En una zona donde el control geopolítico y religioso es un conflicto de hace cientos de años, donde la base del juego es el orgullo, el honor y la tradición, es muy probable que no siempre logremos entender los comportamientos de ciertos países de esta enigmática área del mundo
En una época donde la guerra asimétrica del Medio Oriente por el control del mundo árabe se concentra entre Arabia Saudita e Irán, se hicieron más publicas algunas de las relaciones diplomáticas entre el Reino Saudita e Israel ya que los dos comparten el mismo enemigo, Irán. Sin embargo ¿Por qué analistas y diarios sauditas maldicen a Israel y catalogan cualquier relación con el país sionista como una traición al mundo árabe?
La conducta diplomática de una zona específica refleja mucho la cultura política de la sociedad que la ensambla, resultado de años de historia y acontecimientos de los cuales poblaciones extrañas a este ambiente cultural, al no comprenderlas manejan una diplomacia no siempre adecuada, por la cual muy pocas veces se logra concretar las metas deseadas.
Entre Medio Oriente y Occidente las diferencias de esta índole son muchas, que han causado muchos errores de parte del mundo occidental en su intento por acercarse a resolver los problemas de la región. Desgraciadamente, cada intento de resolver algún conflicto ha chocado con una respuesta negativa.
Desde los primeros días del nacimiento del nacionalismo árabe, allá por los principios del siglo 20, donde las provincias de lo que fue el Imperio Otomano comenzaron a exigir su independencia, el enfrentamiento dentro de la sociedad árabe no fue solo contra los líderes del Imperio, sino también contra la influencia de las potencias occidentales, las cuales eran vistas como una amenaza para la tradición islámica. Si bien la ideología del nacionalismo árabe se basa más en temas culturales como la literatura o música, en esta sociedad la importancia de la tradición islámica no se puede pasar por alto, de aquí la persistencia del temor de que la influencia de los países occidentales que ayudaron a que muchos de estos recibieran su independencia, incluya el alto precio de disminuir la influencia de la religión y dejar penetrar la cultura del mundo moderno.
Durante estas últimas semanas, distintos diarios sauditas publicaron un número de artículos donde se pueden ver fuertes críticas hacia Israel, pero en especial a aquellos países árabes con los cuales mantienen relaciones diplomáticas, catalogándolos como traidores.
La razón de esta conducta solo es una, si Arabia Saudita desea tomar el control del mundo árabe tendrá que seducir también a los enemigos de Israel tan solo por la hostil postura que éstos le tienen.
Esto no es algo nuevo, incluso países árabes que tienen oficialmente un tratado de paz han logrado desarrollar una importante conexión diplomática a través de acuerdos económicos, pero estos al mismo tiempo tuvieron que saber lidiar con el resto del Medio Oriente y sus oponentes, complaciéndolos.
El hecho de que Egipto tiene un acuerdo de paz con Israel, no le impidió hacer la vista gorda en múltiples ocasiones cuando se transfirió armamento a la organización terrorista Hamas en Gaza, y por mas difícil que sea entender la situación, deberíamos pensar que si bien Egipto tiene una buena relación con Israel y es uno de los países árabes más cercanos a los países de Occidente, dentro de Medio Oriente y los países árabes también debe mantener para su propio bien buenas relaciones, por esa razón tuvo siempre que “jugar a dos puntas”.
Arabia Saudita no es Egipto, ni siquiera tiene una relación oficial con Israel y frente a los comentarios de las buenas relaciones que tiene con Occidente y su deseo de colaborar con empresas israelíes, en una época donde se nota más la tensión por tomar el control de la región y descalificar a su archienemigo Irán, solo la imagen de un país fuerte contra el estado sionista le puede aportar a su status como país líder dentro de la Liga Árabe.
Los rumores de reuniones secretas con representantes israelíes ya no son del todo rumores y pasaron a ser una realidad casi confirmada, en especial cuando el mismo príncipe heredero Mohammad Bin Salman expresó su interés por empresas de tecnologías israelíes. Esto es algo que no tuvo mucha repercusión. Sin embargo, así y todo el objetivo ahora es aclarar de alguna manera esa imagen, exponiendo el peligro que representa reconocer a Israel, lo que nos devuelve a la era pasada: sería un golpe a la tradición islámica.
El analista saudita Sadka Fadel presentó una lista de argumentos contra la normalización con Israel, a la que llamó «una entidad cancerosa en el corazón de la nación árabe», poniendo argumentos que califican el estado sionista como «el enemigo amargo de la nación árabe e islámica». Según él, aceptar a Israel significa traicionar a la cultura y sociedad árabe. El analista explica que la razón por la cual una minoría de países mantiene relaciones con Israel es solo para recibir algún tipo de compensación, al fin al cabo se esta hablando de un país corrupto, el cual es utilizado como puente para llegar a los Estados Unidos.
El mismo analista incluso utiliza la misma vieja fórmula de señalar el conflicto Israel-Palestino como la base de todos los problemas de la zona, marcando a Israel como culpable principal, pero peor aún, incluso intentan hacer del movimiento sionista no solo una amenaza para Palestina, sino otra vez para todos los árabes y musulmanes, y recurre a la fantasía de que Israel aspira a establecer su poder “desde el Nilo hasta el Éufrates”.
Como respuesta a los rumores sobre la cooperación comercial con Israel, la prensa saudita explica que con la entidad sionista no existe nada oficial y no hay manera de comprobar lo contrario. Ahora, si bien existieron reuniones comerciales entre empresarios israelíes y sauditas, estas fueron solo para representarse a sí mismos.
A Arabia Saudita no le conviene tener una imagen de país aliado a Israel, ya que eso debilitaría su posición dentro del mundo árabe que cuenta con países que oficial y públicamente expresan su odio a Israel y al mismo tiempo pertenecen al eje de países aliados con Irán, con el cual tiene un conflicto de hace ya años por el control absoluto de la región, y para ganar este conflicto solo le queda autoposicionarse como el país fuerte que no tiene miedo de enfrentar a las potencias occidentales, si ese es el precio que tiene que pagar para defender el Islam, según ellos una cultura de tradición, orgullo y honor, la cual sólo el fuerte debe liderar.