Kafala: el sistema de explotación laboral en Medio Oriente

Alejandro Puente *

Twitter: @AleksPuente

Aproximadamente desde los últimos quince años, ha sido más común para diversos segmentos poblacionales, interesarse en conocer sobre países árabes de gran riqueza energética y un acelerado crecimiento económico, centrar su atención en estas monarquías quedando maravillados ante la imponente y ostentosa obra urbanística que han desarrollado en poco tiempo; países del Golfo con ciudades que su popularidad se ha hecho viral al escuchar nombres como Dubai y Abu Dhabi en Emiratos Árabes Unidos, Doha en Qatar, Riyad en Arabia Saudita y también los países de Bahrain y Kuwait, siendo para muchos un sueño de atracción turística, la búsqueda de oportunidades laborales, inversiones, emprendimiento, expansión de negocios, migración y demás razones que cada individuo considere como un incentivo prioritario. 

Torres modernas de Dubai

Torres modernas de Dubai

Sin embargo, también es muy interesante conocer el lado controversial y poco difundido de algunos engranajes, detalles poco éticos que pasan desapercibidos según el ángulo desde el que sean analizados; componentes de un motor con la potencia de propulsión suficiente, llevando a la cima de admiración y elogios a los países árabes del Golfo por parte de la comunidad internacional ante la seducción visual de lujos, prosperidad, seguridad y calidad de vida que proyectan garantizando una experiencia única en su tipo, todo bajo la arquitectura de un proyecto que exclama sofisticación bajo el concepto de un ambicioso y modernizado Medio Oriente.

¿Las oportunidades laborales realmente son iguales para todos los extranjeros?

Para responder la pregunta, entendamos cómo opera el derecho laboral aplicado a los empleados en los sectores básicos de mano de obra y trabajos domésticos. 

El “Sistema Kafala” en Medio Oriente es un concepto de jurisprudencia islámica; es decir, un enfoque legal que muchos países del Golfo en la Península Arábiga y otros países de la zona del Levante, han acordado utilizar, pero sus razonamientos y problemas en la interpretación, ejecución y aplicación del mismo, varían de un país a otro.

La palabra Kafala en árabe tiene varios significados, utiliza connotaciones de términos como «apoyo» y «garantía». En otras palabras, Kafala se refiere a la fianza, garantía y patrocinio, lo que en teoría hace que la responsabilidad y la seguridad sean su principal enfoque. Sin embargo, en la jurisprudencia islámica, el concepto Kafala, ocurre dentro de un acuerdo para asumir las responsabilidades en la interacción de una persona con el dinero, que en árabe el término se conoce como Kafala Bi Al-Mal, o también la interacción con el cuerpo, en árabe conocida como Kafala Bi Al-Nafs

La aplicación del sistema se puede observar en el derecho islámico dentro del consenso de una familia, donde el concepto Kafala, es un acuerdo en el que se mantiene a un niño huérfano hasta la edad adulta como una forma de tutela. 

Otra aplicación islámica de Kafala ocurre con una deuda, donde un aval acepta asumir la responsabilidad de las obligaciones del deudor con un acreedor. Además, Kafala ocurre al garantizarle a una persona después de la fianza, donde el patrocinador del deudor, se vuelve responsable de cualquier acción de este durante todo el período de prueba. Entonces, la intención y aplicación islámica de Kafala, está destinada a proporcionar confianza y solidaridad social para muchas interacciones humanas, donde en teoría, la ayuda del aval les permite asumir la responsabilidad sin obtener ningún beneficio especial. De hecho, esta comprensión del concepto Kafala, suele manifestarse en varias interacciones legales en todo el mundo.

El origen del sistema Kafala en los estados del Golfo 

Comenzó su aplicación en los países que integran el organismo regional económico conocido como la Cooperación del Golfo, años atrás en un momento que tenían grandes recursos naturales pero muy poca o nula mano de obra. Originalmente, la intención era permitir que ciudadanos extranjeros ayudaran a construir la infraestructura de proyectos necesarios para las industrias de petróleo y las perlas entre otras; de tal manera que, en la segunda fase de aplicación, el objetivo habría sido capacitar a la población de ciudadanos nacionales en el trabajo de mano de obra, con el supuesto de una vez completado el proyecto, los trabajadores extranjeros regresarían a casa. 

