«No existe una solución de un Estado para israelíes y palestinos»
Tuvimos el placer de dialogar con el profesor Yair Hirschfeld, quien fue uno de los arquitectos de los históricos Acuerdos de Oslo entre israelíes y palestinos. Actualmente enseña en el departamento de Historia del Medio Oriente de la Universidad de Haifa y dirige la Economic Cooperation Foundation (ECF), basada en Tel Aviv
Oriente Medio News: Nos gustaría comenzar preguntándote ¿cuál ha sido tu reacción a la película «Oslo»? ¿Crees que el papel que tú y Ron Pundak jugaron en las negociaciones está bien representado en la película?
Yair Hirschfeld: La respuesta corta es «no». Las negociaciones de Oslo se prepararon durante un período de 13 años. Desde 1980 fui responsable de organizar reuniones confidenciales entre los líderes palestinos en Cisjordania y Gaza con Shimon Peres y Yossi Beilin. Experimentamos un proceso de ensayo y error y creamos mucha confianza mutua con los dirigentes palestinos. La primera reunión entre Abu Ala y yo fue organizada por Faisal Husseini y no por los noruegos. En 1992 concluí un estudio, basado en docenas de entrevistas con estrategas y responsables de la toma de decisiones tanto palestinos como israelíes, lo que preparó el modelo básico de negociación, que se convertiría en el Proceso de Oslo.
Sin embargo, la película ofrece una presentación justa y verdadera de los desafíos, dilemas y dificultades que ambas partes, israelíes y palestinos enfrentaron. El diálogo escrito para Mouna también es constructivo y ayuda a comprender las dificultades y motivaciones de ambas partes. Y a diferencia de la obra de teatro, la película nos retrata a todos de una manera justa y decente. La película también ayuda a poner la necesidad israelí-palestina de negociaciones de paz, de nuevo en la agenda pública internacional.
OM – ¿Qué opinas del proceso de Oslo a más de 25 años? ¿Fue un fracaso o estableció un patrón de negociación que podría recuperarse? Estamos empezando a escuchar fuertemente en los círculos políticos y académicos que la solución de dos Estados es inviable y que nos dirigimos hacia un solo Estado binacional. ¿Qué opinas de esto?
YH – Estoy convencido de que el proceso de Oslo fue una fase decisiva en la historia de las -aún en desarrollo- relaciones israelo-palestinas. El enfoque estratégico que guió las negociaciones se basó en cinco principios: gradualismo; empoderamiento de los palestinos a fin de permitir un proceso de consolidación del Estado; cooperación y reconciliación; un compromiso con la seguridad de israelíes y palestinos, y la necesidad de integrar las relaciones israelo-palestinas en la mejora de la cooperación regional. Estos cinco principios siguen siendo válidos hoy en día y pueden ayudar a reanudar las negociaciones de paz.
No existe una solución de un solo Estado, ninguna de las partes la tolerará jamás. Una solución de dos Estados no es en absoluto inviable. Lo que era inviable –era la idea de negociar al principio todas las cuestiones centrales pendientes del conflicto –Jerusalén, los refugiados, los asentamientos, las fronteras, la seguridad– sobre la base de que «nada está acordado hasta que todo esté acordado». Es una receta que causó repetidos fracasos y desesperación.
Un Estado palestino no se crea negociando un trozo de papel, sino que debe desarrollarse sobre el terreno. En aproximadamente el 90 por ciento del territorio de Cisjordania y el 100% del territorio de Gaza no hay disputa. El enfoque gradual sugerido por el concepto original de Oslo permite construir primero un Estado de Palestina, sin llegar inmediatamente a un acuerdo pleno sobre todas las cuestiones básicas pendientes del conflicto. Sin embargo, sí define un código de conducta, cómo proceder, cómo ponerse de acuerdo para discrepar en ciertos temas y comprometerse a llegar al final del juego.
