Autoridades qataríes inaugurando un estadio

El Mundial de Qatar: dinero, mentiras e hipocresía

El mundial de fútbol en Qatar, país que se ubica dentro del escalón más bajo en libertades civiles (según Freedom House, 25/100) es un síntoma de la corrupción que corroe a tres actores: la FIFA, que organizó el evento, Qatar que construyó su infraestructura y lo aloja, y la denominada “comunidad internacional” que lo permite. 

“Corrupción” es un término genérico. Conviene precisar sus alcances de comprensión para el caso que estamos comentando. 

Los elementos de la corrupción que toman protagonismo aquí, y de manera mezclada, son el dinero, la violación sistemática de derechos humanos, la hipocresía y la mentira.

El “dinero”. La FIFA, institución global que lidera el fútbol y su negocio, presuntamente aceptó la candidatura de Qatar, que fue “comprada” con millones de dólares. El documental de Netflix “Los entresijos de la FIFA”, documenta la trama del dinero con esa finalidad.

La violación sistemática de derechos humanos de Qatar (y el encubrimiento y justificación de la FIFA). En muchos países del mundo se reportan violaciones a los derechos humanos, pero mucho más graves son los países cuya constitución, leyes e instituciones se inspiran en prácticas que violan los derechos humanos.

Qatar es uno de ellos ya que al ser gobernado de acuerdo a un modelo teocrático islamista, oprime a las personas según su género, creencias y estilo de vida, vigilándoles con una policía moral y con penas de cárcel y torturas. La construcción express de los estadios de fútbol para el mundial se ha cobrado miles de vidas por la inexistencia de protecciones legales efectivas a los trabajadores.

La hipocresía. Se revela tanto en la airada reacción ante las críticas como una “campaña de desprestigio”, como la apelación al victimismo y acusaciones de “racismo” y “eurocentrismo”.

La prensa de Qatar publicó muchas respuestas airadas a las críticas occidentales, al igual que los periodistas de Qatar en las redes sociales. Estas respuestas devolvieron el golpe a los países occidentales, diciendo que ellos mismos violan los derechos humanos y, por lo tanto, no están en posición moral para criticar a Qatar. Argumentaron además que las críticas a Qatar se derivan del racismo, la islamofobia y la arrogancia por parte de Occidente, al que le resulta difícil aceptar que el mayor evento futbolístico del mundo se celebre en un país árabe y musulmán.

El logo del mundial quitándose de encima a un crítico rubio (simbolizando a Occidente). Gentileza MEMRI

El logo del mundial quitándose de encima a un crítico rubio (simbolizando a Occidente). Gentileza MEMRI

La mentira asiste a la hipocresía, cuando la FIFA intentó cubrir y excusarse ante el hecho de que el país anfitrión decidió no cumplir con compromisos ad-hoc que la institución futbolera pidió al emirato islamista, compromisos que implicaban una relajación de las normas locales para los visitantes extranjeros.

Viñeta que ilustra trabajadores riéndose de las críticas a las violaciones de sus derechos humanos. Gentileza MEMRI

Viñeta que ilustra trabajadores riéndose de las críticas a las violaciones de sus derechos humanos. Gentileza MEMRI

Más elementos cuestionables que relacionan la mentira con el dinero es la construcción de 8 estadios de lujo exclusivamente para un mundial (el mundial más caro de la historia), en un país pequeño de 3 millones de habitantes sin tradición futbolística que justifique una densidad poblacional capaz de llenar esos estadios, como así también la inclusión de “hinchas falsos” para cubrir los vacíos dejados por la escasa asistencia, y el pago a delegaciones de otros países con la misma finalidad.

Tuit de la compañía cervecera lamentando la prohibición de venta de alcohol, contraveniendo lo prometido por las autoridades. Luego ha borrado el tuit.

Tuit de la compañía cervecera lamentando la prohibición de venta de alcohol, contraveniendo lo prometido por las autoridades. Luego ha borrado el tuit.

Ante el fracaso de esos compromisos ad-hoc por la insistencia del emirato de imponer sus normas a los visitantes (no tomar alcohol, no hacer demostraciones de afecto, no traer banderas de arcoíris que representa la diversidad sexual, etc.), la FIFA no paró de excusarse para evitar enfrentar al anfitrión.

Tras varios boicots de varias delegaciones de periodistas occidentales que decidieron no asistir al mundial, el presidente de la FIFA Gianni Infantino entró en la desesperación y dio una conferencia de prensa de una hora en la que se hizo eco de la conocida propaganda victimista repetida en los medios del Medio Oriente en la que se responsabiliza de todo mal a Occidente: “Lo que los europeos hemos venido haciendo por los últimos 3000 años, debemos disculparnos 3000 años más antes de dar lecciones morales”.

Gianni Infantino

Gianni Infantino

Semanas atrás, Infantino pidió por favor “centrarnos en el fútbol, y no en la política”. Sin embargo, tuvo que apelar a la justificación política de la corrupción, escudada en la vista gorda hacia la violación de derechos humanos bajo el pretexto de ofensas históricas del pasado.

Si el emirato de Qatar creía que con este evento iba a lograr un cierto prestigio de “soft power” y reputación internacional en la volátil e inestable región del Medio Oriente, sumado al giro político de los últimos años acercándose a Occidente (condenando la invasión de Rusia a Ucrania, ofreciendo a Europa sus recursos energéticos), los resultados muestran lo contrario. No todo se puede comprar con dinero ni todo se puede vender con márketing.