Trabajadores de construcción extranjeros en Doha

Trabajadores de construcción extranjeros en Doha

Sin embargo, considerando en términos cuantitativos, las pequeñas poblaciones de nacionales que estos países del Golfo siempre han tenido, sumado a la riqueza repentina que acumularon, la necesidad de trabajadores extranjeros continuó y de ahí la prolongación del sistema Kafala hasta volverse permanente, esto además de otorgar estatus legal a otros inmigrantes y también incluirlos bajo el mismo sistema en algunos países como suele pasar en Arabia Saudita respecto a ciudadanos provenientes de Egipto. 

Muchos de los países del Golfo que practican el sistema Kafala, han atravesado reformas revolucionarias desde 2020, siendo Arabia Saudita uno de los líderes en estos ajustes. Pero las reformas excluyen a las trabajadoras del hogar provenientes principalmente de las Filipinas, siendo las más vulnerables en esta situación; los únicos países que las protegen bajo la misma normativa son Jordania y, en algunos casos, Bahrein. 

No obstante, después de los grandes cambios en las regulaciones del sistema, actualmente los empleados tienen derecho a la movilidad; es decir, se les permite cambiar o dejar sus trabajos sin permiso después de un año de contrato en países como Bahrein, Jordania, Kuwait, Qatar y Arabia Saudita. Por otro lado, aún se les niega esta cortesía y derecho laboral en otros países como Omán, Emiratos Árabes Unidos y el Líbano.  

Salir del país sin permiso está permitido en todos los países que aplican el sistema, pero el aspecto más importante, la libertad para negociar el contrato, está restringido totalmente tanto en Jordania como en los Emiratos Árabes Unidos, esto es debido a que existe un contrato estándar para todos los trabajadores, colocando así, candados en la aplicación e interpretación de la jurisprudencia en total apoyo a favor del empleador. 

Actualmente, el sistema Kafala como patrocinio del empleador, se ha distorsionado en la práctica y su aplicación moderna respecto al trabajo; por un lado y en teoría, comparte el nombre como tal con el concepto islámico, pero en la práctica, pierde la intención original dentro de la interpretación literal en la jurisprudencia islámica. El sistema Kafala, o sistema de patrocinio como se conoce hoy en día por la comunidad internacional, describe la relación entre los trabajadores extranjeros y su patrocinador local conocido como su empleador, pero que, en concepto no difiere sustancialmente de las políticas de inmigración mundial. 

En palabras más claras, toda nación que utiliza el sistema Kafala, proporciona a los empleadores locales un permiso de patrocinio para atraer empleados de varios países, siempre y cuando el empleador cubra todos los gastos de viaje, alojamiento y transporte, pero se debe puntualizar que el empleador o patrón, jamás los convierte en ciudadanos. Este sistema se implementa entre todos los países miembros de la Cooperación del Golfo: Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Kuwait, Omán y Qatar; pero también se emplea en Jordania y el Líbano. 

Si bien se trata de un sistema relacionado con el derecho laboral, su autoridad reguladora muchas veces recae en los ministerios del interior de cada país por razones que se explican a continuación: el sistema Kafala otorga al empleador, la responsabilidad de mantener el estatus legal y la visa de los trabajadores extranjeros, restringiendo muchos aspectos la libertad de movilidad del empleado. Esto crea una disparidad en la dinámica de poder entre un empleado y el empleador, donde el patrón o empleador, tiene el poder total y el empleado se encuentra en un estado perpetuo de vulnerabilidad, muchas veces llegando a convertir al empleado prácticamente en un esclavo.

Tener el poder para el empleador, puede tomar la forma de confiscar y retener el pasaporte o toda la documentación de un empleado, negarse a transferir sus contratos a otro empleador, o la terminación de su contrato, lo que resulta en la deportación inmediata del empleado si surge algún problema entre las partes; y como consecuencia, tener un estatus de ilegal si un empleador no otorga una visa de salida después de que se revoca el contrato. El claro desequilibrio en la relación laboral suele atraer la atención de activistas laborales, derechos humanos y refugiados para negociar y reformar el sistema Kafala, una noble búsqueda que debe considerar las áreas multifacéticas de la estructura económica y su contrato social con el Estado. 