OM – Se ha vuelto muy común culpar a Oslo en algunos círculos políticos y académicos, pero ¿qué queda de Oslo? ¿Podría explicarnos algunos puntos en los que Oslo sigue estando en pie en la relación entre palestinos e israelíes? Me refiero a la autonomía palestina y a algunos ámbitos de cooperación bilateral que todavía continúan en cierta medida.
YH – El Protocolo de París firmado en mayo de 1994 y el Acuerdo de Oslo II firmado en septiembre de 1995 siguen siendo el marco jurídico mutuamente aceptado que rige la relación entre Israel y la Autoridad Palestina. Todavía hay mucha cooperación positiva y también algo de negativa: la cooperación en materia de seguridad entre israelíes y palestinos se ha mantenido a lo largo de la última década e incluso durante y después de la última guerra de once días en Gaza. Las relaciones económicas son intensas. La economía palestina depende en gran medida del mercado israelí y del suministro de recursos hídricos y energéticos. Las organizaciones de la sociedad civil trabajan en estrecha colaboración en muchos aspectos de la vida: comercio, planificación regional, protección del medio ambiente, agricultura, alta tecnología, salud, cultura, deportes, educación y más. 96 de estos grupos conjuntos israelí-palestinos cooperan bajo el techo de ALLMEP (Alianza para la Paz en Oriente Medio), buscando financiación principalmente de los Estados Unidos y de los gobiernos europeos. También existe una cooperación oficial entre ambos gobiernos, aunque actualmente en un nivel muy bajo.
Yo mismo dirijo un equipo de economistas israelíes que planifica, junto con un equipo palestino, medios y arbitrios para fortalecer y mejorar la economía palestina.
En el lado negativo, hay mucha cooperación entre los criminales israelíes y palestinos, así como actos de corrupción coordinados mutuamente.
OM – ¿Como cuáles por ejemplo?
YH – En el pasado criminales israelíes y palestinos robaban 40 mil vehículos por año. Esto se ha terminado casi por completo gracias a la construcción del muro. Actualmente, en el área de Jerusalén, aún dentro de los límites de la ciudad, pero afuera del muro, hay una situación de anomia completa, y la cooperación consiste en tráfico de drogas.
OM – La situación actual en Oriente Medio en general y en el conflicto israelo-palestino en particular ha cambiado mucho con respecto a cuando se negoció Oslo. ¿Cuál es su opinión sobre el Oriente Medio actual y cómo se inserta la cuestión israelo-palestina en la región en nuestros días?
YH – La situación en el Oriente Medio en general es grave. Siria está completamente destruida; Líbano, Irak, Libia y Yemen son Estados fallidos. Irán y sus representantes de Oriente Medio, Hamas, Jihad, Hezbollah y los hutíes, mantienen una función desestabilizadora muy peligrosa. Irán tiene la capacidad y el interés estratégico de provocar en un momento dado un círculo vicioso de violencia. La metodología es simple: Hamas, Jihad o Hezbollah provocan violencia a baja escala; en caso de que Israel se abstenga de cualquier respuesta, los actos de violencia se intensificarán, forzando –cuando se quiera o a veces también involuntariamente– una respuesta militar israelí, que por su naturaleza siempre será sustancialmente más fuerte que la provocación inicial. En el pasado, esto ha puesto fin repetidamente a las negociaciones entre israelíes y palestinos (1).
Esta situación ha sido mejor descrita por un documento de política de Chatham House escrito por Sanam Vakil y Neil Quilliam «Pasos para permitir un proceso de seguridad regional de Oriente Medio – Reviviendo el PAIC, desescalando conflictos y construyendo confianza», afirmando:
—»La región de Oriente Medio necesita urgentemente un marco para la seguridad. Sus múltiples conflictos y guerras, la intensificación de la competencia entre Estados regionales clave y los persistentes desafíos de gobernanza plantean una amenaza profunda para el bienestar y los medios de vida». Y continúa argumentando que «el proceso para llegar a un marco de seguridad regional debe comenzar ahora, ya que las condiciones son –contraintuitivamente– favorables. Para llegar a un marco de seguridad regional será necesario invertir a nivel internacional y regional en la gestión de conflictos y el fomento de la confianza. Abordar el papel intervencionista de Irán en conflictos y países más allá de sus fronteras es clave para este proceso.» (2)
OM – ¿En dónde han fracasado los líderes palestinos e israelíes en lograr, tal vez no la paz, pero al menos un marco de convivencia que inhiba el ciclo de violencia que se ha instalado?
