Durante la semana pasada el parlamento iraní realizó una serie de reuniones entre el IPRC (Centro de Investigación del Parlamento Islámico ) y el Ministerio de Defensa y Logística de las Fuerzas Armadas para mejorar la cooperación bilateral.

La reunión contó con la presencia del General de Brigada Reza Talaei-Nik, Viceministro de Defensa iraní para Asuntos Legales y Parlamentarios, así como el Brigadier -El general Seyyed Mahdi Farahi.
El objetivo es poder crear un sistema de investigación en cooperación con el centro de investigación y el parlamento que lleven a un desarrollo general en distintos rubros, como el económico y comercial junto al progreso de la innovación, pero en especial se puso énfasis en futuros proyectos en tecnologías de defensa polivalentes, por lo cual el director del Centro de Investigación del Parlamento Islámico, el Dr. Babak Negahdari insistió que se impulse también un acuerdo con el Ministerio de Defensa y Logística de las Fuerzas Armadas. Sostuvo charlas sobre el sistema de innovación relacionado con la defensa.

Esto incluye todo tipo de ideas para expandir su política exterior que perfeccione su amenazante actividad, teniendo en cuenta la influencia en distintas partes del mundo donde Irán quiere introducir sus células terroristas, y si esta actividad se realizaba antes desde las conexiones militares y gubernamentales, el parlamento iraní tomará también cartas en el asunto para ayudar a que esta expansión crezca aún más.

Por el momento se vieron ya expresiones de este carácter en la política exterior parlamentaria irani, que al margen de las nuevas actividades en conjunto con las fuerzas armadas se está realizando una labor para cambiar la imagen amenazadora optando por una de víctima.

La táctica se reveló durante el encuentro de la última delegación a Dinamarca donde parlamentarios iraníes junto a parlamentarios dinamarqueses se reunieron para hablar sobre el fortalecimiento de sus relaciones.  Durante la misma reunion los iraníes presentaron argumentos en los que mostraban a la República Islámica del Irán como víctima del “verdadero terrorismo” con el objetivo de impulsar la cooperación total entre la República Islámica de Irán y Dinamarca,  se instó a profundizar las relaciones bilaterales, en particular en los campos científico y médico como cuestiones clave.

En lo que respecta a la lucha contra el terrorismo, la República Islámica del Irán vino con un argumento con el que se autovicitimizaba del terrorismo occidental, a quien atribuye atroces ataques terroristas en diferentes formas.

El jefe del IPRC criticó a algunos países occidentales y al gobierno en particular de los Estados Unidos de América (EE.UU.) en cometer abusos contra los derechos humanos, citando por ejemplo  las prisiones de Guantánamo y Abu Ghraib, así como el asesinato del teniente general Soleimani. “Son todas violaciones flagrantes de los derechos humanos y del derecho internacional, así como una clara manifestación de terrorismo de Estado”, concluyó el delegado.

El embajador danés en Teherán, Jesper Vahr, por su parte, elogió el encuentro y propuso organizar una forma adecuada para fortalecer los lazos bilaterales entre Dinamarca y la República Islámica de Irán.

Dinamarca tiene un sistema energético avanzado (con un alto nivel de energía renovable y sostenible), y expresó su disposición a una mayor expansión de la cooperación total, especialmente en las áreas de investigación, académicas y científicas entre los dos países.

No debemos subestimar esta nueva postura del parlamento iraní en querer influenciar desde otros campos relevantes como el parlamentario. Irán comenzó a organizar una serie de delegaciones por el mundo para fortalecer su red de contactos, como sucedió la semana pasada también con Venezuela.

Los que se han quedado en España debieron convertirse, y los que decidían emprender viaje a América, debieron no sólo ocultar su descendencia judía, sino también su estatus de conversos, o “cristianos nuevos” según la lista burocrática de la Inquisición que dividía a la población según niveles de “pureza sanguínea”.

Ocultar su origen converso era clave si estos descendientes de sefardíes pretendían acceder a puestos importantes en la sociedad, en las profesiones, en la Iglesia o en el Ejército. Pero el olvido del origen judío no ocurrió tan rápido. La nostalgia por las prácticas judías y por el mensaje libertario del judaísmo (que contrastaba contra el oscurantismo católico de la época), llevó a muchos descendientes de conversos a practicar el judaísmo en secreto, o incluso a conformar una cultura “cripto-judía”, en la cual sus miembros siguieron realizando prácticas judías aún sin saberlo, como encender velas los viernes, descansar el sábado, no comer cerdo, lavarse las manos antes de comer, inclinación al pensamiento racional o teísta, etc.