En conflicto con el sistema internacional e islámico

El sistema tal como se aplica en la actualidad, está en conflicto directo no solo con la ética islámica y su jurisprudencia, sino también con la sensibilidad internacional respecto a los derechos laborales y derechos humanos. El mundo sigue avanzando aparentemente hacia una unidad humana internacional, en la que se debe dar prioridad al bienestar integral del individuo. Pero aún faltan reformas y políticas públicas de bienestar social al sistema Kafala en los países de Medio Oriente que lo aplican. Grosso modo, el objetivo también es hacer conciencia social colectiva, reflexión sobre quiénes han sido los peones, la mano de obra indispensable que levantaron rascacielos y demás atracciones de admiración en la ingeniería y arquitectura, tratar con respeto a los empleados de este segmento cuando se presente la oportunidad de vivir una experiencia laboral, emprendimiento o turística en cualquiera de los países que aplican el sistema kafala.

Otro punto a reflexionar, en tanto las leyes ejercidas hacia los inmigrantes por parte de los países de gran riqueza y prosperidad económica que integran la Península Arábiga, yace en su estricta política de rechazo a todo aquel transeúnte con estatus de refugiado, incluso si estos provienen de otros países árabes, países con quienes al menos comparten el mismo idioma; esto coloca en tela de juicio la romantizada idea y apreciación general colectiva de la “unión y apoyo” entre Estados árabes.

¿Por qué los países árabes del Golfo que son ricos en petróleo, no acogen refugiados palestinos, sirios, de Sudán, Yemen o cualquier nación árabe que atraviesa una crisis?

En tiempos donde cientos de miles de refugiados árabes, principalmente sirios, que en la última década siguen intentando escapar a Europa, y en el que la Unión Europea ha intentado establecer una política frente a esta crisis humanitaria, el silencio de los países árabes del Golfo, e incluso de sus negativas a recibir refugiados en sus tierras, ha llegado suscitar polémica y controversia.

La respuesta por parte de las monarquías árabes del Golfo, a quienes consideran que la ayuda humanitaria que otorgan ha sido insuficiente, provocó que estos países se defendieran mostrando que destinan una generosa cantidad considerable de ayuda económica a los refugiados sirios a través de algunas ONG y donaciones por parte de Naciones Unidas. Desde 2011 y de acuerdo a sus propias cifras expuestas, los países del Golfo les han suministrado poco más de $900 millones de dólares. Sin embargo, a pesar de este apoyo, sumado a los estrechos lazos lingüísticos y religiosos que estos países comparten con los refugiados, aun así, no han acogido a ninguno de ellos; puesto que han sido forzados a vivir en campamentos de refugiados en Turquía, Líbano y Jordania y se han dispuesto a migrar en masa hacia países de la Unión Europea, en particular Alemania, Reino Unido, Francia o Bélgica.

Inexistencia del concepto de refugiado

Una de las razones por las que los países del Golfo, puntualmente Arabia Saudita, Kuwait, Bahrein, Qatar, los Emiratos Árabes Unidos y Omán, decidieron cerrar la puerta a los refugiados sirios, palestinos y árabes en general, es que el concepto mismo de refugiados como tal, no se reconoce en absoluto dentro de su política. Los Estados árabes del Golfo son de los pocos países que nunca firmaron la Convención de Naciones Unidas sobre el estatuto de los refugiados en 1951, un documento clave que condujo al establecimiento de los derechos de los refugiados, así como las obligaciones legales de los países signatarios y que lo ratificaron. Esto significa que, los gobiernos de los países del Golfo, no tienen ninguna obligación legal hacia los refugiados; no hacen distinción entre las condiciones de los migrantes, por lo tanto, no dan un trato preferencial a quienes tienen la condición de “refugiado” y simplemente los consideran “residentes”.

Aunado a este problema, la proporción de extranjeros en países del Golfo, alcanzó nuevos niveles en comparación con el resto del mundo. En consecuencia, el aumento de los ingresos del petróleo, condujo a una fuerte dependencia de la inmigración relacionada con el trabajo bajo el sistema kafala y en la mayoría de estos países, la población local nacional se ha convertido en una minoría en términos cuantitativos. Por ejemplo: en Qatar y los Emiratos Árabes Unidos, desde el año 2010, casi el 90% de la población ya era extranjera y en Kuwait, esta cifra alcanzó el 70%. Los países del Golfo ya se encuentran en una situación demográfica inestable y temen verse abrumados por los inmigrantes, tanto los expatriados europeos, rusos, australianos, norteamericanos y algunos latinoamericanos, como los demás trabajadores contratados bajo el sistema kafala. 