YH – Ha habido muchos fracasos por ambas partes. El Presidente Arafat no fue capaz de disuadir y controlar la violencia y el terror de Hamas contra Israel; el gobierno israelí no contuvo la expansión de los asentamientos. Sin embargo, en mi opinión, la causa decisiva del fracaso fue la decisión de apartarse de los cinco principios del proceso de Oslo y abandonar el gradualismo, y en su lugar intentar resolver todos los problemas de una sola vez, sobre una base de «todo o nada». No puede funcionar y no funcionará así.
Como este enfoque de «todo o nada» se intentó repetidamente (2000-2001; 2007-8; 2013-2016), el fracaso ha llevado a la desesperación y a la agitación periódica de la violencia.
A fin de reanudar las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos, será necesario crear un proceso de seguridad regional, en general en la línea descrita por Sanam Vakil y Neil Quilliam, como se ha citado anteriormente.
OM – ¿Existen propuestas de negociación similares a las que creó Oslo? ¿La academia israelí y/o palestina está aportando nuevas ideas a este viejo conflicto?
YH – La respuesta corta es: sí. Estamos pensando en tres elementos esenciales: un compromiso con la consolidación del Estado palestino de acuerdo con líneas acordadas y con un apoyo regional e internacional eficaz; el compromiso de negociar sobre la base del principio de que «lo que se acuerde, se aplicará», al tiempo que se organizan negociaciones sobre una vía rápida que aborde las relaciones entre Estados; y en una vía gradual, abordando todas las cuestiones básicas de los conflictos. El tercer elemento es la naturaleza y la función del papel de liderazgo propuesto por los Estados Unidos: los Estados Unidos tendrán que consultar con las partes para permitir la adopción del modelo de Irlanda del Norte, cuando se haya llegado a un acuerdo, mientras que cada parte contemplaría un final diferente. (la unión protestante con el Reino Unido, y los católicos, la integración de Irlanda del Norte en la República de Irlanda).
OM – ¿Qué opinas sobre el plan de paz de Trump y los Acuerdos de Abraham? ¿Ves en ellos una forma innovadora de resolver el conflicto?
YH – El Plan de Paz de Trump deslegitimó totalmente las demandas palestinas y, por lo tanto, no era aceptable causando mucha ira palestina. Por otro lado, el Plan Trump sí propone una solución de dos estados, dejando en evidencia que esta es la única manera de avanzar.
Estoy convencido de que la conclusión de los Acuerdos de Abraham fue y es un gran logro. Abrió el camino para una cooperación regional más eficaz entre Israel y el Golfo Árabe y permitió a los Emiratos Árabes Unidos crear incentivos muy valiosos para que Israel volviera a involucrarse en un proceso de paz con los palestinos. El problema es que los Emiratos Árabes Unidos por sí solos son demasiado débiles para crear por sí solo el pistoletazo de salida necesario para un proceso de paz. Paradójicamente, la última guerra de Gaza puede haber producido esta oportunidad. Hoy contemplamos la participación del Cuarteto Árabe –Egipto, Jordania, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos– en la pacificación de Gaza. También queremos estudiar los medios y arbitrios para que el Cuarteto Árabe apoye un proceso convenido de consolidación del Estado palestino. Con el fin de reiniciar las negociaciones, otra idea que se está probando actualmente es permitir que los Estados Unidos revivan el Cuarteto para la Paz en Oriente Medio; es decir, los Estados Unidos-Rusia-la UE y las Naciones Unidas.