La Inquisición debió continuar su cruel trabajo de torturas y de quema de personas (autos de fe), para erradicar completamente cualquier atisbo de rebelión, sea de judíos, indígenas, mujeres, libre pensadores. Famosos casos de practicantes del judaísmo, que han sido quemados por la Inquisición han sido rescatados por la historia y la literatura. El médico tucumano Francisco Maldonado da Silva, la familia Carvajal de México, son algunas figuras históricas conocidas por el dramatismo de sus vidas perseguidas por la Inquisición.

Se sabe a través de varios estudios de la presencia y penetración de los conversos en la sociedad latinoamericana -como los realizados por Mario Sabán-, y algunos descendientes, católicos practicantes, han reconocido retrospectivamente algunas prácticas judías en su familia. Un caso reciente de una persona que descubrió sus orígenes es la escritora norteamericana Doreen Carvajal, que escribió el libro “Los hijos de la Inquisición”, en donde cuenta su viaje hacia sus raíces judeoconversas.

Pero el camino de la investigación sobre el pasado converso en Sudamérica adquirió otro hito con el análisis genético: la revista Nature publicó un trabajo que revela que el aporte demográfico de los conversos es mucho mayor de lo que se pensaba, e incluso es mayor que en España y Portugal.

Uno de los autores, Juan Camilo Chacón-Duque, genetista del Museo Natural de Londres, manifestó a la revista The Atlantic su asombro por los resultados de la investigación, que también revela el aporte demográfico de la población sub-sahariana, indígena nativa, y europea al mosaico cultural latinoamericano. Él mismo también encontró que es descendiete de sefardíes.

Chacón-Duque y sus colegas juntaron el registro genético mediante el muestreo de ADN de 6500 personas en Brasil, Chile, Colombia, México y Perú, que compararon con el de 2300 personas en todo el mundo. Casi una cuarta parte de los latinoamericanos compartieron el 5 por ciento o más de su ascendencia con personas que viven en el norte de África y el Mediterráneo oriental, incluidos los judíos sefardíes. El ADN solo no puede probar que los conversos fueron la fuente de esta ascendencia, pero encaja con el registro histórico.

La investigación encontró que la ascendencia sefardí es detectable en las muestras de cada país: Brasil (1%), Chile (4%), Colombia (3%), México (3%) y Perú (2%).

Los que se han quedado en España debieron convertirse, y los que decidían emprender viaje a América, debieron no sólo ocultar su descendencia judía, sino también su estatus de conversos, o “cristianos nuevos” según la lista burocrática de la Inquisición que dividía a la población según niveles de “pureza sanguínea”.

Ocultar su origen converso era clave si estos descendientes de sefardíes pretendían acceder a puestos importantes en la sociedad, en las profesiones, en la Iglesia o en el Ejército. Pero el olvido del origen judío no ocurrió tan rápido. La nostalgia por las prácticas judías y por el mensaje libertario del judaísmo (que contrastaba contra el oscurantismo católico de la época), llevó a muchos descendientes de conversos a practicar el judaísmo en secreto, o incluso a conformar una cultura “cripto-judía”, en la cual sus miembros siguieron realizando prácticas judías aún sin saberlo, como encender velas los viernes, descansar el sábado, no comer cerdo, lavarse las manos antes de comer, inclinación al pensamiento racional o teísta, etc.

La Inquisición debió continuar su cruel trabajo de torturas y de quema de personas (autos de fe), para erradicar completamente cualquier atisbo de rebelión, sea de judíos, indígenas, mujeres, libre pensadores. Famosos casos de practicantes del judaísmo, que han sido quemados por la Inquisición han sido rescatados por la historia y la literatura. El médico tucumano Francisco Maldonado da Silva, la familia Carvajal de México, son algunas figuras históricas conocidas por el dramatismo de sus vidas perseguidas por la Inquisición.

Se sabe a través de varios estudios de la presencia y penetración de los conversos en la sociedad latinoamericana -como los realizados por Mario Sabán-, y algunos descendientes, católicos practicantes, han reconocido retrospectivamente algunas prácticas judías en su familia. Un caso reciente de una persona que descubrió sus orígenes es la escritora norteamericana Doreen Carvajal, que escribió el libro “Los hijos de la Inquisición”, en donde cuenta su viaje hacia sus raíces judeoconversas.

