Moldavia/Transnistria: dos identidades en conflicto
Paula Erizanu es una periodista multilingüe que escribe sobre política, arte y cultura de Europa del Este. Su trabajo ha aparecido en BBC Radio 4 y BBC World Service, así como en The Guardian, The Financial Times, London Review of Books, CNN, OpenDemocracy, The Architectural Review, Dazed y otras publicaciones. Ha sido panelista y comentarista invitada en los programas BBC World Service News Hour y Weekend. He vivido en Londres, Reino Unido, durante 10 años y actualmente está informando desde Chișinău, Moldavia.
En 2019, fue preseleccionada para el Premio al Periodista Cultural del Año del Reino Unido por ña Words by Women.
Escritora galardonada en lengua Rumana, Paula publicó su primer libro, un diario de las protestas masivas de 2009 en Moldavia, titulado “This is my first revolution. Steal It” (Cartier, 2010, edición trilingue) que ganó el premio al Libro más bello del año de la UNESCO Alemania. También ha publicado una colección de poesía, Take Care (Charmides, 2015), y editó la antología “Un siglo de poesía rumana escrita por mujeres “(Cartier, 2019-2021), junto con la poeta y crítica Alina Purcaru. Su primera novela, The Woods Are Burning, es un relato histórico ficticio de las vidas de las primeras feministas soviéticas Alexandra Kollontai e Inessa Armand y se publicó en 2021, ganando el Premio al Joven Escritor del Año en la Gala de Jóvenes Escritores de Rumania y siendo preseleccionada para el Premio Sofia Nădejde en Bucarest, Rumania, y el Festival du Premier Roman en Chambéry de Francia.
Oriente Medio News.- Muchas gracias, Paula, por conversar con nosotros. En los últimos días y semanas Moldavia ha tenido una importante cobertura mediática pero es un país muy poco visible aún en América Latina. Para comenzar la entrevista, ¿podrías darnos un breve contexto histórico de la Moldavia moderna?
Paula Erizanu.- La República de Moldova proclamó su independencia de la Unión Soviética en 1991. La mayoría de la población moldava habla rumano y comparte muchas tradiciones y lazos culturales con Rumania. Hay una región en el este de Rumania que también se llama Moldavia. Esto se debe a que históricamente había tres grandes regiones rumanas: Transilvania en el oeste, Valaquia en el sur y Moldavia en el este.
En 1806-1812, el Imperio ruso ayudó a Moldavia a deshacerse del dominio otomano. Pero a cambio, el Imperio ruso se apoderó de Besarabia (básicamente lo que es la República de Moldavia hoy, menos Transnistria, la región separatista de Moldavia en el este, donde 1.500 tropas rusas todavía están estacionadas hoy, y 20.000 toneladas de municiones soviéticas están almacenadas en Cobasna). En 1918, Besarabia se unió al recién formado estado moderno de Rumania. Pero en la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética la anexó una vez más.
La propaganda soviética insistía en que los moldavos y los rumanos eran naciones diferentes. Los soviéticos hicieron que los moldavos escribieran el idioma rumano en cirílico en lugar del alfabeto latino, y llamaron al idioma moldavo en lugar de rumano (aunque es el mismo idioma y ni siquiera hay un dialecto; es como los canadienses diciendo que hablan canadiense, o los suizos diciendo que no hablan alemán sino suizo). Más importante aún, decenas de miles de moldavos fueron deportados a Siberia durante la era estalinista, o murieron debido a la hambruna diseñada por el estado de 1946-7. Estos fueron crímenes secretos. Aunque la gente sabía de ellos por sus familias, no se les permitía hablar de ellos públicamente. Después de la muerte de Stalin, en los años 60 y durante los años 80, los moldavos comenzaron a exigir saber la verdad sobre esta historia. También pidieron el retorno al alfabeto latino. Otra demanda de la perestroika se refería a la ecología: la agricultura soviética a escala industrial abusó de los pesticidas y planteó amenazas ambientales y para la salud.
A finales de los 80 y principios de los 90, incluso se habló de unificarse con Rumania. Pero el presidente rumano Ion Iliescu, un aliado de Moscú, rechazó las solicitudes de reunificación del presidente moldavo Mircea Snegur. Mientras tanto, Moscú lanzó una guerra contra Moldavia en marzo de 1992 en Transnistria, con el fin de evitar que Moldavia se reuniera con Rumania y mantener así a Moldavia bajo la esfera de influencia rusa. (Transnistria había sido anexada a la URSS en 1924, como parte de Ucrania; se llamaba «La República Socialista Soviética Autónoma de Moldavia»; luego, después de la Segunda Guerra Mundial, Transnistria y Besarabia se unieron bajo una República Socialista Soviética de Moldavia).
El conflicto duró hasta julio, cuando Moscú impuso un tratado de paz que resultó en un conflicto congelado durante más de 30 años. Aunque Rusia firmó un tratado internacional en Estambul prometiendo retirar sus 1.500 soldados y evacuar las 20.000 toneladas de depósito de municiones, nunca ha cumplido su promesa. Así que ahora Moldavia está bajo atención internacional en parte debido al peligro potencial que Transnistria puede representar para la vecina Ucrania.
Nací durante la guerra en Transnistria, mi madre podía escuchar el ruido de los bombardeos desde la sala de maternidad en Chisinau, la capital de Moldavia.
