Mujer tártara conmemora las deportaciones de los crimeos en Ucrania

Los tártaros de Crimea: resistencia al colonialismo ruso

Los crímenes rusos contra Ucrania en general y contra la nación tártara de Crimea en particular continúan hasta nuestros días y sólo cesarán cuando Ucrania salga victoriosa de  la guerra e inicie el proceso de desocupación de la península
Mapa antiguo del Mar Negro con Crimea

Mapa antiguo del Mar Negro con Crimea

El 17 de abril de 1938 el dictador soviético Joseph Stalin ordenó el arresto y posterior fusilamiento de 36 tártaros de Crimea (qırımtatarlar). Estos asesinatos fueron planeados con antelación pues el 5 de marzo del mismo año, Stalin y sus cómplices redactaron una lista de ejecuciones que incluía los nombres de 60 personas, 41 de ellas tártaros de Crimea.

No es de extrañar que cada 17 de abril en Ucrania se conmemore oficialmente a aquellos intelectuales tártaros de Crimea que fueron asesinados durante el periodo conocido como “El Gran Terror” (1936-1938), época en la cual Joseph Stalin sentaría las bases de una política de erradicación de los intelectuales, artistas y críticos de su proyecto político.

Hay que recordar que el imperialismo y las prácticas colonialistas rusas han estado presentes en Crimea desde el año 1783 cuando la expansionista e imperialista Rusia conquistó la península y puso violento fin al Khanato de Crimea, un estado tártaro independiente. Como Williams explica en “The Crimean Tatars. From Soviet Genocide to Putin’s Conquest” desde ese momento la población nativa de la península, los turcos kipchak y los mongoles, fueron gradualmente expulsados al Imperio Otomano y reemplazados por colonos rusos llevados a la península a ocupar las tierras productivas.

Niños tártaros de Crimea en una conmemoración de la expulsión stalinista

Niños tártaros de Crimea en una conmemoración de la expulsión stalinista

El Gran Terror stalinista, heredero de las prácticas colonialistas rusas imperiales, tiene sus bases en el decreto emitido el 30 de julio de 1937 por las autoridades soviéticas titulado “sobre la represión de los ex kulaks, criminales y otros individuos antisoviéticos” y que estipulaba que todos aquellos que se opusieran a los deseos y pulsiones del gobierno deberían ser encarcelados, enviados a Siberia a purgar largas penas o asesinados.

Historiadores como Robert Conquest en “The Great Terror: A Reassessment”; Hiroaki Kuromiya en “The Voices of the Dead: Stalin’s Great Terror in the 1930s” o “Origins of the Great Purges: The Soviet Communist Party Reconsidered, 1933–1938” de Archibald Getty, por mencionar algunos ejemplos, calculan que, por lo menos, 700 mil personas murieron como resultado directo o indirecto de la purga decretada por Stalin en todo el territorio de la Unión Soviética (200 mil de ellos en el territorio de la actual Ucrania).

En Crimea las cosas no fueron distintas al resto del mundo soviético. El 17 de abril de 1938 se reuniría en la ciudad de Aqmescit, nombre tártaro que los colonos rusos cambiarían por Simferópol, la Junta Militar del Tribunal Supremo de la URSS para dictar sentencia de muerte a varios tártaros de Crimea acusados de “propaganda y acciones antisoviéticas, espionaje panturco, sabotaje y actividades terroristas”. Al acusar a intelectuales tártaros de ser espías de Alemania, Inglaterra y Turquía los soviéticos buscaban dos objetivos: destruir el liderazgo tártaro y enviar un mensaje intimidatorio al resto de la nación.

Quiero destacar aquí que la persecución, exilio y asesinato de intelectuales de minorías étnicas y religiosas ha sido una estrategia empleada por imperios y estados para debilitar políticamente a dichas comunidades minoritarias. Ejemplo de esto lo tenemos en el arresto de 250 intelectuales armenios por parte de oficiales otomanos el 24 de abril de 1915 y que sería el preludio del genocidio sufrido por la nación armenia del Imperio Otomano.

El Gran Terror de Stalin y sus cómplices fue el violento y trágico desenlace de la política de indigenización introducida por los líderes soviéticos durante la década de 1920 que tenía como objetivo principal el control de las comunidades nacionales no rusas.

