Marcha pro Hamas en Damasco, 2008

Lo que esconde la acusación de apartheid a Israel

Tom Würdemann *

La confusa acusación de apartheid se utiliza como un artículo de fe contra Israel. Su objetivo es legitimar el terror de Hamás como un tipo de resistencia anticolonial.

Las recientes masacres de Hamás en Israel son un doloroso recordatorio del poder destructivo que puede desencadenar la violencia yihadista. Pero no todos los argumentos utilizados para legitimar el odio a Israel provienen del pensamiento religioso. La acusación de «apartheid» ha sido una de las favoritas de los enemigos izquierdistas del Estado judío durante décadas. No sólo, pero sí principalmente, están recurriendo a ella aquellas fuerzas que han legitimado la violencia genocida de Hamás en los últimos días como una supuesta «lucha de liberación». Este artículo tiene la intención de cuestionar la acusación de «apartheid» y situarla en su contexto histórico.

En Israel/Palestina se está produciendo un conflicto que dura cien años y que aún no se ha resuelto. La ocupación de la Ribera Occidental y la Faja de Gaza es consecuencia de las guerras árabe-israelíes que plantearon amenazas existenciales al Estado de Israel. El principal interés de Israel es la seguridad y, para la derecha política del país, la expansión territorial en Cisjordania. La población palestina es vista como un riesgo para la seguridad y un factor perturbador para el carácter judío del país, pero no como un objeto de explotación sobre la base de la «segregación racial». En la Ribera Occidental existe la Autoridad Palestina, que pretendía ser un paso en el camino hacia la independencia palestina. El fracaso de este proceso ha conducido a la naturaleza actual de la ocupación.

La acusación de apartheid proviene de la retórica de la Guerra Fría. En la era de la descolonización, la acusación de «apartheid» se convirtió en el eslogan del fenómeno supuestamente puramente occidental de las sociedades de castas racistas. Después de la Guerra de los Seis Días en 1967, los ideólogos del Tercer Mundo y los intelectuales palestinos se refirieron a Israel como un «estado de apartheid» y un «estado colonial», junto a Sudáfrica. Los términos se utilizaron deliberadamente para vincular a Israel con Sudáfrica como el faro de un crimen colonial occidental. Así fue cómo, el discurso sobre el apartheid de Israel como un artículo de fe encontró su camino en la izquierda occidental «antiimperialista».

Primero judío, luego democrático

La acusación de apartheid dentro de las fronteras de Israel bajo el derecho internacional es una exageración absurda. El politólogo Samy Smooha clasifica a Israel como una «democracia étnica». La abogada constitucionalista israelí Suzie Navot lo define: «Israel es primero un Estado judío, luego un Estado democrático. Y ese es el orden correcto». La supremacía política del pueblo judío es una parte integral de la realidad constitucional de Israel. Al mismo tiempo, la igualdad de derechos individuales se aplica a todos los ciudadanos de Israel, independientemente de su origen étnico y religión. Hay que decir que los derechos de la minoría árabe no están al nivel que exigen (por ejemplo, el sistema educativo árabe está enormemente desfavorecido en comparación con el judío).

En otros lugares, sin embargo, la realidad suele ser compleja. La catastrófica infraestructura en la anexionada Jerusalén Este tiene que ver con el partidismo abierto de los políticos locales contra la población árabe allí, pero también tiene que ver con el estatus no resuelto de la ciudad: hasta el día de hoy, no está claro qué partes pertenecerán permanentemente a Israel.

Además, la población árabe de Jerusalén oriental rara vez practica el sufragio israelí, lo que limita su capacidad de ejercitar influencia. De hecho la política electoral ha sido a menudo una debilidad del Estado judío en relación con sus minorías: los gobiernos de ultraderecha como el de Menachem Begin en la década de 1980, y la coalición de Netanyahu con la franja extremista formada en 2023, a menudo han significado un deterioro concreto de la situación política de las personas no judías en Israel y los territorios ocupados.

Sin embargo, las desventajas de la minoría árabe derivadas de los inciertos primeros días de Israel han ido desapareciendo en gran medida con el paso del tiempo. Después de la fundación del Estado, la población árabe de Israel estuvo bajo administración militar y disfrutó de una libertad de prensa y un derecho al voto limitados. Desde el final de la administración militar en 1968, la igualdad ha existido, y la tolerancia de la democracia israelí hacia los partidos árabes -expresamente antisionistas- es notable.

