Trump empuja a Europa a aliarse con China

por | Mar 3, 2025 | Blog | 0 Comentarios

Katja Bego

Agradecemos la autorización de Chatham House para la difusión del artículo original en castellano

Mientras los europeos se tambalean por los acontecimientos de las últimas semanas que parecen marcar el fin de la alianza transatlántica tal como la conocemos, China ve una oportunidad. De hecho, cuando el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, subió al escenario en la Conferencia de Seguridad de Munich, no sólo pidió a Europa que participara en las negociaciones por la paz en Ucrania, sino que también propuso un replanteamiento más amplio de las relaciones chino-europeas.

Aunque Wang Yi respaldó las negociaciones bilaterales entre Rusia y Estados Unidos unos días después (y el papel de China en la guerra de Ucrania ha estado lejos de ser benigno), algunos líderes europeos, como el ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel Albares, han expresado su disposición a aceptar la oferta de Pekín. Restablecer la relación con Pekín puede ofrecer algunas oportunidades –entre ellas, la capacidad de cubrirse entre China y Estados Unidos–, pero también conlleva riesgos significativos.

Cubriéndose entre China y Estados Unidos

Muchos líderes europeos verán una oportunidad de dar señales de vínculos más estrechos con China como palanca para asegurar compromisos continuos de Estados Unidos. Esa estrategia bien podría generar cierto éxito. A pesar de la crisis de confianza que vive Europa, tiene algunas cartas muy importantes en el triángulo formado por Estados Unidos, China y Europa.

El acceso al mercado europeo sigue siendo indispensable tanto para China como para Estados Unidos. Además, Estados Unidos seguirá esperando que Europa –que sigue estando mucho más enredada económicamente con China que Estados Unidos– se sume a las sanciones que se aplicarían tras una posible invasión china de Taiwán y participe en los controles de exportación de tecnologías estratégicas. A medida que la relación transatlántica se vuelva más transaccional, los europeos podrían empezar a utilizar este alineamiento continuo en la cuestión de la seguridad de China como moneda de cambio.

Hay varios puntos críticos en curso en los que podríamos empezar a ver la aplicación de esta estrategia. Un ejemplo de ello es ASML, el gigante tecnológico holandés cuyo monopolio sobre máquinas de litografía altamente especializadas desempeñó un papel fundamental en la estrategia de la administración Biden para sofocar la capacidad de China de acceder o producir chips de última generación. Aunque envuelta en un lenguaje de asociaciones y alianzas, la implementación de los controles de exportación originales sobre ASML implicó una presión significativa por parte del equipo de Biden.

Las restricciones han tenido un coste significativo para ASML. China no sólo era un cliente clave de sus máquinas de gama alta, sino que los controles también le han permitido empezar a ponerse al día más rápidamente de lo que de otro modo habría tenido incentivos: la necesidad es la madre de la innovación. Según se informa, la administración Trump ha presionado para que se impongan restricciones aún más estrictas durante reuniones a puerta cerrada con el gobierno holandés.

Las administraciones anteriores pudieron hacer este tipo de demandas a sus aliados europeos debido a lo que ofrecían a cambio. A medida que Estados Unidos se retracta de sus compromisos de seguridad y de otro tipo, y por lo tanto reduce su influencia, queda por ver con cuánto tiempo sus socios europeos seguirán contando.

Europa también podría tratar de explotar las ambiciones de Trump para contrarrestar la creciente influencia china en el Ártico. Esos planes se basan en parte en que Estados Unidos tenga acceso a más rompehielos. Actualmente, Estados Unidos sólo tiene dos barcos viejos, mientras que Rusia tiene alrededor de 41, y China también tiene una flota en rápido crecimiento.

Trump ha pedido la entrega de 40 rompehielos adicionales, una línea política iniciada por la administración Biden. Pero Estados Unidos no tiene actualmente capacidad de fabricación nacional ni capacidad para construir este tipo de buques, por lo que con el Pacto ICE 2024 buscó asociarse con Finlandia y Canadá. Aunque estos planes no parecen estar en suspenso todavía, aquí también los europeos –y los igualmente despreciados canadienses– podrían tener una influencia significativa.

