‘Call of Duty’: La ignorancia de las políticas de la guerra moderna en Oriente Medio
El último título de la franquicia de videojuegos pierde una gran oportunidad de enseñar un poco a los estadounidenses sobre Oriente Medio
Por David Romano *
El encierro debido al coronavirus me ha dado algo de tiempo para probar algunas cosas nuevas. Como profesor de ciencias políticas que realiza la mayor parte de su trabajo sobre los kurdos en Turquía, Irak, Siria e Irán, por lo general estoy demasiado ocupado impartiendo clases o viajando a Oriente Medio para investigación y conferencias como para tener tiempo de jugar videojuegos. Mi hijo de 11 años, que junto con legiones de otros niños, torturan a sus padres en casa al estar las escuelas cerradas, estaba aburrido y quería jugar la versión 2019 del videojuego “Call of Duty”.
Por supuesto, yo necesitaba revisar el juego antes de darle permiso. Resulta que el contenido del videojuego es demasiado para un niño de su edad. Sin embargo, lo peor en mi opinión, fue la impresión de que después de ser sometido a una historia tan ridícula, el niño sabría menos sobre el Medio Oriente y el mundo.
De alguna manera, la empresa Infinity Ward gastó millones de dólares creando un juego técnica y gráficamente excelente, con consultores del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos asegurándose de que obtuvieran todos los pequeños detalles de las armas y las tácticas empleadas por una unidad pequeña, pero no se les ocurrió algo menos ridículo que «Uzrikstan» como su entorno.
Uzrikstan es su país ficticio en el Mar Negro (según el mapa del juego), justo al sur de la ciudad rusa de Sochi y al oeste de la República de Georgia. A diferencia de cualquier otro lugar del Mar Negro, Uzrikstan también está lleno de desiertos y poblado por árabes, a unas 900 millas de los verdaderos centros de población árabes más cercanos del sur de Turquía, Siria e Irak.
En Call of Duty, los equipos de comandos de Estados Unidos y Gran Bretaña van tras los chicos malos y los terroristas rusos («al Qatala», que significa «los asesinos» en árabe). En el proceso, se unen con buenos «luchadores por la libertad» de Uzrikstan que sólo quieren liberar a su país de la ocupación rusa.
Eso es lo que al Qatala (AQ) también quiere, así que lo único aparentemente diferenciador de los dos es la voluntad de AQ de involucrarse en el terrorismo. AQ in Call of Duty no tiene nada que ver con una interpretación extremista del Islam, que estaría demasiado cerca de la realidad. No, el AQ en este juego son sólo luchadores por la libertad «anarquistas» (disculpas a los verdaderos anarquistas en todas partes).
Así que en lugar de un juego que ofrecía a los jugadores fragmentos valiosos de conversación políticamente interesante aquí y allá (como «Soy un buen musulmán, pero su islam es diferente – lo utilizan como una herramienta para tratar de tomar el poder político, para justificar las atrocidades»), nos quedamos incrédulos que los escrúpulos morales con respecto a las tácticas hacen que estos dos grupos «uzriki» luchen entre sí hasta la muerte.
Más desconcertante es que todos los personajes blancos en el juego consiguen estados-nación reales a los cuales pertenecen (EE.UU., Rusia, Gran Bretaña). ¿Pero la gente morena? ¿A quién le importa? ¡Hagamos que sean de un lugar llamado «Uzrikstan»! El año pasado, Polygon Magazine le preguntó a Jacob Minkoff, director de diseño de Infinity Ward, sobre este aparente doble estándar.
Minkoff respondió que los terroristas llevan a cabo ataques fuera de su país de origen debido a la ocupación extranjera o la interferencia extranjera.
«Por eso podemos hacer que países como el Reino Unido sean atacados por terroristas».
Cuando se habla de los países de Oriente Medio, sin embargo, «Se vuelve mucho más políticamente cargado, políticamente complejo…. Cuando hablas de pasar un montón de tiempo en este país de Oriente Medio, donde vamos a rastrear al líder terrorista y trabajar junto a los luchadores por la libertad en ese país, simplemente no queríamos envolvernos en la política de ningún país del mundo real.”