Esta reticencia en acoger refugiados árabes, principalmente sirios, se debe también al temor de que la llegada de “árabes distintos”, politizada por la guerra en Siria o el conflicto palestino israelí en el caso específico de los palestinos, pueda provocar también la entrada de “ideas subversivas” en los Estados, además de sufrir revueltas en países menos politizados como son los países del Golfo. La prueba está en que ya sucedió en Bahrein durante la Primavera Árabe. Los países del Golfo se han jactado en ser de los más estables en Medio Oriente, e involucrarse con los refugiados árabes, podría poner en peligro la estabilidad que gozan de acuerdo a su argumentación. 

A pesar de que los Estados del Golfo tienen un gran número de trabajadores extranjeros provenientes principalmente del sur de Asia, también han recibido aproximadamente 500,000 sirios y un número reducido de palestinos como trabajadores inmigrantes. Pero sólo algunos ven la presencia de sirios dentro de los inmigrantes, como una inmigración puramente económica y, por ende, también son vistos como una simple opción. 

En los requisitos para tener la oportunidad de ingresar a un país del Golfo, la única condición es poseer una visa de turista o un permiso de trabajo, sin embargo, las restricciones han hecho que sea muy difícil principalmente para los sirios obtener cualquiera de los dos.

Una realidad innegable, es que la situación económica de los países del Golfo es muy positiva, y acoger un mayor número de inmigrantes árabes provenientes del Levante bajo estatus de refugiados, no afectaría en nada a su mercado. Según un informe del Foro Económico Mundial de 2014 y 2015, los Estados del Golfo se han abierto camino hasta los primeros puestos en indicadores como la innovación, el mercado laboral y la salud. Basta con observar que los Emiratos Árabes Unidos suelen estar en el puesto doce y Qatar en el puesto dieciséis. Los recursos de hidrocarburos en países del Golfo, les permiten apoyar iniciativas económicas que estabilizan la región de Medio Oriente, sin duda se han convertido en actores clave dentro de la economía global.

Los países del Golfo, fácilmente podrían acoger un gran número de refugiados sirios, palestinos o de Sudán, solo por mencionar algunos ciudadanos de países árabes en crisis, esto bajo mejores reformas estructurales. Por ejemplo, tomando el modelo aplicado por Arabia Saudita, ha logrado una gestión logística sin precedentes al acoger cada año entre 2 y 4 millones de personas durante la tradicional peregrinación a La Meca. En esta época y por días consecutivos, se instalan tiendas de campaña equipadas con aire acondicionado y el campamento se extiende a lo largo de 20 kilómetros cuadrados dentro de un barrio de La Meca llamado Mena. Estos países siguen siendo los menos poblados del mundo y Arabia Saudita es el ejemplo más llamativo, con una densidad de población muy baja rondando aproximadamente catorce personas por kilómetro cuadrado, lo que sitúa a este país cerca del puesto 169 del ranking mundial de acuerdo a diversas fuentes de estadística.

En conclusión, las razones detrás de la tajante renuencia por parte de los países del Golfo en aceptar refugiados, parecen ser débiles, considerando la capacidad que tienen para resolver el asunto. Hay países árabes menos ricos como Jordania, pero que han aceptado la llegada de un número muy elevado de refugiados principalmente de Sudán y palestinos desde hace décadas atrás. Dadas las circunstancias, es preciso señalar la crucial importancia de participación por parte de los Estados del Golfo para involucrarse más en crear reformas de apoyo a los refugiados árabes, con razones que traspasen el vínculo y compromiso debido a su proximidad, así como sus lazos culturales, porque definitivamente el apoyo económico destinado a mantenerlos en Turquía, Jordania o la Unión Europea, ha sido ineficiente y solo está procrastinando una bomba de tiempo destinada a generar un problema de mayor magnitud. 

* Profesor de Medio Oriente – Universidad De Las Américas UDLA-CDMX

Twitter: @AleksPuente