El factor China

A menudo se presenta a China como el gran ganador de los cambios geopolíticos actuales, esperando el momento oportuno mientras Estados Unidos derriba los pilares sobre los que se construyó su hegemonía (nunca interrumpas a tu enemigo cuando está cometiendo un error). Pero China también tiene mucho que perder con el rumbo de colisión geopolítica de Trump. Esto podría abrir una ventana para que Europa no solo use un alineamiento más cercano con Beijing como palanca en las conversaciones con Washington, sino también para obtener concesiones de China.

Una guerra arancelaria total con Estados Unidos podría socavar significativamente una economía china ya frágil y convertiría a Europa en un mercado de exportación aún más importante. China, como Europa, estará observando el aparente acercamiento entre Rusia y Estados Unidos con gran inquietud. Si la administración Trump logra llevar a cabo una estrategia “Nixon inversa” y desvincular (parcialmente) a Rusia de China, Beijing vería disminuir significativamente su control sobre una Rusia que ya no está aislada. Un acuerdo negociado apresuradamente sobre Ucrania también permitiría a Estados Unidos reorientar sus esfuerzos hacia el Indopacífico, que naturalmente China no quiere.

Muchos responsables políticos europeos han esperado durante mucho tiempo –e ingenuamente– un deus ex machina mediante el cual Beijing usaría su influencia sobre el Kremlin para poner fin a la guerra en Ucrania. A pesar de los cambios tectónicos en el transcurso de la guerra, la situación en Ucrania ha cambiado.

En las últimas semanas, Europa no debería esperar que la postura de China respecto de Ucrania cambie radicalmente, pero ahora hay más espacio para la alineación y el reencuentro entre China y Europa, lo que podría generar un impulso para convencer a Pekín de que apoye un proceso de paz más igualitario, representativo y duradero en Ucrania, entre otras prioridades europeas.

Encontrar el equilibrio adecuado

Aunque Europa tiene múltiples oportunidades de trazar un rumbo más independiente y estratégico en el triángulo Estados Unidos-China-Europa y aprovechar sus puntos fuertes existentes, debe abordarlo con los ojos bien abiertos.

Europa finalmente se ha dado cuenta de las vulnerabilidades significativas a las que se ha dejado exponer al volverse casi totalmente dependiente de actores externos para su seguridad y otras áreas críticas como la tecnología. Se trata de dependencias que corren el riesgo de ser utilizadas como arma en su contra.

Si bien algunos países europeos pueden obtener ganancias rápidas al recurrir a alternativas chinas para reducir el riesgo de Estados Unidos, la reducción de la exposición a las dependencias de un actor no debe ser intercambiada por una mayor dependencia de otro. Los viejos problemas en la relación entre China y la UE no han desaparecido simplemente porque el mundo que la rodea haya cambiado.

Una dependencia creciente –cada vez más desequilibrada– del comercio y la tecnología chinos no solo está dañando la competitividad de Europa, sino que también presenta riesgos significativos para la seguridad nacional, que ya han demostrado ser difíciles de evitar diversificando, incluida la infraestructura de telecomunicaciones 5G y la tecnología portuaria. China también sigue apuntando a Europa a través de incursiones cibernéticas y otras incursiones híbridas cada vez más descaradas.

Una mayor dependencia de China también podría socavar el papel emergente de Europa como el bastión restante de un orden internacional más basado en valores.

Si bien una relación más pragmática con China ofrecerá oportunidades (para protegerse, para obtener el apoyo de Pekín en cuestiones específicas y para llenar el vacío dejado por Estados Unidos en áreas como el cambio climático o la gobernanza de la inteligencia artificial, debe tratarse con gran cautela.

En este nuevo mundo más transaccional, Europa debe aprender a usar sus fortalezas y sus propios puntos de influencia de manera más estratégica. Debe resistirse a cambiar un conjunto de dependencias por otro. Europa debe actuar con cuidado.

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