OMN.- La identidad moldava es compleja y tiene varias capas culturales que están entrelazadas, pero también pueden estar en conflicto y contradicción. ¿Cuáles serían, en tu opinión, los pilares de la identidad moldava y cómo interactúa con su pasado soviético en un presente donde Rusia es una vez más una amenaza para el vecindario?
PE.- Creo que la respuesta anterior da algunas de las respuestas sobre la identidad rumana en Moldavia y los intentos soviéticos de crear una identidad moldava separada, pero quisiera agregar que, además de esos ya referidos, la influencia cultural rusa se ha mantenido potente hasta el día de hoy debido a la televisión.
Si los estados bálticos prohibieron cualquier televisión rusa a principios de los 90, Moldavia solo lo hizo durante el último año de la guerra. Esto informa / distorsiona las identidades y creencias políticas de muchas personas.
OMN.- La guerra en Transnistria es uno de los acontecimientos europeos menos estudiados y visibles, lo cual es paradójico dada su importancia para el futuro postsoviético. Cuéntanos un poco sobre esta guerra y cómo ha impactado a la sociedad moldava contemporánea.
PE.- Muchas personas perdieron a sus familiares y amigos durante ese conflicto y la guerra en Ucrania ha revivido esos traumas.
La película más popular de Moldavia en los últimos 30 años ha sido Carbon, una comedia / drama negro sobre un joven que se ofrece como voluntario para luchar en la guerra en Transnistria en 1992 porque escucha en la televisión que obtendrá un departamento por ello. Pero cuando es conducido al frente por su vecino, un veterano de la guerra soviética en Afganistán, los dos encuentran un cuerpo carbonizado. Deciden que el cuerpo merece un funeral adecuado y humano, algo que desencadena el resto de la trama dramática y humorística de la película. Cuando hablé con la guionista sobre la película, dijo que cree que los mayores problemas de Moldavia provienen de este conflicto congelado de Transnistria.
Creo que en parte tiene razón: con un conflicto congelado, Moldavia no puede unirse a la UE o a la OTAN (si decide unirse). Debido a esa guerra, Moldavia se ha visto obligada a aceptar que debía seguir siendo un país «neutral» en su Constitución en 1994. Por supuesto, la neutralidad no puede defendernos si un invasor maligno ahora quisiera apoderarse de nosotros. Más allá de las preocupaciones de seguridad, Transnistria también estaba más industrializada, y la principal planta eléctrica de Moldavia tiene su sede allí, y está controlada por las llamadas autoridades de Transnistria y los rusos. Transnistria ha recibido gas gratis de Rusia en los últimos 30 años, pero Moscú cuenta este gas gratis como la deuda de Chisinau, que a menudo recaudan para mantener a Moldavia bajo su control político. Transnistria siempre fue utilizada por Rusia para amenazar a Chisinau para que actuara como el Kremlin quería. Económicamente, Transnistria se ha utilizado para mucho comercio ilícito, incluido el comercio de armas, y también para criptomonedas. Una consecuencia es que una gran cantidad de dinero ganado en Transnistria no llega al presupuesto estatal de Moldova en forma de impuestos.
Una victoria ucraniana creará la oportunidad de resolver el conflicto de Transnistria por medios diplomáticos. Muchas personas de Transnistria ya están trabajando en Chisinau y viajando diariamente. Pero un desafío será el cultural: la mayoría de los niños en Transnistria estudian de libros de texto de la era soviética y se les dice que los moldavos son sus enemigos. Mientras tanto, las pocas escuelas de lengua rumana allí son constantemente acosadas por las llamadas autoridades. Reconciliar a las personas con visiones del mundo tan diferentes será difícil y requerirá campañas interculturales, mediáticas y educativas inteligentes.
OMN.- Gravitar hacia la Unión Europea o permanecer bajo la influencia y el control de Moscú parecen ser las opciones para algunos países del Cáucaso, Europa del Este y los Balcanes. En el caso de Moldavia, ¿cuáles son las opiniones dominantes entre su élite política, académica y su población?
PE.- Esta es una pregunta importante. Hay que reconocer que el país sigue estando muy dividido en este tema. Mucho se debe a que la propaganda rusa ha sido, y es aun increíblemente efectiva y nosotros, los proeuropeos, tendremos que trabajar duro para contrarrestarla a mediano y largo plazo.
OMN.- El arte, la literatura son formas por las cuales podemos acercarnos a los países postsoviéticos. En ese sentido y para finalizar la entrevista, ¿podrías darnos algunas sugerencias de artistas, académicos, escritores, poetas moldavos?
PE.- Claro que sí. Una escritora moldava/rumana traducida al español, con gran éxito, es Tatiana Țîbuleac. Su novela El jardín de cristal, publicada por Impedimenta, reflexiona sobre los complicados conflictos de identidad de su generación (urbana).
Otra escritora que se publicará en otoño en español, también con la editorial Impedimenta, es Valentina Șcerbani. Ella también escribe sobre el pasado reciente de Moldavia. Tanto Șcerbani como su esposo, el escritor Alexandru Bordian, aún no traducido, han sido muy influenciados por la literatura latinoamericana, especialmente por Vargas Llosa.
En cuanto a la música, recomiendo a la banda de folk-rock Zdob si Zdub, que ha representado repetidamente a Moldavia en el festival de Eurovisión.