Pero el camino de la investigación sobre el pasado converso en Sudamérica adquirió otro hito con el análisis genético: la revista Nature publicó un trabajo que revela que el aporte demográfico de los conversos es mucho mayor de lo que se pensaba, e incluso es mayor que en España y Portugal.

Uno de los autores, Juan Camilo Chacón-Duque, genetista del Museo Natural de Londres, manifestó a la revista The Atlantic su asombro por los resultados de la investigación, que también revela el aporte demográfico de la población sub-sahariana, indígena nativa, y europea al mosaico cultural latinoamericano. Él mismo también encontró que es descendiete de sefardíes.

Chacón-Duque y sus colegas juntaron el registro genético mediante el muestreo de ADN de 6500 personas en Brasil, Chile, Colombia, México y Perú, que compararon con el de 2300 personas en todo el mundo. Casi una cuarta parte de los latinoamericanos compartieron el 5 por ciento o más de su ascendencia con personas que viven en el norte de África y el Mediterráneo oriental, incluidos los judíos sefardíes. El ADN solo no puede probar que los conversos fueron la fuente de esta ascendencia, pero encaja con el registro histórico.

La investigación encontró que la ascendencia sefardí es detectable en las muestras de cada país: Brasil (1%), Chile (4%), Colombia (3%), México (3%) y Perú (2%).

Los que se han quedado en España debieron convertirse, y los que decidían emprender viaje a América, debieron no sólo ocultar su descendencia judía, sino también su estatus de conversos, o “cristianos nuevos” según la lista burocrática de la Inquisición que dividía a la población según niveles de “pureza sanguínea”.

Ocultar su origen converso era clave si estos descendientes de sefardíes pretendían acceder a puestos importantes en la sociedad, en las profesiones, en la Iglesia o en el Ejército. Pero el olvido del origen judío no ocurrió tan rápido. La nostalgia por las prácticas judías y por el mensaje libertario del judaísmo (que contrastaba contra el oscurantismo católico de la época), llevó a muchos descendientes de conversos a practicar el judaísmo en secreto, o incluso a conformar una cultura “cripto-judía”, en la cual sus miembros siguieron realizando prácticas judías aún sin saberlo, como encender velas los viernes, descansar el sábado, no comer cerdo, lavarse las manos antes de comer, inclinación al pensamiento racional o teísta, etc.

La Inquisición debió continuar su cruel trabajo de torturas y de quema de personas (autos de fe), para erradicar completamente cualquier atisbo de rebelión, sea de judíos, indígenas, mujeres, libre pensadores. Famosos casos de practicantes del judaísmo, que han sido quemados por la Inquisición han sido rescatados por la historia y la literatura. El médico tucumano Francisco Maldonado da Silva, la familia Carvajal de México, son algunas figuras históricas conocidas por el dramatismo de sus vidas perseguidas por la Inquisición.

Se sabe a través de varios estudios de la presencia y penetración de los conversos en la sociedad latinoamericana -como los realizados por Mario Sabán-, y algunos descendientes, católicos practicantes, han reconocido retrospectivamente algunas prácticas judías en su familia. Un caso reciente de una persona que descubrió sus orígenes es la escritora norteamericana Doreen Carvajal, que escribió el libro “Los hijos de la Inquisición”, en donde cuenta su viaje hacia sus raíces judeoconversas.

Pero el camino de la investigación sobre el pasado converso en Sudamérica adquirió otro hito con el análisis genético: la revista Nature publicó un trabajo que revela que el aporte demográfico de los conversos es mucho mayor de lo que se pensaba, e incluso es mayor que en España y Portugal.

Uno de los autores, Juan Camilo Chacón-Duque, genetista del Museo Natural de Londres, manifestó a la revista The Atlantic su asombro por los resultados de la investigación, que también revela el aporte demográfico de la población sub-sahariana, indígena nativa, y europea al mosaico cultural latinoamericano. Él mismo también encontró que es descendiete de sefardíes.

Chacón-Duque y sus colegas juntaron el registro genético mediante el muestreo de ADN de 6500 personas en Brasil, Chile, Colombia, México y Perú, que compararon con el de 2300 personas en todo el mundo. Casi una cuarta parte de los latinoamericanos compartieron el 5 por ciento o más de su ascendencia con personas que viven en el norte de África y el Mediterráneo oriental, incluidos los judíos sefardíes. El ADN solo no puede probar que los conversos fueron la fuente de esta ascendencia, pero encaja con el registro histórico.

La investigación encontró que la ascendencia sefardí es detectable en las muestras de cada país: Brasil (1%), Chile (4%), Colombia (3%), México (3%) y Perú (2%).