguinario líder soviético, Joseph Stalin decretó la reubicación forzada de varias naciones ubicadas en las fronteras de la URSS.
Los turcos mesjéticos no serían los únicos en ser expulsados de la zona pues dicho destino también lo compartieron los armenios hemshin (población étnicamente armenia islamizada y de los cuales hablaremos en el próximo artículo), los terekemes, un grupo turco hablante llegado a la zona durante el siglo XVIII, así como los kurdos que habían arribado a la zona del Cáucaso durante el periodo otomano.
La época estalinista dejó una marca indeleble en el Cáucaso. La violencia empleada para someter a la región y las políticas por las cuales Rusia jugaría el rol del “hermano mayor” sobre otros pueblos menos avanzados tuvieron consecuencias terribles para naciones caucásicas nativas, muchas de las cuales son aún poco conocidas en América Latina. El caso de los turcos mesjéticos, por lo tanto, es sólo uno de varios casos de agresión soviética de naciones y culturas nativas.
Muchas naciones sufrieron bajo el yugo estalinista y para 1923 grupos nacionales ubicados en las fronteras del sistema soviético fueron objeto de políticas represoras e incluso genocidas bajo el pretexto de ser aliadas de poderes extranjeros enemigos de la URSS. La historia de sufrimiento, persecución, deportación y aniquilación de todos los grupos y naciones del Cáucaso con raíces y conexiones túrquicas como los tártaros de Crimea, los karachis del norte del Cáucaso, los balkarios y kalmukos del Caspio así como los turcos mesjéticos, (sin olvidar que Stalin y Beria también deportaron y masacraron a kurdos, armenios, ingushes, chechenos y griegos del Ponto) siguen sin recibir la atención y estudio en las universidades latinoamericanas.
Miembros de la policía secreta soviética aislaron y aterrorizaron a la región del Cáucaso cometiendo todo tipo de crímenes como asesinatos, violaciones y expulsiones masivas hacia Siberia o Kazajstán. La destrucción de sus hogares y cementerios así como el exilio de su homeland ancestral se sumaron al proceso de erradicación oficial de su cultura e identidad nacional por parte de los líderes soviéticos. Si bien durante el periodo de Nikita Khrushchev algunos de los sobrevivientes fueron autorizados a regresar a sus homelands los turcos mesjéticos, no gozaron de dicha oportunidad.
Se calcula que entre 1922 y la muerte de Stalin en 1953, más de seis millones de personas fueron desplazadas forzosamente de su homeland original. En el libro titulado “The Meskhetian Turks at Crossroads: Integration, Repatriation or Resettlement? Editado por Andrei Khanzhin y Tom Trier en 2018, queda claro que este castigo colectivo que sufrieron los turcos mesjéticos se debió a su origen étnico que los ubicaba como potenciales colaboracionistas de un régimen enemigo de la URSS. Si bien es cierto que Turquía no participó activamente en la Segunda Guerra Mundial, la animadversión histórica entre Rusia y Turquía jugó un rol en la decisión de Stalin de desquitarse con los turcos mesjéticos.
Entre el 14 y el 18 de noviembre de 1944 todos los turcos mesjéticos fueron exiliados hacia Asia Central, principalmente en el valle de Fergana en Uzbekistán, el recorrido, realizado en condiciones miserables, resultó en la muerte de varios cientos de personas. Una vez que llegaron a su nueva ubicación los turcos mesjéticos fueron confinados a ciertas áreas denominadas “asentamientos especiales” de las cuales no podían salir sin permiso de las autoridades locales.
Durante 1956 se inició el proceso por el cual varias de las naciones expulsadas por Stalin podían regresar a sus tierras nativas. Mientras chechenos, ingushes, balkarios, kalmukos lo hacían, a pueblos como los alemanes del Volga, los tártaros de Crimea y los turcos mesjéticos se les siguió negando ese derecho al retorno por lo que algunos comenzaron a dispersarse hacia otras zonas como Azerbaiyán, Kirguizistán, Kazajstán, o Turquía mientras otros decidieron continuar viviendo en Uzbekistán en donde sobrevivían enfrentando discriminación, pobreza y en algunos casos violencia. Los eventos de 1989 en Uzbekistán serían el clímax de dicho proceso de marginación y segregación sufrido por el pueblo turco mesjético en tierras uzbekas.