Amparado en el discurso oficial de promoción de los autogobiernos y culturas autóctonas, la política de indigenización soviética pretendía instalar la dependencia hacia el Estado entre estas naciones no rusas y así continuar, con otro discurso pero con el mismo objetivo, la política colonialista del imperio ruso hacia dichas poblaciones, sus territorios y, especialmente, sus materias primas.

Fue dentro de este contexto político que los tártaros de Crimea lograron hacer uso de estas libertades y abrieron centros culturales, teatros y escuelas nacionales así como revistas y periódicos en su idioma materno, lengua formada durante los siglos XIV y XVII teniendo como base las lenguas kipchaks nativas de la península. A estos avances culturales se le sumó la creación de la Misión Permanente de la República Socialista Soviética Autónoma de Crimea en Moscú, representación oficial de Crimea ante el gobierno y que fue siempre presidida por tártaros de Crimea.

Esta situación ventajosa facilitó el surgimiento de una generación de intelectuales, artistas y políticos tártaros de Crimea que gradualmente se convirtió en una élite con reivindicaciones nacionales y, por lo tanto, una amenaza para Stalin y sus cómplices.

Es ahí en donde se enmarca el inicio del Gran Terror, una campaña a gran escala de represión masiva de ciudadanos organizada por las autoridades soviéticas que buscaba poner fin a la lucha contra las denominadas “personas socialmente hostiles”, someter a la población civil y ahogar cualquier intento de independencia política pulsiones que, como vemos en la agresión a Ucrania, siguen estando presentes en la cultura política rusa.

Ya desde 1928 había señales de que la apertura nacional pregonada por Moscú era una farsa. En Crimea, Veli Ibraimov, jefe de la República Socialista Soviética Autónoma de Crimea fue la primera víctima de la represión rusa una década antes del Gran Terror sería fusilado en mayo de ese año. A Ibraimov le siguieron otros intelectuales tártaros de Crimea como la escritora Abibula Odabash y el poeta Amdi Hiraibai.

Como menciona el sitio Crimea Platform para 1937 las víctimas tártaras de Crimea se contaban por decenas. Destacan los casos del director el periódico “Yeni Dunia” (Nuevo Mundo) Teifuk Boiadzhiiev; los escritores Dzhafer Hafarov, Ilias Tarkhan, Asan Sabri Aivazov, Osman Akchokrakly, además de Reshat Refatov, director del Comité de Radio; el investigador Mamut Nedim; el artista y director del Museo del Palacio de Bakhchysarai, Usein Bodaninskyi; el poeta y traductor Abdulla Liatif-Zade; el profesor Bilial Chahari; el director de teatro Abibula Bakkal y el dramaturgo Umer Ipchi  por señalar sólo algunos de los muchos prisioneros políticos que murieron entre los muros de la prisión soviética de Simferópol.

Crimea Platform

Crimea Platform

Paralelos con la persecución de los armenios

Así como el arresto de los intelectuales armenios fue el preámbulo del genocidio, estas detenciones y ejecuciones de intelectuales tártaros de Crimea fueron el prólogo de la deportación masiva de los tártaros de Crimea que se ejecutaría, por órdenes de Stalin, en mayo de 1944 y que llevaría a la mayoría de la población nativa de Crimea a un exilio forzado.

Sin embargo, las acciones criminales de las autoridades soviéticas encaminadas a destruir a la nación tártara de Crimea o, por lo menos, evitar el regreso masivo a su homeland, fracasaron a largo plazo pues más de 200 tártaros de Crimea regresaron a su terruño natal durante la década de los 80s y 90s del siglo XX.

En nuestros días Crimea sufre, junto al resto del este ucraniano, una nueva ocupación que resulta no ser otra cosa que una continuación de la política rusa hacia Ucrania y para la cual la nación ucraniana y tártara de Crimea deben ser sometidas y, eventualmente, asimiladas. En por eso que los crímenes rusos contra Ucrania en general y contra la nación tártara de Crimea en particular continúan y sólo cesarán cuando Ucrania venza en la guerra e inicie el proceso de desocupación de la península

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