«Dominación de un grupo racial sobre otro»

La acusación de apartheid suele centrarse en la Cisjordania ocupada. Las condiciones allí se denominan «realidad de un solo Estado»: Cisjordania está anexionada de facto por Israel. Los palestinos siguen estando sujetos a la ley militar que restringe sus derechos fundamentales, mientras que los colonos están sujetos a la ley civil israelí. La ocupación es, por lo tanto, un sistema de «dominación de un grupo racial sobre otro» y apartheid según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. El movimiento BDS los pone en el centro de sus llamados al boicot. Organizaciones como Human Rights Watch, Amnistía Internacional y B’Tselem de Israel también comparten esta opinión.

Reunión de líderes de Hamás con los ayatollahs iraníes. Una relación de larga data

Reunión de líderes de Hamás con los ayatollahs iraníes. Una relación de larga data

Sin embargo, esta definición sigue siendo problemática partiendo por el hecho de que no hay acuerdo sobre lo que constituye exactamente el «apartheid». ¿Las condiciones en la Cisjordania ocupada? Para muchos, esto no es suficiente. ¿En todo Israel, según Amnistía Internacional? ¿O es la mera existencia de un Estado judío, como ha afirmado el nacionalismo árabe, para negar al judaísmo el estatus de nación? Pero, sobre todo, los intereses de seguridad siguen siendo un criterio dominante de la política israelí hasta el día de hoy, como han demostrado claramente los acontecimientos recientes. La tesis de la «realidad de un solo Estado» asume que existe un plan para la opresión permanente de los palestinos. Pero la situación actual también se debe al fracaso de los esfuerzos serios de paz por parte de Israel. Si no los hubieran boicoteado, la cuestión del «apartheid» ya no se plantearía.

“El único Estado de apartheid”

El racismo y la discriminación existen en muchos países. El término «apartheid» también podría aplicarse a la situación de los trabajadores migrantes en algunos Estados del Golfo o a la de los palestinos en el Líbano. Pero eso casi nunca sucede. Israel es prácticamente el único Estado acusado de «apartheid». Además, la acusación casi siempre está dirigida a calificar a Israel como un «cuerpo extranjero de asentamiento colonial». Los ambientes de «solidaridad con Palestina» en torno al movimiento BDS trazan unánimemente una línea que va de la acusación de apartheid al llamamiento a la desaparición del Estado de Israel «del río al mar». La contradicción se muestra cuando aquellos que reclaman una Palestina laica «para todos» justifican o celebran las atrocidades de Hamás. Así que las palabras de aquellos que deslegitiman a Israel como un estado de apartheid son seguidas por hechos y acciones concretos. Mientras este sea el caso, habrá y debe haber poca apertura al compromiso en Israel.

Estadio Al - Husseini de Jerusalén Este

Estadio Al – Husseini de Jerusalén Este

Es la ideología la que marca la diferencia. La comparación más interesante entre el conflicto entre Israel y Palestina y la historia de Sudáfrica es, por lo tanto, la que existe entre el Congreso Nacional Africano (CNA) y Hamás. Los primeros y sus aliados cometieron una serie de ataques contra la clase blanca durante los treinta años de ilegalidad entre 1960 y 1990. Se estima que el número total de muertos fue de menos de 200. La mayoría de los ataques se dirigieron contra objetivos militares y concretos. La violencia contra las personas nunca ha sido legitimada en los estatutos del CNA. Los sudafricanos blancos seguían siendo bienvenidos como miembros. Nelson Mandela se convirtió así en un icono mundial de la resistencia no violenta.

El odio es profundo

La incomparable ideología de Hamás, por otro lado, es actualmente visible en todo su horror. Es comprensible que generaciones de palestinos que han crecido en la pobreza y con derechos políticos mínimos sean vulnerables a la radicalización. Sin embargo, esto no conduce necesariamente a crímenes bestiales. El CNA, al adherirse a una cosmovisión humanista, llevó a la civilización a través de la lucha contra un sistema incivilizado. Por otro lado, los instintos más bajos (ansia de asesinato, desprecio por la humanidad, demonización) no están reprimidos en la ideología islamista de Hamás, sino más bien potenciados.

La ideología de la lucha incondicional contra «los judíos» tiene sus raíces ya en 1920, pero se ha inscrito de manera particularmente profunda en la identidad política palestina con el islamismo moderno. La OLP laica, que se había acercado a la idea de coexistencia entre 1973 y las negociaciones de 1991 con Israel, también perdió su poder debido a la ola de extremismo religioso en el mundo árabe iniciada en la década de 1980. Los acontecimientos recientes muestran claramente que ningún judío israelí está a salvo del culto de muerte del yihadismo.

* Tom Würdemann es un académico dedicado al estudio del Oriente Medio en el Centro de Estudios Transculturales de Heidelberg

Fuente: Frankfurter Allgemeine. Agradecemos su autorización para la traducción