El pogrom de Fergana
Conocido como “el pogrom de Fergana” este evento traumático para los turcos mesjéticos inició el 3 de junio de 1989 cuando un grupo de jóvenes uzbekos se reunió en Tashlak (Toshloq), un asentamiento urbano de la región de Fergana, y comenzaron a incendiar las casas de los habitantes turcos mesjéticos. Ese mismo día se registraron los primeros asesinatos y por más de tres días la violencia continuó impunemente dejando a los más de 1,500 turcos mesjéticos a merced de la turba xenófoba. Aquellos que intentaban huir de la zona fueron detenidos por la policía y grupos paramilitares uzbekos. Sería hasta el 11 de junio cuando tropas soviéticas llegarían para controlar la situación.
La masacre del valle de Fergana dejaría, según cifras oficiales uzbekas, a 97 turcos mesjéticos asesinados, más de mil heridos y 752 casas destruidas e incendiadas. Los cien mil turcos mesjéticos residente en Uzbekistán entendieron el mensaje y comenzaron a emigrar.
Si bien las autoridades uzbekas acusaron a mafias y grupos ultranacionalistas uzbekos de la matanza en realidad la complicidad e indiferencia del gobierno de Tashkent resultó escandalosa pues permaneció indiferente a la masacre por varios días.
Más de 70 mil turcos mesjéticos huirían hacia Azerbaiyán mientras otros se dirigirían a Krasnodar o Kazajstán. Vale la pena señalar que como resultado de la violencia desatada en 1989 también muchos judíos de Bujará que residían en Uzbekistán emigraron con dirección a Israel.
Los turcos mesjéticos asentados en Krasnodar como resultado del pogrom de Fergana emigrarían a Estados Unidos como refugiados al serles negada la ciudadanía por las autoridades locales y ser considerados como “inmigrantes ilegales” y “personas sin Estado” lo que dejaba a este grupo en una situación social y económica muy vulnerable. Serían esos turcos mesjéticos llegados a Estados Unidos a los cuales Hatice Nurhayat Bilge entrevistó para su tesis doctoral al encontrarlos en la zona metropolitana de Phoenix, Arizona.
La situación actual de los turcos mesjéticos
En 2010 el Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas estimaba que aún había 178 mil personas sin Estado en la Federación Rusa, si bien la mayoría de ellas pertenece al pueblo Roma algunos de ellos son turcos mesjéticos que inmigraron a la zona en 1989 y continúan sin resolver su situación legal en Krasnodar. Las dificultades que enfrentan para obtener documentos legales que les permitan acceder a los servicios de salud y educativos mínimos así como para obtener un trabajo digno son enormes. Muchos activistas locales luchan por defender a estas personas ignoradas por el sistema ruso y son objeto de discriminación legal y social. Los turcos mesjéticos continúan siendo víctimas de xenofobia y violencia étnica y aunque muchas de esas situaciones no son reportadas oficialmente, hay grupos de la sociedad civil organizada que los apoyan y defienden como es el caso del “Moscow Helsinki Group” que en 2014 documentó y expuso varios casos de ataques contra los turcos mesjéticos ignorados por la policía local.
En Georgia la situación para los turcos mesjéticos no es mejor pues enfrentan el desinterés gubernamental y una política de “arrastrar los pies” que ha complicado el reasentamiento y repatriación de turcos mesjéticos a su tierra natal misma que se encuentra entre las regiones más atrasadas económicamente y ha sido repoblada con personas étnicamente georgianas que se resisten a la llegada de los turcos mesjéticos.
En 2007 el parlamento georgiano formalizó una ley que establecía los procedimientos formales para la repatriación de los turcos mesjéticos si bien esta ley ha ayudado a que en algunos casos puntuales el trámite sea expedito y exitoso en realidad los intereses político electorales siguen complicando este proceso de repatriación.
Desde su homeland en Meskhetia hasta Phoenix la historia del pueblo turco mesjético merece ser visibilizada, estudiada e incorporada a los ejemplos de resistencia a la violencia soviética, lucha por el reconocimiento, grupos diaspóricos que preservan sus valores culturales colectivos y una nación que se ha negado a desaparecer.
(1) https://www.amazon.com/-/es/Edited-Andrei-Khanzhin-Tom-Trier/dp/B00FBBHGYQ
(2) Ver los artículos publicados en nuestro sitio:
Masacres y genocidios en Medio Oriente y Cáucaso
Los alevíes de Turquía, una comunidad discriminada
Los batsbi: el ocaso de una nación del Cáucaso
El genocidio circasiano, una atrocidad olvidada
Abjasia: las bases del conflicto