«Eso es porque, número uno, no sabemos lo suficiente sobre la política de un país dado para poder hacerlo de manera respetuosa. Y número dos, nos ataría las manos como desarrolladores donde tenemos estas ideas de momentos narrativos emocionalmente impactantes, emocionantes momentos de juego, y queremos ser capaces de llevarlas a la pantalla sin tener que preocuparnos por: ‘Bueno, eso no es preciso para este conflicto. Esa cosa no sucedió realmente». Esta respuesta no equivale a nada más que a una completa tontería. Infinity Ward trajo consultores del ejército estadounidense para obtener todos los detalles del armamento en el juego, pero ¿no pudieron traer a un solo politólogo, historiador o sociólogo familiarizado con el Medio Oriente?
La compañía tiene otros juegos ambientados en contextos políticos reales con detalles ficticios, como cuando Rusia invade a los Estados Unidos en un juego anterior de Call of Duty. Eso no sucedió realmente en la vida real, ¿verdad? Usando la lógica de Jacob Minkoff, ¿por qué Infinity War nunca hizo un sustituto ficticio para Estados Unidos? Al igual que fusionaron elementos de Afganistán en la década de 1980, Chechenia en la década de 1990 y de la actual Siria para crear «Uzrikstan», la América ficticia en juegos anteriores de Call of Duty podría haberse parecido a Estados Unidos, pero con una población que hable alemán y se vista como lo hacen en Francia – «Gerfransica» tal vez.
Pero eso suena ridículo, ¿verdad? ¿Suena más ridículo que «Uzrikstan», el estado árabe montañoso,»de Oriente Medio» en la costa noreste del Mar Negro que cultiva amapolas y no tiene religión? Por desgracia se pone peor. Los desarrolladores del juego le dijeron al periódico The Guardian el año pasado que uno de los protagonistas para las campañas para un solo jugador, «Farah Karim», se inspiró en las actuales luchadoras kurdas en Siria. Sin embargo, en el juego, ella es de repente árabe (porque todo el mundo en el Medio Oriente es árabe y vive en un desierto, aparentemente).
Los kurdos de Siria han sido terriblemente oprimidos por regímenes nacionalistas árabes desde 1950s y actualmente la mayoría está orgulloso de que, a diferencia de los grupos políticos árabes de toda la región, las mujeres de muchos de sus movimientos tienen roles reales de liderazgo.
Para Infinity Ward tomar este ejemplo y darle una pensada parece simplemente un error.
Sería un poco como afirmar que la historia de Ana Frank inspiró un juego o película, pero haciendo del personaje de Ana Frank una chica cristiana alemana que se esconde de los rusos en la Segunda Guerra Mundial, y ni siquiera mencionar en la narración a los judíos o a los nazis.
No tiene que ser así. Puedes hacer ficción los detalles de escenarios de batalla específicos (aunque ocurre lo suficiente en Oriente Medio que ni siquiera necesitas hacer esto) mientras sigues situando el juego en un contexto político-histórico-social preciso e interesante.
Un ejemplo de lo anterior sería la excelente película Three Kings (1999), ambientada en Irak al final de la Guerra del Golfo de 1991 y protagonizada por George Clooney, Mark Wahlberg, Ice Cube y Spike Jonze. Los detalles de esta película son ficticios (ningún estadounidense entró en las ciudades del sur de Irak buscando robar los tesoros ocultos de Saddam), pero el escenario realmente captura la política, el estado de ánimo y los problemas sectarios del Irak de ese momento, desde el estilo despiadado de Saddam hasta la traición estadounidense a los civiles chiitas que, a instancias de George Bush, padre, se levantaron contra el régimen de Saddam en marzo de 1991.
Así que sí, un juego se puede establecer en un contexto político e histórico real, incluso cuando se trata de países en los que viven las personas de piel morena. Los jugadores podrían aprender una o dos cosas sobre identidades sectarias diferentes (kurdo, druso, alawi, yazidi, caldeo, asirio, armenio, árabe, turcomano y otros) presentes en lugares como Siria, o al menos ser tratados con fragmentos de diálogo y alusiones a estas identidades y la política real de la zona.
* El autor es profesor en el departamento Thomas G. Strong de Políticas de Medio Oriente en la Universidad Estatal de Missouri y autor de numerosas publicaciones sobre los kurdos y Oriente Medio. Publicado originalmente en The Jerusalem Post el 23 de mayo de 2020