Al final, tienen que ser israelíes y palestinos los que se comprometan a determinar juntos nuestro destino y nuestro futuro. No obstante, la acción internacional y regional de apoyo puede proporcionar un marco útil e incentivos esenciales para ambas partes. Todavía queda un largo camino por recorrer.
OM – Un proceso real de construcción de Estado es esencial para que los palestinos logren un Estado independiente y funcional ¿Cree que Hamas es capaz de madurar y evolucionar hasta convertirse en un actor interesado en crear la infraestructura necesaria para un Estado independiente?
YH – La respuesta corta es «no». Hamas ha abierto una guerra contra Israel en seis frentes: Gaza, Jerusalén, Cisjordania, Israel propiamente dicho, la región e internacionalmente. Su interés no es crear la infraestructura para un Estado, sino derrotar a Fatah, controlar a la OLP y lanzar nuevos ataques contra Israel. Han traído tremendas tragedias a su propio pueblo. Han arrojado a sus oponentes palestinos desde el piso 15 o han disparado a otros de rodillas. No abandonarán fácilmente la amenaza de atacar a las poblaciones civiles israelíes con cada vez más cohetes. (Durante la última ronda dispararon 4200 cohetes contra nuestra gente; incluyendo cinco de mis nietos). Es esencial que no se disuada simplemente a Hamás. Lo que se necesita es que las potencias regionales y la comunidad internacional las condenen y les priven de su legitimidad. De lo contrario, se les da un incentivo de facto para reiniciar la violencia en un momento dado.
OM – Haciendo una reflexión histórica, ¿en donde fracasó Israel? ¿Cuál sería el error histórico de la parte israelí que ha complicado cualquier opción de paz?
YH – Yo pondría el dedo en la llaga en dos grandes errores. El mayor logro de Israel, la conclusión de los Acuerdos de Camp David de septiembre de 1978, se ha convertido –no sin las malas medidas de Israel– en el mayor error de Israel: el Presidente Sadat de Egipto percibió con razón los Acuerdos de Camp David como «Un marco general para la paz en el Oriente Medio». Israel, bajo el liderazgo del Primer Ministro Begin, percibió los Acuerdos como el medio para lograr una paz separada con Egipto. Además, los detalles establecidos en los Acuerdos de Camp David crearon un paradigma no viable: obligar a Israel y a los palestinos a resolver primero todas las cuestiones fundamentales del conflicto y, sólo después, a decidir sobre el futuro de los territorios ocupados. En un trabajo de investigación que concluí en 1992, entendí que el paradigma propuesto no funcionaría.
El segundo gran error lo cometió Israel durante la década de 1980. Entonces las autoridades de seguridad israelíes percibieron a Fatah y a la OLP como el enemigo central de Israel y ofrecieron apoyo pasivo a Hamas. Hoy seguimos pagando el precio de este error.
1) Por ejemplo: Después de firmar el acuerdo de Oslo II, Israel se retiró de todas las zonas urbanas palestinas (con la excepción de Hebrón) en diciembre de 1995, a lo que siguieron una serie de actos terroristas en los primeros meses de 1996. Tras la reunión Bush-Sharon-Abbas en junio de 2003, se formaron comités de seguridad, economía, comercio y prisioneros. Y a mediados de agosto Israel ofreció retirarse de Jericó, Qalqilya, Ramala y Tulqarem. Esto fue seguido varios días después, el 23 de agosto de 2003, por un ataque suicida con bomba que mató a 23 israelíes, poniendo fin al proceso o a la reconciliación. (Hirschfeld Track Two, p. 293). Una vez más, varios días después de que la Ministra de Relaciones Exteriores de Israel, Tzipi Livni, se reuniera con el Presidente Abbas en Sharm el-Sheikh y acordara un concepto de cinco puntos, en junio de 2006, el soldado israelí Gilad Shalit fue secuestrado el 25 de junio, mientras que algún tiempo después, la provocación de Hezbollah condujo a la guerra con el Líbano. (Hirschfeld op.cit., p. 313)
2) Ibid. p. 2
Entrevistaron: Manuel Férez / Jorge Iacobsohn